Quid
Pro Quo, 2008. Drama. USA. 82 minutos.
Con Nick Stahl y Vera Farmiga.
Dirección de Carlos Brooks.
Qué es lo peor que le puede ocurrir
a alguien? ¿Obsesionarse por ser en la vida lo que no se es o cargar un
sentimiento de culpa durante toda la vida?
Estas son dos preguntas sin
respuestas que aparecen en la película Quid Pro Quo, filme del debutante
Carlos Brooks como director, que se divide en dos partes, como un paralelismo a
la propia expresión latina que le da el nombre a la película: Quid
Pro Quo: dar una cosa por otra.
La historia nos sorprende al
comienzo y nos quedamos algo desorientados; sin embargo, poco a poco los
elementos se van juntando como si estuviéramos en un rompecabezas, hasta que
todos ellos se encuentran en una línea paralela, por donde van a seguir, sin
juntarse nunca. Mas llega un momento en que las piezas del rompecabezas se
desenganchan y se pierden porque, como dijimos al principio, no hay respuestas
a la pregunta que se hacen constantemente los protagonistas mientras caminan
encima de esa línea paralela.
Fiona e Isaac Knott: Quo Pro Quo |
Isaac Knott (Nick Stahl) es un periodista que trabaja en una radio pública en Nueva York. Es deficiente físico desde los ocho años de edad después de que sufriera un accidente de carro en el que murieran sus padres. Isaac solo recuerda lo que sucedió antes del accidente y la consecuencia de éste (los detalles de lo que ocurrió los descubriremos paulatinamente, en cámara lenta). Cuando Isaac nos cuenta su historia –la que probablemente ya la contó centenas de veces-, lo hace sin amarguras ni rencores. Parece que el tiempo cicatrizó las heridas; sin embargo, aún no ha perdido la esperanza de volver a caminar por lo que se mantiene siempre en actividad, practicando deportes y valiéndose por él mismo.
Fiona (Vera Farmiga) es curadora y trabaja en un museo; le gusta la cultura antigua china y esconde un pasado que le atormenta. (Ese pasado será revelado a su debido tiempo, aunque para ser sinceros, en medio de la película ya empezamos a sospechar quién es ella, a dónde se dirige y por qué va hacia allá. Esta “previsión” le quita un poco de vitalidad a Quid Pro Quo, una película que empieza con fuerza, con misterio, llevándonos por recovecos que parecen incomprensibles).
Estos dos personajes tejen una red de tormentas de sueños y frustraciones que así como los une, los separa.
Todo empieza cuando Isaac se entera de que un hombre fue a un hospital y ofreció pagarle al médico doscientos cincuenta mil dólares para que le cortaran la pierna.
¿Por qué una persona haría esto? ¿Por qué alguien quisiera mutilarse voluntariamente? ¿Qué hay atrás de esa historia?
Quid Pro Quo: Una cosa por otra |
Isaac empieza a investigar y descubre que hay un grupo de personas que se reúnen y que fingen ser discapacitados físicamente. El sueño obsesivo de estas personas es usar sillas de ruedas. Son personas que caminan por las calles normalmente, pero se sienten incompletos al ser "personas normales". Cuando Isaac los encuentra, la primera pregunta que le hacen es “cuál es la relación que él tiene con su silla”. La respuesta les asusta y uno de los “imitadores” no resiste estar frente a él, se levanta y se va. Los otros siguen su ejemplo casi inmediatamente y evitan el contacto con un discapacitado de verdad.
El único que no huye frente a Isaac es el líder de este grupo, quien no tiene la respuesta a la pregunta inevitable: ¿por qué quieren mutilarse? El líder confiesa que él está solo en la vida porque ha perdido a las personas que ama, ya que éstas no lo comprenden. Como consecuencia de esa soledad, él anhela usar de verdad una silla de ruedas.
¿Es una nueva ironía de la vida? ¿Es que necesitamos perder lo que tenemos para entonces sentirnos mejor? ¿O es una alternativa para llamar la atención, provocar empatía, interés? Si se trata de eso, ¿vale el precio que se paga?
Esta revelación morbosa de los deseos es agónica. Tal vez sea el “síndrome de ser invisible” que afecta a muchos en una sociedad que está aprendiendo a “desconectarse” del contacto físico con las personas, y éstas claman a gritos por un espacio en sus propias vidas y en las de terceros. Para otros, a lo mejor, es una manera de auto punición ante la incapacidad de perdonarse a sí mismos, y a los que les rodean, por sus errores y fracasos.
Quid Pro Quo: El primer día en que Fiona usa una silla de ruedas |
Hasta este momento, uno de los puntos positivos de la película Quid Pro Quo es que no trata el tema de la discapacidad física de una forma melodramática para afectar e impresionar al público. No se presentan complejos ni cuestiones sociales de igualdad entre los no capacitados y discapacitados. Es verdad que hay elementos de los que no podemos huir, como son las dificultades que tienen las personas discapacitadas: tomar un taxi no es tan fácil para Isaac, no porque no haya taxis disponibles o, simplemente porque estos no quieren llevarlo; al caminar por las calles en su silla de ruedas, las miradas de curiosidad, de pena, son inevitables, aunque muchos intentan esconder esas miradas; en su propio trabajo, Isaac le pide a una amiga que no le tenga lástima. O su ex-novia que rompe la relación cuando Isaac le propone matrimonio, porque ella piensa que en una pareja, uno por lo menos debería poder caminar y, como ella también es discapacitada, la relación no puede continuar.
A pesar de que todas estas cuestiones aparecen a lo largo de la película, son tratadas en segundo plano para no desviar la atención del tema principal, que es la dificultad de entender por qué alguien está dispuesto a pagar para ser un discapacitado físico.
Quid Pro Quo: Eva en su departamento |
La investigación le lleva a Isaac a conocer a Fiona y entre ambos se estable una relación de seducción, de poder, de misterio y de un secreto que clama a gritos ser descubierto. Mas, hasta llegar a ese secreto, hay un camino de torturas por la que debe pasar Isaac para intentar entender a Fiona. A ella también le gusta fingir que es discapacitada y le cuenta a Isaac que lo bueno de tener su propio departamento es que puede pasar todo el tiempo como a ella gusta: usando solo un corpiño y unos aparatos que se pone en las piernas para “fingir” que tiene dificultad de andar. Isaac se sorprende frente a la revelación y aunque la seducción los lleva a tener relaciones sexuales, la violencia interna, cuidadosamente escondida en Fiona, poco a poco se revelará transformando esa relación en algo perturbador y agónico: además de que ella está esperando con mucha expectativa el día en que saldrá a la calle en una silla de ruedas. Por otro lado, también desea que sea Isaac la mutile definitivamente.
Quid Pro Quo: Los zapatos de Isaac |
Quid Pro Quo, como muchas otras películas, empieza presentándonos un elemento misterioso que solo en medio de la historia reaparecerá para llevarnos al desenlace de la misma. En el caso de esta película, es un par de zapatos.
Isaac ve en una tienda de objetos usados unos zapatos que le gustan y termina comprándolos. Cuando los usa por primera vez, siente una energía en todo su cuerpo y percibe que puede intentar volver a caminar. Una y otra vez se cae al suelo, pero se levanta todas las veces hasta que finalmente vuelve a andar, con mucha dificultad, siempre apoyado en una muleta. Este proceso le lleva varios días y toda vez que se quita los zapatos, pierde la capacidad de recuperarse.
Quid Por Quo: Isaac |
No considero, como he leído en algunos lugares, que sean unos zapatos mágicos. Si así lo fueran, la seriedad del tema como es tratado en la película sería ridícula y se iría directo a la basura, pues no estamos frente a una historia de fantasía ni magia. Los zapatos son una metáfora simbolizan esa lucha que tiene Isaac en no sentirse derrotado por su discapacidad. Tanto es así que, cuando Fiona lo ve por primera vez usando los zapatos, se imagina que estos deben apretarle un nervio que hace que sus piernas reaccionen nuevamente. Además, no hay que olvidarse que Isaac, desde el principio, siempre dejó claro que aún tenía esperanzas de volver a andar. Él nunca se sintió derrotado por su problema físico.
Y los zapatos son los que nos llevan al desenlace de la historia. Fiona se los va a quitar para chantajearle: si él no hace lo que ella desea, es decir, ayudarla a quedarse discapacitada físicamente, los destruirá.
Quid Pro Quo es una película tensa que nos deja con un sabor amargo en la boca. Intentamos entender lo que les sucede a esas personas que, en lugar de estar felices porque pueden andar y correr, están dispuestas a hacer de todo para andar en sillas de rueda.
Quid Pro Quo: Fiona |
El guión está bien hecho; las actuaciones de Nick Stahl y Vera Farmiga son excelentes. No hay movimientos exagerados ni escenas escandalosamente “teatrales” para impresionar al público y provocar tormentas de lágrimas o indignación con el sentimentalismo que otras películas hacen cuando tratan el tema de los discapacitados. Es verdad que hay algunos elementos que podrían haber sido mejor tratados porque se quedaron incompletos (los conflictos de Isaac con un compañero de la radio que lo detesta; la amistad de Isaac con una chica del trabajo, quien está interesada en que él tenga una novia; la relación de Fiona con su madre). Sin embargo, en lo general, Quid Pro Quo es una película que hay que verla y analizarla con calma. Tiene una fotografía buena, es dinámica y los actores principales, volvemos a decir, están magníficos.
Texto original de Patricio M. Trujillo O.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del texto sin la autorización escrita del autor.
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