O filme que assistimos...

Você encontrará neste espaço comentários e analises de filmes de todas as épocas. Uma excelente oportunidade para aprender além do cinema.

Patricio Miguel Trujillo Ortega


17 de março de 2018

But I'm a Cheerleader


BUT I’M A CHEERLEADER. Comedia. Romance. Lesbianismo. 1999. Estados Unidos. 94 minutos.

Con Natasha Lyonne, Clea DuVall, RuPaul Charles, Cathy Moriarty.

Dirección de Jamie Babbit.

Una historia absurda, divertidísima y casi real.-

But I’m a Cheerleader es una comedia de finales de los años noventa tan absurda, pero tan absurda, que es divertida, crítica, irónica, satírica y, por increíble que parezca, algunos de sus aspectos hoy en día parecen ser “absurdamente” reales. Es una comedia con un estilo narrativo totalmente previsible que sigue el típico esquema poco convincente de la gran mayoría de comedias románticas (introducción en la que se presente el problema del     protagonista; momento feliz en el que los personajes viven su mundo de fantasía; la inevitable la decepción triste, casi patética; y, finalmente, el final milagroso de felicidad plena).

Han pasado casi veinte años desde su estreno y, por esas revira vueltas de nuestra sociedad, esta película sencilla, sin grandes pretensiones – a no ser provocar la risa con situaciones tan desatinadas para retratar de manera burlesca una sociedad prejuicioso e intolerante – con artistas jóvenes (Natasha Lyonne y Clea DuVall) que con el pasar del tiempo se han destacado en algunas películas y series de televisión, gana actualidad por ese preocupante re-surgimiento, en algunos sectores de la sociedad, de grupos extremistas y homofóbicos que insisten en la “cura gay” y en el condenar a las personas por la sexualidad que éstas tienen.
But I'm a Cheerleader
But I’m a Cheerleader es una película a la que vale la pena rescatarla del olvido en el que se encuentra, a pesar de dos premios que obtuvo en el Creteil International Women’s Film Festivla. No es un filme al que los grandes críticos lo tomaron muy en serio, sin embargo tiene sus méritos por la manera de tratar un tema que afecta a un sector de la sociedad, aquél que sufre porque está rodeado de personas que consideran que la homosexualidad es una enfermedad que tiene que ser curada.
 
But I'm a Cheerleader: Megan
But I’m a Cheerleader es una comedia sarcástica que se burla de los estereotipos de los estadounidense bromeado con esos mismos estereotipos y, por medio de ellos, de la sociedad occidental que trata de imitarlos; pero no es una burla gratuita. Puede ser que Jamie Babbit solo haya querido divertirse con la película e ironizar la situación que retrata, sin embargo, ella coloca el dedo en la llaga porque hoy, a finales de la segunda década del siglo veintiún, aún hay mucha gente que se comporta de esa manera extremista, aunque no tan ridícula como en la película – aunque poco les falta – y a la que no le importa el sufrimiento de los demás.
But I'm a Cheerleader: Megan y Graham
La historia.-

Megan es una joven estudiante de diecisiete años. Es porrista y muy popular en el colegio. Tiene amigos, un enamorado y está preparándose con el equipo de las porristas para viajar a otra ciudad para participar en una competición. Un día, al llegar a su casa, descubre que Jared, su enamorado, Kimberly, su mejor amiga, y sus padres están juntos en la sala esperándola. Y con ellos, está Mike, el representante del campamento ‘True Directions’ que usa una camiseta en la que está escrito “Ser heterosexual es estupendo”.
But I'm a Cheerleader: La madre de Megan, Jared y Mike
Con mucho dolor y sufrimiento, los padres de Megan le avisan que ella tendrá que pasar los dos próximos meses en el True Directions, pues están seguros que ella es lesbiana y, por tanto, tiene que curarse de su enfermedad. Ella necesita con urgencia una reorientación sexual. Megan se queda sorprendida, no solo con la noticia de que tiene que irse al campamento, sino de que le digan que ella es lesbiana. Ella no acepta lo que le dicen y trata de defenderse, pero sus padres y amigos utilizan cuatro argumentos incuestionables sobre el “desvío sexual” que ella tiene: primero, ella es vegetariana; segundo, en su habitación tiene un póster de Melissa Etheridge (una cantante muy famosa en los años noventa que declaró públicamente ser lesbiana); tercero, abraza mucho  a sus amigas; y, cuarto, no le gustan los besos de su enamorado.
 
But I'm a Cheerleader: Megan solo tiene pósteres de mujeres
Mike, que se declara con convicción como exgay, le dice a Melissa que él ya pasó por la misma situación que pasa ella, y está seguro de que en el True Directions tendrá la oportunidad de curarse gracias a un infalible programa de “cura” de cinco pasos, bajo la dirección de Mary Brown, la administradora del campamento.
But I'm a Cheerleader: Megan y Graham
Aunque Megan se niega a ir, no tiene otra opción y acaba yendo al campamento. Al llegar allá, ella se siente desubicada, pero acata con cierta docilidad las orientaciones de Mary Brown y supera, con relativa facilidad, el primer paso del tratamiento: reconocer que es lesbiana. Sin embargo, ella no está consciente de lo que es y se empeña en seguir las normas de la institución para poder volver lo más rápido posible a su casa.
But I'm a Cheerleader: Megan tiene asco de los besos de Jared
Megan se relaciona con bastante facilidad con las personas y luego hace amistad con Graham, una muchacha que sí sabe que es lesbiana y que solo está ahí porque sus padres la amenazan con desheredarla si no se vuelve heterosexual, pero que en ningún momento ha pensado en cuestionarse su homosexualidad. Conforme los días avanzan y los problemas en la institución surgen con los otros participantes, ya que Megan se esfuerza en cumplir todas las metas que le han establecida, ella se interesa más por Graham, hasta que finalmente descubre que sus padres tenían razón: ella es lesbiana, pero en lugar de asustarse y de querer “curarse”, empieza a asumir su homosexualidad con convicción, con orgullo, con deseo y con pasión.
 
But I'm a Cheerleder: Megan y Graham coqueteando
La exageración y el ‘True Directons’.-

Mientras Megan pasa por este proceso, la historia no se detiene mucho en pequeñas historias de los otros personajes que podrían haber sido más exploradas; no obstante, a pesar de esta limitación narrativa, esas historias secundarias ayudan a completar el escenario del True Directions: un campamento mixto, en el que los hombres tiene que vestir siempre de azul y las mujeres, de rosado. Además, ninguno de los integrantes quiere ser “curado” y aquellos que terminan sometiéndose a los “cinco pasos”, lo hacen por una cuestión de sobrevivencia, principalmente con sus familias. Todos son homosexuales y fingen que están curándose, porque lo único que desean es poder volver a sus casas. La única persona que no percibe ese ‘pequeño detalle’, es Mary Brown, la fundadora del True Directions.
But I'm a Cheerleader: El primer paso: Megan reconoce con espato que es homosexal
El problema es que a veces, principalmente los muchachos, no consiguen controlarse y los pescan en las poses más ridículas y estereotipadas que uno se puede imaginar, como es el caso de Dolph y Clayton que están besándose escondidos debajo de un escritorio.
But I'm a Cheerleader: Mary les enseña a los jóvenes cómo ser heterosexual
Puede ser que parte del público se incomode con el comportamiento estereotipado de los muchachos que hablan de manera afectada, se mueven exageradamente y cuando están practicando algún deporte, por ejemplo, chillan con una voz aguda y salen corriendo como si alguien los estuviera matando. Aunque ese es un retrato estereotipado y grotesco de los homosexuales, gracias a él la crítica a la “cura gay” funciona a la perfección en la película mostrando, con sarcasmo, lo absurdo y ridículo que representa esa idea, ya que Mary Brown y Mike, que los vigilan constantemente, parecen no percibir lo que sucede.
But I'm a Cheerleader: Mary y Mike muestran los cinco pasos del programa de reorientación sexual
Otro elemento que funciona de igual manera, son los cinco pasos grotescos del programa de Mary Brown, que es una ironía a esos “programas” mágicos que curan a mucha gente. Por ejemplo, los muchachos tienen que practicar deportes y realizar tareas físicas, pero siempre comportándose como “machos” y no como “mariquitas’. Las chicas, en cambio, deben realizar todas las tareas de la casa. La función de ellas es la ser amas de casa impecable. Solo esa información ya demuestra la crítica tenaz a ese comportamiento que cataloga a los hombres y a las mujeres en funciones predeterminadas en la sociedad. Es una crítica a la manera de cómo se establecen los roles del género en nuestra sociedad.
But I'm a Cheerleader: gestos exagerados y estereotipos
En el programa de Mary Brown también hay otro elemento muy ridículo: las chicas comparten una misma habitación, y caso tengan la ‘tentación pecaminosa’ de querer estar con una mujer, ellas tienen una especie de ‘vibrador luminoso’ con el cual pueden dejar de pensar en una mujer, pero en verdad lo que ellas hacen es masturbarse. Para Mary Brown no es problema, siempre y cuando estén pensando en un “hombre”. Eso no se menciona directamente en la película, pero queda sobreentendido.
But I'm a Cheerleader: Mary y su hijo Rock
Hay dos otros casos que ayudan a mostrar el fanatismo y la ceguera de los prejuicios. El primero es la presencia de Jan, una muchacha fuerte, deportista, que no representa al padrón femenino impuesto por los grupos dominantes de la moda. A ella la han enviado a la institución porque piensan que es ‘marimacho’, pero la verdad es que ella siempre ha sido heterosexual, razón por la cual, al no soportar más lo que sucede en el True Directions, se larga de ahí. La crítica negativa que le hacemos aquí a este personaje es que si el guion hubiera trabajado un poco más la historia de Jan, hubiera logrado un efecto mucho más eficaz para mostrar ese comportamiento enfermizo que significa los prejuicios sociales, y la comedia habría ganado un toque más profundo que la simple sátira.
 
But I'm a Cheerleader: las chicas aprenden a ser "mujeres"
El segundo caso es la celda ‘solitaria’ a la que son enviados aquellos participantes que tienen algún comportamiento que no sea heterosexual. Es como si ellos estuvieran en una prisión. Después de pasar varios días en la solitaria, ellos salen ‘convictos’ de que ya no son homosexuales, cuando en verdad lo único que están haciendo es fingir, una vez más, pues a nadie, en su sano juicio, le gusta que lo castiguen.
But I'm a Cheerleader: Graham y Megan
Los personajes.-

Aunque los personajes son superficiales, lo poco que sabemos de ellos es suficiente para reforzar el tono crítico de But I’m a Cheerleader, lo que se refuerza con el visual de la película: colores alegres y vibrantes tanto en el escenario como en el vestuario.
But I'm a Cheerleader:ores alegres y vivrantes. El dormitorio de las chicas
Megan tiene diecisiete años y representa todos los estereotipos ‘perfectos’ de las jóvenes estadounidenses retratadas en las comedias del cine de este país: es joven, bonita, rubia y porrista. Es popular, cristiana, buena amiga, saca excelentes notas y, como es lógico, su enamorado es deportista y perfecto. Pero ella es ingenua y, paradojalmente, fuerte y determinada. Cuando sus padres y sus amigos le acusan de ser lesbiana, ella se defiende diciendo “¡Pero yo soy porrista!”. Es como que, por el simple hecho de ser porrista, ya es heterosexual; es decir, nadie puede refutar su sexualidad.  Esta característica de Megan constituye en una sátira a las porristas retratadas en las películas que aparecen como el ideal de lo que deben ser las adolescentes estadounidenses: perfectas.
But I'm a Cheerleader: Megan
Megan nunca cuestionó su sexualidad y cree, en su ingenuidad, que todas sus amigas son como ellas. Cuando su enamorado la besa, ella hace muecas de asco y, para soportar los besos, piensa en sus compañeras porristas: las ve saltando y haciendo piruetas en el aire, lo que le permite ver las piernas y los shorts cortos que usan sus amigas. Ella se decepciona al descubrir que sus amigas no son como ella, y se esfuerza con honestidad en seguir los pasos del True Directions para aprender a ser heterosexual, hasta que finalmente se da cuenta de que es lesbiana y se siente bien con eso, a tal punto que es capaz de no tener miedo de las amenazas de sus padres conservadores y homofóbicos para estar con la mujer que ama.
But I'm a Cheerleader: A Rock le cuesta mantener las apariencias
Mary Brown, la fundadora del campamento, es homofóbica. Pero el verdadero problema de ella es que su hijo, Rock, es homosexual. Se percibe desde el primer momento que ella lucha para que su hijo se comporte como un “macho” y, todo lo que hace en el campamento no es más que una transferencia de las frustraciones que tiene con su hijo. Al mismo tiempo, él no  se esfuerza mucho para “corregirse”. Su ‘instinto’ siempre le traiciona y su madre tiene que llamarle la atención todo el tiempo para que se comporte como un “heterosexual”, pues siempre que puede está coqueteando con Mike, quien, a pesar de la imagen que vende de ser un ‘exgay’, continúa siendo tan homosexual como dice haber sido en el pasado; razón por la que tiene que vigilarse mucho para no delatar su verdadera personalidad.
But I'm a Cheerleader: las muchachas aprenden a ser mujeres
Escenas especiales.-

La primera escena que queremos destacar es cuando Megan y su enamorado se besan. Gracias a las muecas de asco que ella hace y a las imágenes de las otras porritas saltando, el espectador ya sabe, antes que la propia Megan, que ella es lesbiana. Esta escena es clave porque, queriendo o no, lo que se espera desde el principio es que ella asuma su sexualidad.

Otra escena importante es cuando Megan conoce a Larry Morga-Gordon y a su pareja Lloyd Morga-Gordon. Ellos se autodenominan “ex-exgay”, pues ambos ya pasaron por el True Directions y piensan que el programa de Mary es una aberración. Siempre que pueden, y a escondidas de Mary, ellos llevan a los jóvenes del campamento a un bar gay donde los muchachos pueden ser lo que ellos son: homosexuales. Además, cuando Mary expulsa a alguno de los muchachos, ellos lo reciben en la casa y lo ayudan hasta que puedan reintegrarse a la sociedad, que es lo que sucede con Megan. La secuencia en la que ellos aparecen, es importante no solo porque representan el lado opuesto de lo que significa el True Direction, sino porque cuando Megan sale con sus amigos, tiene la oportunidad de relacionarse mejor con Graham e iniciar su romance con ella.
But I'm a Cheerleader: Graham y Megan
La tercera escena que vale la pena mencionar es cuando Megan, con ayuda de Dolph, que está hospedado en la casa de Larry y Lloyd, decide no desistir de su Graham y hace todo lo que puede para re-seducirla primero, y recuperarla enseguida. Lo interesante es que “hace todo lo que puede” significa que utiliza sus encantos y habilidades como porrista. La escena es cómica, vergonzosa y muy significativa: ella al principio rechaza la idea de que es lesbiana porque es una porrista; al final, reconoce que es lesbiana y usas sus dones de porrista para contarle al mundo su amor por Graham.
But I'm a Cheerleader: Megan, lista para seducir a Graham
Para finalizar el comentario, hemos escogido una de las escenas más grotescas e irónicas de la película. Los muchachos que han sobrevivido a los cinco pasos de Mary, tienen que graduarse como heterosexuales, representando, frente a sus padres, el papel más importante que cada uno de ellos debe tener en la vida: la relación sexual entre hombres y mujeres. Cada uno de ellos debe asumir con seriedad la responsabilidad de ser heterosexual. Tienen que demostrar que están curados. Los muchachos deben comportarse como se espera que se comporte un hombre: machista, dominante, seguro de sí mismo; la mujer, pasiva, subordinada y sexy, disponible para el hombre. Esta escena es definitivamente una de las mejores porque es el momento en que la película llega a su clímax en la sátira a lo que representa, no solo lo ridículo de la “cura gay”, sino también el hecho de establecer padrones de comportamiento sociales que son reproducidos constantemente de las más diversas formas y de los cuales, mucha gente no consigue escapar. Los muchachos tienen que usar unas ropas especiales y entrenar cómo tener relaciones heterosexuales.
But I'm a Cheerleader: aprendiendo a tener relaciones heterosexuales
But I'm a Cheerleader: aprendiendo a ser hombres y mujeres


Leyendo algunas informaciones, de las escasas que hay en Internet sobre But I’m a Cheerleader, parece que la idea original de la directora Jamie Babbit era la de hacer una comedia sin muchas pretensiones, y eso se percibe por la superficialidad con la que se trabaja el tema y los personajes; no obstante, hay que reconocer que ella consiguió mucho más de lo que se propuso originalmente. Además, con el pasar de los años, como dijimos al principio, la película gana fuerza y actualidad. La única recomendación para el espectador que aún no la ha visto, es que perciba que estamos frente a un filme en el que los estereotipos son el mejor medio para cuestionar los estereotipos que nos venden todos los días en la sociedad y que la mayor parte de la gente los acepta sin pensar dos veces.
But I'm a Cheerleader: comportamientos estereotipados
Finalmente queremos hacer una crítica negativa a la traducción del título original al portugués. Hemos visto que en Brasil a la película se la conoce con el nombre de Nunca fui santa. Ya hemos visto en otras oportunidades las traducciones más ridículas y grotescas de títulos de películas, pero en este caso lo grotesco trasciende cualquier límite que hay en la traducción e interpretación de un título. No sabemos quién fue el responsable por esa traducción tan estúpida, irresponsable y sin sentido. Al colocar el título “Nunca fui santa”, destruyen por completo el sentido del filme. Si la protagonista, que se considera buena persona, buena estudiante, buena hija, buena cristiana, dice que ‘nunca fue santa’ está queriendo decir que fue “maldita, impía, condenada, profana, et.”, pues esos son algunos de los antónimos de “santa”. En otras palabras, es como decir que Megan no fue santa porque desde el principio era lesbiana. De esta manera, se desvirtúa totalmente la película y solo ayuda a crear más prejuicios e ideas ridículas. Es como si el “nunca fui santa” justificara “la cura gay”. Los responsables por traducir los títulos, además de tener sentido común, deberían conocer algo más de idiomas y entender la película que van a traducirla. Las distribuidoras no pueden darle esa tarea tan importante al primero que se ponga delante de ellos, por más títulos que tenga de traductor.

Texto original de Patricio M. Trujillo O.

Está prohibida la reproducción total o parcial el texto sin la autorización escrita del autor.

4 de março de 2018

Les invasions barbares (Las invasiones bárbaras)



Les invasions barbares (Las invasiones bárbaras). Drama. 94 minutos. 2003. Canadá.

Con Rémy Girad, Pierre Curz, Yves Jacques, Louise Portal, Dominique Michel, Dorothée Berryman, Stéphane Roussean, Maria-Josée Croze.

Dirección de Denys Arcand.

Desde el plano de la lógica al plano emocional.-

Les invasions barbares (Las invasiones bárbaras), ganadora del Óscar de Mejor Película Extranjera en 2004, es un drama profundo y sensible, con humor inteligente, sobre el sentido de la vida, la aceptación del fin de los sueños, la importancia de las amistades y de la gran pasión que significa vivir. Es una película en la que sus protagonistas, hombres y mujeres maduros, entienden el difícil camino que ellos han tenido que recorrer hasta madurar. Pero, más que nada, Las invasiones bárbaras es una obra de optimismo, de autoconocimiento, en medio de las pérdidas inevitables de la vida.
Las invasiones bárbaras: escena final
Esta película canadiense es una obra cinematográfica que le lleva al espectador por diversas reflexiones sobre la vida, algunas veces de manera sutil;  otras, con el cinismo y la ironía de sus personajes, transformando de esta manera un drama, que hubiera podido ser pesado, en un verdadero canto a la vida. La historia de la película, construida básicamente por medio de diálogos ricos, ágiles y seductores, nos lleva desde el plano de la lógica al plano emocional, lo que a veces no les ha agradado a determinados ‘críticos’, principalmente porque la obra muestra el surgimiento de una era en la que las ideologías del siglo veinte han muerto.

El declive del imperio americano.-

En 1986, la película El declive del imperio americano, del mismo Denys Arcand, causó furor y fue muy aclamada por la crítica. En ella, sus personajes, tres profesores de historia, Rémy, Pierre y Claude, cínicos e irreverentes, critican al capitalismo, hablan sobre política, sexo, historia, mostrando su desprecio hacia las instituciones. La película, que transcurre en un día,  es un discurso sobre ideologías y la manera de entender el mundo de una generación específica que creía en la amistad, en la libertad sexual, en los movimientos sindicales, en la socialización de las instituciones. Mientras los tres amigos hablan con mucho humor sobre el declive del imperio americano, Louise, Diane y Dominique, conversan sobre la visión que ellas tienen de las relaciones entre los hombres y las mujeres y el sexo.
Los personajes de El declive del imperio americano se encuentran en "Las invasiones bárbaras"
Las invasiones bárbaras (2003) no es precisamente la continuación de El declive del imperio americano, sino el reencuentro de los mismos personajes 17 años después. Ya no son los mismos jóvenes idealistas que levantaban la bandera de su generación. Ahora son hombres y mujeres maduros que, con el mismo humor, ironía y cinismo, aún critican al capitalismo y las relaciones entre hombres y mujeres, solo que ahora, aunque no quisiera conformarse con la vida, se han dado cuenta que no bastan solo los ideales para transformar el mundo. Han tenido que adaptarse a las nuevas costumbres y en el rostro de cada uno de ellos está dibujada, a su manera, la desilusión por la pérdida de sus ideales.
Las invasiones bárbaras: Rémy
Los personajes de El declive del imperio americano se reencuentran en Las invasiones bárbaras para acompañar a Rémy, que está internado en un hospital, y su relación tortuosa con su hijo Sébastien que representa todo lo contrario de lo que él un día quiso en la vida.

El espectador que no ha visto la película de 1986 puede ver la de 2003 sin ningún problema. Son dos historias independientes, aunque viendo la primera es mucho más fácil entender el intenso conflicto que rodea a cada uno de los personajes.

Los personajes.-

Para una comprensión más objetiva de Las invasiones bárbaras,  primero vamos a describir a cada uno de los personajes y las relaciones que mantienen con los demás.
Las invasiones bárbaras: Rémy y su gran pasión por la vida
Hay que empezar con Rémy, pues la historia gira a su alrededor. A pesar de que está enfermo y que no tiene ninguna chance de sobrevivir, no ha perdido el buen humor,  el cinismo ni la pasión por la vida. Aunque insiste en ‘tratar de ser’ lo que fue hace mucho tiempo, ya no es el mismo hombre de El declive del imperio americano, pues está en otro siglo, con nuevas costumbres, con personas que han cambiado, en una realidad que no es justamente por la que creyó luchar en sus años de juventud. Él, como los demás, ha tenido que madurar. Su hija Silvayne, aunque lo ama, está distante de él, navegando en el Pacífico Sur y solo se comunica por medio de la internet. Sébastien, su otro hijo, no quiere saber nada de su padre y solo aparece para ayudarlo porque su madre, Louise, se lo pide.
Las invasiones bárbaras: Louise, Rémy y una monja en el hospital
En resumen, después de una vida de tantas aventuras y emociones, narradas en El declive del imperio americano, él está solo, y la soledad no es justamente la mejor compañera. Ella nos hace reflexionar sobre lo que hemos logrado o no durante nuestra vida. Por esa razón, a pesar de toda su ingeniosidad, Rémy no escapa de esta reflexión y llega a la conclusión de que no ha hecho nada importante en la vida y que los ideales por los que tanto luchó de joven, parece que ahora ya no significan nada.
Las invasiones bárbaras: Sébastien
Sébastien es la encarnación de todo lo que Rémy criticó en la vida, razón por la que ambos se han distanciado. Él es un joven economista exitoso que trabaja en el mercado de valores en Londres. Representa al capitalismo puro, ese capitalismo al que tanto combatió su padre en su juventud, motivo por el que han peleado y se han distanciado. Rémy, al hablar de su hijo, dice: “él es un capitalista puritano mientras que yo soy un comunista voluptuoso”. Una de las críticas que le hace su padre es que debería leer, por lo menos, un libro.
Las invasiones bárbaras: Rémy, Sébastien, Nathalie y una enfermera
Sébastien resuelve todos los problemas con el dinero. ¡Compra lo que puede y lo que no se puede! Los billetes que salen de su billetera con facilidad resuelven los problemas que aparecen en medio del camino. No se detiene frente a nada. Por ejemplo, él acude a la policía para saber dónde se puede comprar heroína. Es una persona que tiene dificultades en el lado emociona y se comporta de manera racional, fría, calculista. Esto se puede identificar por el uso constante del teléfono celular. Siempre lo está usando. Es como si fuera un mecanismo de defensa por medio del cual evita tener contactos emocionales con quienes lo rodean.
Las invasiones bárbaras: Claude y Rémy
Pierre y Claude son los dos grandes amigos de Rémy  de la época de El declive del imperio americano, pero la vida también les ha cambiado. Pierre era un gran mujeriego; tenía amantes y vivía sin comprometerse emocionalmente con ninguna de sus mujeres, de preferencia mucho más jóvenes que él. Pero ahora está casado con una mujer más joven que él y que, de alguna forma, controla su vida. Tiene dos hijos pequeños que ocupan sus preocupaciones. En Pierre ya no hay trazos de lo que un día fue, y el reencuentro con sus amigos le da la oportunidad de revivir un tiempo al que no puede volver.
Las invasiones bárbaras: Rèmy y Sébastien
Claude es homosexual y las relaciones amorosas para él eran tan pasajeras y divertidas como lo eran para Pierre y Rémy. Hoy vive en Italia, ocupando un puesto burocrático en un instituto canadiense que ayuda a alumnos de esta nación en Italia. Tiene una relación estable con su pareja, pero no vive con él. Ambos están radicados, por cuestión de trabajo, en diferentes ciudades. Con ironía, él reconoce que esa distancia física les ayuda a tener una relación estable, pero su rostro muestra la desilusión de no tener una pareja a su lado todo el tiempo. Al mismo tiempo, el trabajo que desempeña no representa a ninguno de sus ideales expresados a través de la crítica constante que él y sus amigos hacen de las instituciones y de la sociedad en general.
Las invasiones bárbaras: Diane y su hija Nathalie
Diane, que ya fue amante de Rémy y de Pierre, aún vive sus aventuras sexuales, solo que ahora le cuesta entender que muchos hombres han cambiado y que hoy que son capaces de hablar de sus emociones. Ella se queja de que su actual amante reclame porque no le gusta que ella lo trate como si él solo fuera un cuerpo. Diane no consigue entender que un hombre tenga sentimientos. Y esa misma dificultad, la de entender determinados sentimientos, está reflejada en la ausencia de relación con su hija Nathalie, una joven drogadicta que no quiere saber nada de su madre ni de la vida.

Algo similar le sucede a Dominique que también ya vivió sus aventuras sexuales con Rémy y Pierre. Actualmente vive sola, sin tener ningún compromiso con nadie, y se la pasa viajando.

En pocas palabras, los seis personajes principales de El declive del imperio americano han cambiado. Aunque no se lo hayan propuesto, la vida les ha transformado. Como ellos mismos reconocen en un diálogo divertido y cínico, en su juventud ellos pasaron por todos los “ismos” que la sociedad tuvo: el comunismo, el existencialismo, etc. Es decir, ellos vivieron las modas que las transformaciones sociales de su época les ofrecían. Solo que ahora ya no queda nada de esos “ismos”. Ellos viven la era de las invasiones bárbaras: el mundo ha cambiado; la cultura occidental, así lo cree Rémy, ha entrado en una época de barbarie y está condenada a desaparecer. Están inmersos en una sociedad que ya no tiene sueños. Ya no hay teorías ni ideologías que guíen a las personas hacia un lugar, hacia un objetivo en común. Ellos viven hoy en una especie de “sociedad vacía”, perdida.
Las invasiones bárbaras: Rémy y sus amigos pasaron por todos los "ismos" durante su juventud
A pesar de todos los diálogos sinceros, divertidos, críticos, doloridos sobre, lo que se podría llamar, el fin de las ideologías, la película está centralizada en la relación conflictiva de Rémy (su testarudez de seguir vivir según sus ideales pasados) con Sébastien (la practicidad de resolver los problemas con el dinero). Las invasiones bárbaras  muestra  la relación conflictiva de dos personas  que esconden sus emociones, uno con el poder de la racionalidad y otro, con el del dinero.

La historia.-

Rémy está hospitalizado y Louise  le llama a Sébastien, que vive en Inglaterra, para que vaya a Canadá, pues ella cree que es importante que ambos se reconcilien. El encuentro entre padre e hijo es como se espera desde el principio: tenso, pues ambos están separados emocionalmente; sin embargo, las diferencias entre ellos son mucho más grandes: lo que les separa es la manera de ver y entender el mundo. Ambos se niegan a encontrar un punto en común. Pero no se trata solo de una diferencia generacional, sino la manera de entender la vida, tanto es así que, más adelante, cuando la historia ya se encamina hacia su final, la novia de Sébastien dice que él y ella no quieren repetir los mismos errores de sus padres.
Las invasiones bárbaras: situación de los hospitales públicos de Canadá
Debido a las discusiones con su padre, Sébastien está a punto de retornar a Inglaterra, pero su madre le convence de que se queda, pues su padre, que va a morir, lo necesita. Al quedarse,  hace todo lo posible para ayudarlo: le consigue unas mejores instalaciones en el hospital; logra que los amigos de su padre dejen lo que están haciendo para que estén a su lado hasta el momento final; consigue un tratamiento experimental e ilegal a base de heroína para que su padre sufra lo menos posible.

A Sébastien le gustaría llevar a su padre a los Estados Unidos donde cree que hay un sistema de salud mucho mejor, pero Rémy no acepta. A pesar de que está sufriendo, prefiere quedarse en el hospital público, por una cuestión de convicción: de joven, él luchó para que los hospitales de Canadá fueran públicos y aunque estos, hoy en día, son precarios, él insiste en quedarse ahí. Es una manera de aferrarse a sus convicciones o, a las pocas que aún sobreviven en la era de las invasiones bárbaras.
Las invasiones bárbaras: Sébastien pide ayuda a la policía local para conseguir heroína
Es entonces en ese momento que la historia, lineal y llena de diálogos intensos sobre los más variados temas que Rémy discute con sus amigos y, en algunas ocasiones con una monja que asiste a los enfermos en el hospital, gana fuerza y tensión con la aparición de Nathalie, la hija de Diane. Ella es drogadicta y Sébastian hace un trato con ella: él le promete pagar toda la droga que ella necesite para su uso personal, siempre y cuando ella le ayude a darle heroína a su padre, algo que es hecho en el propio hospital y de manera disimulada para que nadie en la institución sepa lo que sucede.
Las invasiones bárbaras: Nathalie
La presencia de Nathalie provoca que Rémy perciba con claridad el estado en el que él se encuentra. Sabe que va a morir y le cuesta abandonar el discurso que siempre tuvo. A pesar de los años que han transcurrido, continúa repitiendo una serie de conceptos que eran verdades absolutas para los de su generación. En una de esas discusiones, Rémy confiesa que tiene miedo de la muerte porque él ama la vida, principalmente el vino, las mujeres y los viajes. Se lamenta por el hecho de que ya no puede disfrutar esos placeres: su hígado ya no soporta el alcohol,  su apetito sexual ha disminuido con la edad y el exceso de turistas perjudica los viajes. Es entonces que Nathalie le abre los ojos: “no es tu vida actual la que no quieres perder, sino tu vida pasada. Y esa, tú ya la perdiste”.
Las invasiones bárbaras: Louise y la novia de Sébastien, Graëll
Esa es una verdad que Rémy no puede negarla y Nathalie, que no tiene ninguna esperanza en la vida, ningún ideal por el cual luchar, le hace ver su realidad. La relación que se establece entre ambos ayuda a que él se dé cuenta de que muchas de sus actitudes de cuando era joven, que él creía que eran auténticas, no fueron más que actitudes egoístas. Con gran dificultad, pero sin perder el buen humor, acepta el fin de las ideologías y una forma diferente de valorizar la vida cuando ya no se puede esperar nada de ella; lo que ayuda a que se dé cuenta de que su hijo no es lo que él quería que fuera, pero es muy bueno en lo que hace.
Las invasiones bárbaras
Es en este momento que podemos hablar de uno de los grandes sentidos de la película: la reconciliación. Que Sébastien ayude a su padre no es suficiente. Lo importante para ambos es descubrir el momento justo para que la reconciliación entre amos sea auténtica y perenne. No significa aceptar las ideas del otro, sino hacer todo el esfuerzo para que se entiendan y que, a pesar de las diferencias, ellos consigan amarse y perdonarse, para que uno pueda ir a la muerte en paz consigo mismo y el otro volver a su rutina en paz y sin arrepentimientos. En este punto no hay ningún tipo de moralismo, más aún porque Rémy es lo opuesto de cualquier moralismo que pueda existar.

Las invasiones bárbaras.-

¿Quiénes son los ‘bárbaros’? Son los extranjeros que, en una sociedad ‘globalizada’ van apoderándose de espacios que antes pertenecían a los “no-bárbaros”.
Las invasiones bárbaras: el 11 de septiembre el imperio fue atacado, por primera vez, en su propio territorio
El director utiliza un recurso interesante para comprender quiénes son los bárbaros. En las primeras escenas, aparece un texto indicando dónde sucede la escena: Londres (Sébastien), Canadá (Rémy en el hospital), Estaos Unidos (el médico amigo de Sébastien). Después, cuando Rémy está haciéndose una resonancia en los Estados Unidos, la cámara está atrás de la persona que controla los aparatos y, a la izquierda, en primer plano, aparece un conjunto de banderas de los Estados Unidos, encima del escritorio. Poco después de eso, la película muestra un programa de televisión que transmite el momento en que un avión se estrella contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y la mirada de asombro de un enfermo que está viendo la televisión en el hospital. El comentarista afirma que, por primera vez, los ‘bárbaros’ atacaron al imperio en su u propio territorio. Es el inicio de una nueva era y durante la película, gracias a las discusiones de Rémy y a su situación actual, se afirma que el occidente vive una época de ‘barbarie’. Y él sufre, en carne y hueso, esa invasión, frente a la que está impotente a pesar de que insiste en rechazarla.
Las invasiones bárbaras: Rémy en los Estados Unidos
Los bárbaros aparecen en la vida de Rémy disfrazados de diferentes maneras. El primer disfraz, y el más importante, es el dinero de su hijo que representa la hegemonía del capitalismo, algo que Rémy lo rechazó toda la vida. Con el dinero, Sébastien compra todo lo que quiere y todo lo que puede para beneficiar a su padre: corrompe a la administradora del hospital para que le cedan un piso que está abandonado, de tal manera que su papá tenga un mejor tratamiento. Con ese mismo dinero, compra  a los exalumnos de Rémy, a los que no les importa nada el destino de su exprofessor, para que lo vayan a visitar al hospital.
Las invasiones bárbaras: Sébastien le da una coima a la adminsitradora del hospital
Los ‘bárbaros’ intentan salvarle la vida a Rémy, gracias al dinero de su hijo. Es en los Estados Unidos en donde están los laboratorios que hacen los exámenes. La policía local le indica a Sébastian dónde se puede comprar la heroína que ha invadido la ciudad con grupos de extranjeros que se han apoderado del comercio ilegal.
Las invasiones bárbaras: Sébastien "les compra" a los exalumnos de Rémy
Esas diversas invasiones provocan una serie de conflictos internos que muestran la muerte de las ideologías, el fin de los sueños de una generación que creció con los ideales del año 1968. En aquella época se creía en la amistad, en la libertad sexual, en el movimiento sindical, en la socialización de las instituciones, pero todo eso ha muerto y está representado con los diferentes acontecimientos que ocurren alrededor de Rémy y sus amigos.
Sébastien obtiene los favores del Sindicato pagándoles una coima
Primero está el propio hospital, que ha sido socializado y está en total abandono. Los enfermos están amontonados en las hamacas en los corredores mientras hay un piso que está totalmente desocupado y no lo pueden utilizar por culpa de la burocracia. Segundo, el sindicato del hospital: nada se puede hacer sin la autorización de ellos. Sébastian tiene que pagarle una coima al presidente del sindicato para que le devuelvan la computadora que le han robado en el hospital y para que le ayuden a instalarle a su padre en el piso desocupado. Tercero: en el hospital los pacientes son solo números. Ellos no tienen identidad: el médico vive cambiando el nombre de los pacientes, lo que demuestra que hace un trabajo mecánico, cumpliendo con su deber, pero sin importarle nada el ‘individuo’.
Las invasiones bárbaras: El médico nunca sabe el nombre correcto de sus pacientes
Ese sentimiento de decadencia, de una sociedad que ha perdido su rumbo, está ejemplificado por medio del sacerdote de la Iglesia Católica que entra en contacto con Graëlle, la novia de Sébastien. El sacerdote está interesado en vender en el mercado internacional los más variados objetos de arte sacro – cuadros, candelabros, estatuas – que están abandonados, en pésimo estado, en los depósitos de la iglesia. El cura comenta que ya ha nadie le importa eso y se decepcionado cuando Graëlle le dice que ninguno de esos objetos tiene valor. En otras palabras, la Iglesia está más interesada en “comercializar” sus reliquias que en “salvar” las almas.
 
Las invasiones bárbaras: El sacerdote y la venta de las reliquias
Es por todo esto que la relación de Rémy con Nathalie gana fuerza. Él fue un hombre que luchó por sus ideales y que al final de su vida, así como sus amigos, termina volviéndose pragmático. Ella es una joven para quien la vida no tiene sentido y encuentra, al ayudarle a morir a Rémy, la posibilidad de darle una dirección a su vida que, hasta ese momento, ha rodado sin ningún rumbo.  Por ese motivo, ella es la "heredera", la responsable por conservar la biblioteca de Rémy, donde están los libros que tanto a él le inspiraron en la vida y que fueron temas de conversación durante su estadía en el hospital.
Las invasiones bárbaras: Nathalie y el vacío de su existencia
Las invasiones bárbaras: Uno de los libros de la biblioteca de Rémy
 Escenas especiales.-

De todas las escenas en las que Rémy habla, con su pensamiento crítico y cínico, sobre la sociedad, los valores de ésta, el holocausto sufridos por los pueblos amerindios, etc., la que vale la pena destacar es aquella en la que cuenta el día en que se encontró con el representante del gobierno de la China que estaba visitando Canadá. Como él era comunista, la universidad le envió a entrevistarse con el representante. Cuando vio que el representante era una mujer, él se imaginó que tendría una buena oportunidad de ir a la cama con ella. Para eso, lo primero que hizo fue hablar con orgullo sobre la defensa de la Revolución Cultural de Mao y la admiración que tenía por él. Para su sorpresa, la mujer le dijo que gracias a esa revolución cultural ella tuvo que pasar dos años limpiando letrinas. Esa escena es interesante porque es una crítica al ‘fanatismo ideológico’ de los intelectuales que no conocen la realidad y defienden ideas desde la comodidad en la que viven. El Rémy actual, al borde de la muerte, es capaz de entender la ceguera en la que vivió en determinada época.
Las invasiones bárbaras: la representante de la Revolución Cultural de Mao
Otra escena muy importante de Las invasiones bárbaras es cuando reconoce que desperdició el tiempo en su vida y que su hijo es bueno en lo que hace. A esta escena, podemos añadir la despedida de Silvayne, su hija, contradictoriamente presente/aunsente, que le dice: ‘...te echaré de menos toda mi vida. Soy una mujer feliz porque he encontrado mi lugar. No sé cómo lo hiciste, pero conseguiste transmitirme la pasión por la vida. Tú y mamá hicieron hijos muy fuertes. Creo que es un milagro. Sabes, el primer hombre en la vida de una chica es su padre. Para mí, tú siempre lo serás...”
Las invasiones bárbaras: Silvayne se despide de su padre

Las invasiones bárbaras: Nathalie se prepara para la muerte de Rémy
Pero definitivamente la escena más linda de la película, es la muerte de Rémy. Son dos momentos emocionantes y profundos de lo único que le quedó en la vida: sus amores y sus amigos. “Fue un placer vivir en la compañía de ustedes, mis amigos... Es la sonrisa de ustedes la que me llevo”. Enseguida, aparece la imagen de Maria Goretti, la primera mujer de sus sueños y fantasías de cuando era adolescente. Luego, se escucha la canción L’Amitié interpretada por Fraçoise Hardy, otra de sus fantasías de joven: “Muchos de mis amigos vinieron de las nubes con el sol y la lluvia como equipaje. Hicieron la estación de la amistad sincera, la más bella de las cuatro estaciones de la tierra. Tienen la dulzura de los más bellos paisajes y la fidelidad de los pájaros que migran. Y en su corazón está grabada una ternura infinitiva, pero, a veces, una tristeza aparece en sus ojos...”.
Las invasiones bárbaras: Maria Goretti, la primera mujer de los sueños de Rémy
Las invasiones bárbaras: Françoise Hardy y la canción L'Amitié
Texto original de Patricio M. Trujillo O.

Está prohibida la reproducción total o parcial del texto sin la autorización escrita del autor.