O filme que assistimos...

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Patricio Miguel Trujillo Ortega


26 de agosto de 2017

El bonaerense



El bonaerense. Drama. 105 minutos. 2002. Argentina, Francia, Chile y Holanda.

Con Jorge Román, Mimi Ardú, Darío Levy, Hugo Anganuzzi, Victor Hugo Carrizo.

Dirección de Pablo Trapero.

El bonaerense es una película que tuvo una excelente crítica y una buena repercusión en los más diversos festivales internacionales de cine, sin embargo el público aún se siente algo incómodo al verla a pesar de estar frente a una buena producción cinematográfica, como nos tiene acostumbrado el cine argentino en las últimas décadas: uno de los mejores en lengua española.

¿De dónde surge esta sensación incómoda al ver El bonaerense? ¿Por qué el espectador no reacciona positivamente al final de la historia y se queda con la impresión de que algo le está faltando?
 
El bonaerense: cine crudo con personajes anti-héroes
 Aunque se podrían tejer varias hipótesis, una de las razones más explicables es que El bonaerense no sigue la línea a la que algunos directores, como Camponella, por ejemplo, nos han acostumbrado con sus dramas que no pierden la sensibilidad y el optimismo por la vida. Al contrario, Pablo Trapero nos mete de lleno en el neo-realismo argentino: un cine crudo, a veces desagradable de verlo, que muestra la violencia que rodea a sus personajes que son anti-héroes de sí mismos, inmersos en un paisaje urbano insípido, feo, que nos incomoda con tan solo verlo, en el que la corrupción a pequeña escala determina la sobrevivencia y el destino de su gente, ofuscando lo que de bueno existe en cada ser humano.
 
El bonaerense: el neo-realismo argentino de Pablo Trapero
El bonaerense es un cine en el que sus personajes no explican las motivaciones que les llevaron a comportarse de una u otra forma. Son personajes que le dan total libertad al espectador para que éste se forme su propia idea sobre ellos. Y ése es, justamente, el tipo de cine “incómodo” porque no hay respuestas para las preguntas que inevitablemente surgen durante el desarrollo de su historia. Tal vez esta sea una de las buenas contribuciones de Trapero al cine argentino: no se le puede echar siempre la culpa a los demás por los propios errores que uno comete.

La historia.-

El bonaerense cuenta la historia de Enrique Orlando Mendoza, más conocido como el Zapa. Tiene 32 años de edad, es cerrajero y vive en un pueblo pequeño, en una zona rural de Argentina, donde las personas se conocen y el tiempo está parado.
El bonaerense: la ciudad del Zapa, donde todos se conocen y el tiempo está parado
El Zapa trabaja en el taller del Polaco, quien le manda una noche, con otras dos personas desconocidas, a abrir una caja fuerte. Enseguida éstas y el Polaco desaparecen del pueblo, por lo que el Zapa es detenido por la policía al día siguiente.
El bonaerense: el Zapa abre la caja fuerte por orden del Polaco
Un tío del Zapa, Ismael, que fue policía en Buenos Aires, encuentra la solución para que Enrique no se quede en la cárcel. Con la ayuda de algunos conocidos, principalmente por la edad de su sobrino, consigue que el Zapa vaya a Buenos Aires e ingrese en la Academia de Policía para que llegue a ser agente en la Policía Bonaerense, algo que no estaba en sus planes, aunque la verdad sea dicha: parece que el Zapa no tenía ningún plan para su vida.

Al llegar a la Policía, un oficial le pregunta al Zapa: “¿Sabe dónde se mete? ¿Está seguro que quiere ser policía?
El bonaerense: festeja el año nuevo disparando al aire
El Zapa no sabe lo que quiere y como no tiene otra opción afirma que quiere ser policía y que sabe dónde se mete. El problema es que él no sabe, realmente, cómo es la policía bonaerense y después de entrar a la institución, poco a poco descubrirá la falta de escrúpulos de muchos policías. Será testigo de la corrupción activa y pasiva que hay dentro de la esa institución, de la inmoralidad de muchos agentes, del quemimportismo de muchos otros frente a lo que sucede, de la violencia que se resuelve a bala; en fin, de la decadencia que rodea no solo las instalaciones físicas de la corporación, sino a la propia institución policiaca. Zapa ingresa a un mundo siniestro y se adapta para sobrevivir porque es lo que mejor sabe hacer: adaptarse, aunque no se sienta satisfecho viviendo en ese mundo.
El bonaerense: el Zapa es detenido después en su ciudad por abrir una caja fuerte
El bonaerense muestra el período en el que Zapa se forma como policía dentro de la academia. Va a aprender el aspecto legal de su profesión, pero al mismo tiempo va a aprender, no por opción propia, la práctica de la ilegalidad: el robo, las coimas, lo que le transforma a él y a los otros policías en delincuentes.

Uno de sus superiores, un comisario, siente simpatía por el Zapa y le brinda el apoyo necesario en esos primeros meses en el que el nuevo policía, además de no conocer a nadie, no tiene ni siquiera un lugar donde vivir. Le ayuda a conseguir su primer sueldo que, por culpa de la burocracia y de la apatía de los responsables que no se importan con las necesidades de los otros, llega con tres meses de atraso. Pero esta ayuda no es gratuita y así, de esa manera, él se transforma paulatinamente en un policía “empleado” del jefe que debe cumplir los caprichos ilegales de éste.
El bonaerense: su superior le presta su arma hasta que el Zapa tenga su propia arma
Resumiendo, El bonaerense está divido en cuatro partes. La primera transcurre en la ciudad del Zapa y ocupa un cuarto de la película. La segunda parte, que es la más grande, acontece con el Zapa preparándose en la Academia para ser policía. Es ahí donde él conocerá los pormenores, no solo de su preparación como policía que debe cumplir con su deber, sino con el mundo ilegal que rodea a algunos miembros de la corporación. La tercera parte transcurre cuando él ya es policía y no puede escapar de los conflictos que le rodean y que él los ha aceptado pasivamente. La última parte, la más rápida, es el retorno del Zapa a su tierra natal y termina con una imagen, la más agradable y triste al mismo tiempo: camina, usando su uniforme de policía, por un campo vacío mientras se escucha una canción regional como una metáfora a las raíces del protagonista de la historia.
El bonaerense: el Zapa se gradúa como policía
El estilo.-

El bonaerense tiene un guion sucinto, seco, de pocas palabras, porque así es su protagonista: el Zapa. En el guion no hay ningún espacio para que sus personajes “dialoguen” sobre sus emociones, para que comenten sobre sus vidas, sobre sus sueños. No hay espacio ni siquiera para reaccionar frente al comportamiento inmoral de algunos miembros de la policía bonaerense. Lo que hay es una serie de escenas en las que no se explica todo lo que sucede. El espectador no ve los detalles para hilvanar la historia. Hay saltos constantes, pero no se dejan espacios vacíos en la película. Trapero no le lleva de la mano al espectador: deja que él mismo, solo, igual que sus personajes, caminen por la historia, sin revelar los pormenores de las acciones ni las características totales de las personalidades de sus personajes. No hay historias pasadas y/o futuras sobre los protagonistas que expliquen un determinado comportamiento. Se vive el presente que no se lo justifique por los “traumas” del pasado.
El bonaerense: el Polaco y el Zapa
Trapero consigue dibujar un perfil específico sobre la policía bonaerense: una institución en la que sus miembros caminan por inercia en un mundo decadente, abandonado, donde parece que no hay una moral que guíe a las personas que están rodeadas y acostumbradas con la corrupción, con la desilusión. Sin embargo, no se puede decir que la película sea una “crítica” social a la policía en general: es solo un reflejo de un mundo que existe, casi como si fuera un documental.

Para todo eso, Trapero se ayuda con una cámara que tiembla muchas veces y con una serie de tomas rápidas que favorecen para recrear ese ambiente escalofriante que es el nuevo mundo en el que vive el Zapa.

Los personajes.-

El Zapa es un personaje sencillo y complejo al mismo tiempo al que no conseguimos identificarlo como un “héroe”, ni como un anti-héroe. Es un personaje ambiguo que no sabe a dónde va ni lo que quiere. Habla muy poco y no sabe expresar sus pensamientos, sus emociones. Se deja arrastrar por la corriente, tal vez como un medio de sobrevivencia, o simplemente porque así se acostumbró a vivir en su pueblo, en donde la vida y el tiempo estaban parados para él. Él no sabe tomar decisiones; simplemente se acomoda a las situaciones que se le presentan, lo que, por contradictorio que parezca, le ayuda a ganarse la confianza del comisario, pues éste necesita justamente un “hombre de confianza” que sea de esa manera: sin cuestionar en absoluto, va a cumplir lo que se le mande.
El bonaerense: el Zapa y otros policías comprando armas "oficiales"
El Zapa vive tres etapas diferentes durante la película. En la primera, empieza a conocer la rutina de la policía y en silencio observa el ambiente de la comisaria y se gana la confianza del jefe, que se convierte en su “padrino”, aparentemente porque es simpático. Solo que después el Zapa tendrá que devolver esos favoreces con creces.
El bonaerense: los problemas se solucionan con el gatillo
En la segunda etapa, el Zapa se enamora de su antigua instructora de la Academia y tiene una relación apasionada y conflictiva con ella. Solo en esos momentos, específicamente en las escenas de sexo, él consigue expresarse toscamente y con cierta pasión descontrolada, aunque no lo hace con claridad, a tal punto que la relación termina porque Mabel se distancia al percibir que él ha sido tragado por ese ambiente nocivo que ella tan bien lo conoce. Al mismo tiempo, el Zapa vive momentos tensos cuando pasa a ser el “cobrador” de las coimas que recibe el comisario, que todo lo resuelve con el gatillo fácil. El Zapa se transforma en una especie de “hijo favorito”, con poderes especiales, al que le sonríe la vida, sin darse cuenta de que se ha convertido en una especie de “esclavo” del jefe.
 
El bonaerense: Mabel, la instructora de la Academia de Policía
El bonaerense: Mabel y el Zapa
La tercera y última etapa es cuando el Zapa recibe una medalla al valor en un supuesto caso en el que solo él y su superior saben lo que realmente sucedió. Aunque el Zapa nunca vivió ilusionado con su nueva vida, o por lo menos no dio a conocer sus emociones, es en este momento cuando vive la desilusión plena – si es que tenía alguna - y busca la única manera de escapar de ese mundo que le sofoca: el traslado a su pueblo natal.

Escenas especiales.-

El bonaerense: el Zapa, en su pueblo, a camino del taller del Polaco
Queremos destacar dos escenas que ofrecen el contraste de los dos mundos en lo que vive el Zapa. La primera sucede al principio de la película y muestra cómo es la vida parada en el pueblo donde vive el protagonista de El bonaerense. Él está sentado, junto con otras personas, en unas sillas y se escucha la voz de una muchacha que le dice que el Polaco lo llama. No hay nadie en las calles. Todo está en silencio y se percibe que la vida del protagonista transcurre en medio de una rutina paralizante, frente a la que él no hace nada para cambiarla.
El bonaerense: el Zapa duerme en la calle en su primera noche en la ciudad
La segunda escena es cuando el Zapa se reencuentra con el Polaco que le ha propuesto un nuevo negocio sucio y lo traiciona. El Zapa no esperaba que la situación se desarrollara con un final fatal, pero es el puntapié que necesitaba para tomar la decisión de regresar a su pueblo natal. No es que el haya cambiado, sino que desea continuar siendo policía en un medio en el que se siente más seguro y que tampoco le exige nada especial.
El bonaerense: el Zapa arreglando el patrullero en medio de la lluvia
Pero mucho más importante que las dos escenas que acabamos de mencionar, son una serie de pequeños momentos que son un ejemplo de ese mundo decadente en el que el Zapa tiene que vivir cuando está en la academia de policía y luego como policía. Son cuatro momentos que resumen lo dicho hasta ahora: el primero es cuando él llega a la ciudad y no tiene dónde vivir y pasa la primera noche durmiendo en el banco de una plaza. El segundo es cuando ya está en la academia y tiene que hacer tareas pesadas, como cambiar los neumáticos de un patrullero en medio de una lluvia: está solo, desprotegido y tiene que hacer lo que le ordenan. Siguiendo esta línea de pensamiento, de una institución policiaca desmantelada, vemos al Zapa y a otros compañeros empujando un patrullero para que pueda arrancar. La última escena es cuando un policía le presenta a una prostituta en la calle y le informa que a partir de ese momento el Zapa sería el encargado de cobrar los valores que ellas deben pagar.
 
El bonaerense: un policía le presenta al Zapa a las prostitutas
El bonaerense es una película seria que hay que verla con mucho cuidado. No es una denuncia social sobre la corrupción de la policía, sino el retrato de un individuo común que forma y constituye la sociedad que, por casualidad, es la argentina, pero podría ser cualquier otro país en el que las instituciones están en el límite entre la marginalidad y la legalidad.
El bonaerense: el Zapa de regreso a su tierra natal
Texto original de Patricio Miguel Trujillo Ortega.

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