Con Natasha Lyonne, Clea DuVall,
RuPaul Charles, Cathy Moriarty.
Dirección de Jamie Babbit.
Una historia absurda, divertidísima
y casi real.-
But I’m a Cheerleader es una comedia de finales de los
años noventa tan absurda, pero tan absurda, que es divertida, crítica, irónica,
satírica y, por increíble que parezca, algunos de sus aspectos hoy en día
parecen ser “absurdamente” reales. Es una comedia con un estilo narrativo
totalmente previsible que sigue el típico esquema poco convincente de la gran
mayoría de comedias románticas (introducción en la que se presente el problema
del protagonista; momento feliz en el
que los personajes viven su mundo de fantasía; la inevitable la decepción
triste, casi patética; y, finalmente, el final milagroso de felicidad plena).
Han pasado casi veinte años desde su
estreno y, por esas revira vueltas de nuestra sociedad, esta película sencilla,
sin grandes pretensiones – a no ser provocar la risa con situaciones tan
desatinadas para retratar de manera burlesca una sociedad prejuicioso e
intolerante – con artistas jóvenes (Natasha Lyonne y Clea DuVall) que con el
pasar del tiempo se han destacado en algunas películas y series de televisión,
gana actualidad por ese preocupante re-surgimiento, en algunos sectores de la
sociedad, de grupos extremistas y homofóbicos que insisten en la “cura gay” y
en el condenar a las personas por la sexualidad que éstas tienen.
But I'm a Cheerleader |
But I’m a Cheerleader es una película a la que vale la
pena rescatarla del olvido en el que se encuentra, a pesar de dos premios que
obtuvo en el Creteil
International Women’s Film Festivla. No es un filme al que los
grandes críticos lo tomaron muy en serio, sin embargo tiene sus méritos por la
manera de tratar un tema que afecta a un sector de la sociedad, aquél que sufre
porque está rodeado de personas que consideran que la homosexualidad es una
enfermedad que tiene que ser curada.
But I’m a Cheerleader es una comedia sarcástica que se
burla de los estereotipos de los estadounidense bromeado con esos mismos
estereotipos y, por medio de ellos, de la sociedad occidental que trata de
imitarlos; pero no es una burla gratuita. Puede ser que Jamie Babbit solo haya
querido divertirse con la película e ironizar la situación que retrata, sin
embargo, ella coloca el dedo en la llaga porque hoy, a finales de la segunda
década del siglo veintiún, aún hay mucha gente que se comporta de esa manera
extremista, aunque no tan ridícula como en la película – aunque poco les falta
– y a la que no le importa el sufrimiento de los demás.
But I'm a Cheerleader: Megan y Graham |
La historia.-
Megan es una joven estudiante de
diecisiete años. Es porrista y muy popular en el colegio. Tiene amigos, un
enamorado y está preparándose con el equipo de las porristas para viajar a otra
ciudad para participar en una competición. Un día, al llegar a su casa,
descubre que Jared, su enamorado, Kimberly, su mejor amiga, y sus padres están
juntos en la sala esperándola. Y con ellos, está Mike, el representante del
campamento ‘True Directions’ que usa
una camiseta en la que está escrito “Ser
heterosexual es estupendo”.
But I'm a Cheerleader: La madre de Megan, Jared y Mike |
Con mucho dolor y sufrimiento, los
padres de Megan le avisan que ella tendrá que pasar los dos próximos meses en
el True Directions, pues están
seguros que ella es lesbiana y, por tanto, tiene que curarse de su enfermedad. Ella
necesita con urgencia una reorientación sexual. Megan se queda sorprendida, no
solo con la noticia de que tiene que irse al campamento, sino de que le digan
que ella es lesbiana. Ella no acepta lo que le dicen y trata de defenderse,
pero sus padres y amigos utilizan cuatro argumentos incuestionables sobre el “desvío sexual” que ella tiene: primero,
ella es vegetariana; segundo, en su habitación tiene un póster de Melissa
Etheridge (una cantante muy famosa en los años noventa que declaró públicamente
ser lesbiana); tercero, abraza mucho a
sus amigas; y, cuarto, no le gustan los besos de su enamorado.
Mike, que se declara con convicción
como exgay, le dice a Melissa que él
ya pasó por la misma situación que pasa ella, y está seguro de que en el True Directions tendrá la oportunidad de
curarse gracias a un infalible programa de “cura” de cinco pasos, bajo la
dirección de Mary Brown, la administradora del campamento.
But I'm a Cheerleader: Megan y Graham |
Aunque Megan se niega a ir, no tiene
otra opción y acaba yendo al campamento. Al llegar allá, ella se siente
desubicada, pero acata con cierta docilidad las orientaciones de Mary Brown y
supera, con relativa facilidad, el primer paso del tratamiento: reconocer que
es lesbiana. Sin embargo, ella no está consciente de lo que es y se empeña en
seguir las normas de la institución para poder volver lo más rápido posible a
su casa.
But I'm a Cheerleader: Megan tiene asco de los besos de Jared |
Megan se relaciona con bastante
facilidad con las personas y luego hace amistad con Graham, una muchacha que sí
sabe que es lesbiana y que solo está ahí porque sus padres la amenazan con
desheredarla si no se vuelve heterosexual, pero que en ningún momento ha
pensado en cuestionarse su homosexualidad. Conforme los días avanzan y los
problemas en la institución surgen con los otros participantes, ya que Megan se
esfuerza en cumplir todas las metas que le han establecida, ella se interesa
más por Graham, hasta que finalmente descubre que sus padres tenían razón: ella
es lesbiana, pero en lugar de asustarse y de querer “curarse”, empieza a asumir
su homosexualidad con convicción, con orgullo, con deseo y con pasión.
La exageración y el ‘True
Directons’.-
Mientras Megan pasa por este
proceso, la historia no se detiene mucho en pequeñas historias de los otros
personajes que podrían haber sido más exploradas; no obstante, a pesar de esta
limitación narrativa, esas historias secundarias ayudan a completar el
escenario del True Directions: un
campamento mixto, en el que los hombres tiene que vestir siempre de azul y las
mujeres, de rosado. Además, ninguno de los integrantes quiere ser “curado” y
aquellos que terminan sometiéndose a los “cinco pasos”, lo hacen por una
cuestión de sobrevivencia, principalmente con sus familias. Todos son
homosexuales y fingen que están curándose, porque lo único que desean es poder
volver a sus casas. La única persona que no percibe ese ‘pequeño detalle’, es
Mary Brown, la fundadora del True
Directions.
But I'm a Cheerleader: El primer paso: Megan reconoce con espato que es homosexal |
El problema es que a veces,
principalmente los muchachos, no consiguen controlarse y los pescan en las
poses más ridículas y estereotipadas que uno se puede imaginar, como es el caso
de Dolph y Clayton que están besándose escondidos debajo de un escritorio.
But I'm a Cheerleader: Mary les enseña a los jóvenes cómo ser heterosexual |
Puede ser que parte del público se
incomode con el comportamiento estereotipado de los muchachos que hablan de
manera afectada, se mueven exageradamente y cuando están practicando algún
deporte, por ejemplo, chillan con una voz aguda y salen corriendo como si
alguien los estuviera matando. Aunque ese es un retrato estereotipado y
grotesco de los homosexuales, gracias a él la crítica a la “cura gay” funciona
a la perfección en la película mostrando, con sarcasmo, lo absurdo y ridículo
que representa esa idea, ya que Mary Brown y Mike, que los vigilan
constantemente, parecen no percibir lo que sucede.
But I'm a Cheerleader: Mary y Mike muestran los cinco pasos del programa de reorientación sexual |
Otro elemento que funciona de igual
manera, son los cinco pasos grotescos del programa de Mary Brown, que es una
ironía a esos “programas” mágicos que curan a mucha gente. Por ejemplo, los
muchachos tienen que practicar deportes y realizar tareas físicas, pero siempre
comportándose como “machos” y no como “mariquitas’. Las chicas, en cambio,
deben realizar todas las tareas de la casa. La función de ellas es la ser amas
de casa impecable. Solo esa información ya demuestra la crítica tenaz a ese
comportamiento que cataloga a los hombres y a las mujeres en funciones
predeterminadas en la sociedad. Es una crítica a la manera de cómo se
establecen los roles del género en nuestra sociedad.
But I'm a Cheerleader: gestos exagerados y estereotipos |
En el programa de Mary Brown también
hay otro elemento muy ridículo: las chicas comparten una misma habitación, y
caso tengan la ‘tentación pecaminosa’ de querer estar con una mujer, ellas
tienen una especie de ‘vibrador luminoso’ con el cual pueden dejar de pensar en
una mujer, pero en verdad lo que ellas hacen es masturbarse. Para Mary Brown no
es problema, siempre y cuando estén pensando en un “hombre”. Eso no se menciona
directamente en la película, pero queda sobreentendido.
But I'm a Cheerleader: Mary y su hijo Rock |
Hay dos otros casos que ayudan a
mostrar el fanatismo y la ceguera de los prejuicios. El primero es la presencia
de Jan, una muchacha fuerte, deportista, que no representa al padrón femenino
impuesto por los grupos dominantes de la moda. A ella la han enviado a la
institución porque piensan que es ‘marimacho’, pero la verdad es que ella
siempre ha sido heterosexual, razón por la cual, al no soportar más lo que
sucede en el True Directions, se
larga de ahí. La crítica negativa que le hacemos aquí a este personaje es que
si el guion hubiera trabajado un poco más la historia de Jan, hubiera logrado
un efecto mucho más eficaz para mostrar ese comportamiento enfermizo que
significa los prejuicios sociales, y la comedia habría ganado un toque más
profundo que la simple sátira.
El segundo caso es la celda
‘solitaria’ a la que son enviados aquellos participantes que tienen algún
comportamiento que no sea heterosexual. Es como si ellos estuvieran en una
prisión. Después de pasar varios días en la solitaria, ellos salen ‘convictos’
de que ya no son homosexuales, cuando en verdad lo único que están haciendo es
fingir, una vez más, pues a nadie, en su sano juicio, le gusta que lo
castiguen.
But I'm a Cheerleader: Graham y Megan |
Los personajes.-
Aunque los personajes son
superficiales, lo poco que sabemos de ellos es suficiente para reforzar el tono
crítico de But I’m a Cheerleader, lo que se refuerza con el visual de la
película: colores alegres y vibrantes tanto en el escenario como en el vestuario.
But I'm a Cheerleader:ores alegres y vivrantes. El dormitorio de las chicas |
Megan tiene diecisiete años y representa
todos los estereotipos ‘perfectos’ de las jóvenes estadounidenses retratadas en
las comedias del cine de este país: es joven, bonita, rubia y porrista. Es
popular, cristiana, buena amiga, saca excelentes notas y, como es lógico, su
enamorado es deportista y perfecto. Pero ella es ingenua y, paradojalmente,
fuerte y determinada. Cuando sus padres y sus amigos le acusan de ser lesbiana,
ella se defiende diciendo “¡Pero yo soy
porrista!”. Es como que, por el simple hecho de ser porrista, ya es
heterosexual; es decir, nadie puede refutar su sexualidad. Esta característica de Megan constituye en una
sátira a las porristas retratadas en las películas que aparecen como el ideal
de lo que deben ser las adolescentes estadounidenses: perfectas.
But I'm a Cheerleader: Megan |
Megan nunca cuestionó su sexualidad
y cree, en su ingenuidad, que todas sus amigas son como ellas. Cuando su
enamorado la besa, ella hace muecas de asco y, para soportar los besos, piensa
en sus compañeras porristas: las ve saltando y haciendo piruetas en el aire, lo
que le permite ver las piernas y los shorts cortos que usan sus amigas. Ella se
decepciona al descubrir que sus amigas no son como ella, y se esfuerza con
honestidad en seguir los pasos del True
Directions para aprender a ser heterosexual, hasta que finalmente se da
cuenta de que es lesbiana y se siente bien con eso, a tal punto que es capaz de
no tener miedo de las amenazas de sus padres conservadores y homofóbicos para estar
con la mujer que ama.
But I'm a Cheerleader: A Rock le cuesta mantener las apariencias |
Mary Brown, la fundadora del campamento, es
homofóbica. Pero el verdadero problema de ella es que su hijo, Rock, es homosexual. Se percibe desde
el primer momento que ella lucha para que su hijo se comporte como un “macho”
y, todo lo que hace en el campamento no es más que una transferencia de las
frustraciones que tiene con su hijo. Al mismo tiempo, él no se esfuerza mucho para “corregirse”. Su ‘instinto’
siempre le traiciona y su madre tiene que llamarle la atención todo el tiempo
para que se comporte como un “heterosexual”, pues siempre que puede está
coqueteando con Mike, quien, a pesar de la imagen que vende de ser un ‘exgay’, continúa siendo tan homosexual
como dice haber sido en el pasado; razón por la que tiene que vigilarse mucho
para no delatar su verdadera personalidad.
But I'm a Cheerleader: las muchachas aprenden a ser mujeres |
Escenas especiales.-
La primera escena que queremos
destacar es cuando Megan y su enamorado se besan. Gracias a las muecas de asco
que ella hace y a las imágenes de las otras porritas saltando, el espectador ya
sabe, antes que la propia Megan, que ella es lesbiana. Esta escena es clave
porque, queriendo o no, lo que se espera desde el principio es que ella asuma
su sexualidad.
Otra escena importante es cuando
Megan conoce a Larry Morga-Gordon y a
su pareja Lloyd Morga-Gordon. Ellos
se autodenominan “ex-exgay”, pues ambos ya pasaron por el True Directions y piensan que el programa de Mary es una
aberración. Siempre que pueden, y a escondidas de Mary, ellos llevan a los
jóvenes del campamento a un bar gay donde los muchachos pueden ser lo que ellos
son: homosexuales. Además, cuando Mary expulsa a alguno de los muchachos, ellos
lo reciben en la casa y lo ayudan hasta que puedan reintegrarse a la sociedad,
que es lo que sucede con Megan. La secuencia en la que ellos aparecen, es
importante no solo porque representan el lado opuesto de lo que significa el True Direction, sino porque cuando Megan
sale con sus amigos, tiene la oportunidad de relacionarse mejor con Graham e
iniciar su romance con ella.
But I'm a Cheerleader: Graham y Megan |
La tercera escena que vale la pena
mencionar es cuando Megan, con ayuda de Dolph, que está hospedado en la casa de
Larry y Lloyd, decide no desistir de su Graham y hace todo lo que puede para re-seducirla
primero, y recuperarla enseguida. Lo interesante es que “hace todo lo que puede” significa que utiliza sus encantos y
habilidades como porrista. La escena es cómica, vergonzosa y muy significativa:
ella al principio rechaza la idea de que es lesbiana porque es una porrista; al
final, reconoce que es lesbiana y usas sus dones de porrista para contarle al
mundo su amor por Graham.
But I'm a Cheerleader: Megan, lista para seducir a Graham |
Para finalizar el comentario, hemos
escogido una de las escenas más grotescas e irónicas de la película. Los
muchachos que han sobrevivido a los cinco pasos de Mary, tienen que graduarse como
heterosexuales, representando, frente a sus padres, el papel más importante que
cada uno de ellos debe tener en la vida: la relación sexual entre hombres y
mujeres. Cada uno de ellos debe asumir con seriedad la responsabilidad de ser
heterosexual. Tienen que demostrar que están curados. Los muchachos deben
comportarse como se espera que se comporte un hombre: machista, dominante,
seguro de sí mismo; la mujer, pasiva, subordinada y sexy, disponible para el
hombre. Esta escena es definitivamente una de las mejores porque es el momento
en que la película llega a su clímax en la sátira a lo que representa, no solo
lo ridículo de la “cura gay”, sino también el hecho de establecer padrones de
comportamiento sociales que son reproducidos constantemente de las más diversas
formas y de los cuales, mucha gente no consigue escapar. Los muchachos tienen
que usar unas ropas especiales y entrenar cómo tener relaciones heterosexuales.
But I'm a Cheerleader: aprendiendo a tener relaciones heterosexuales |
But I'm a Cheerleader: aprendiendo a ser hombres y mujeres |
Leyendo algunas informaciones, de
las escasas que hay en Internet sobre But I’m a Cheerleader, parece que la
idea original de la directora Jamie Babbit era la de hacer una comedia sin
muchas pretensiones, y eso se percibe por la superficialidad con la que se
trabaja el tema y los personajes; no obstante, hay que reconocer que ella
consiguió mucho más de lo que se propuso originalmente. Además, con el pasar de
los años, como dijimos al principio, la película gana fuerza y actualidad. La
única recomendación para el espectador que aún no la ha visto, es que perciba
que estamos frente a un filme en el que los estereotipos
son el mejor medio para cuestionar los estereotipos
que nos venden todos los días en la sociedad y que la mayor parte de la gente
los acepta sin pensar dos veces.
But I'm a Cheerleader: comportamientos estereotipados |
Finalmente queremos hacer una
crítica negativa a la traducción del título original al portugués. Hemos visto
que en Brasil a la película se la conoce con el nombre de Nunca fui santa. Ya hemos
visto en otras oportunidades las traducciones más ridículas y grotescas de
títulos de películas, pero en este caso lo grotesco trasciende cualquier límite
que hay en la traducción e interpretación de un título. No sabemos quién fue el
responsable por esa traducción tan estúpida, irresponsable y sin sentido. Al
colocar el título “Nunca fui santa”,
destruyen por completo el sentido del filme. Si la protagonista, que se
considera buena persona, buena estudiante, buena hija, buena cristiana, dice
que ‘nunca fue santa’ está queriendo decir que fue “maldita, impía, condenada,
profana, et.”, pues esos son algunos de los antónimos de “santa”. En otras
palabras, es como decir que Megan no fue santa porque desde el principio era
lesbiana. De esta manera, se desvirtúa totalmente la película y solo ayuda a
crear más prejuicios e ideas ridículas. Es como si el “nunca fui santa”
justificara “la cura gay”. Los responsables por traducir los títulos, además de
tener sentido común, deberían conocer algo más de idiomas y entender la
película que van a traducirla. Las distribuidoras no pueden darle esa tarea tan
importante al primero que se ponga delante de ellos, por más títulos que tenga
de traductor.
Texto original de Patricio M. Trujillo O.
Está prohibida la reproducción total o parcial el texto sin la
autorización escrita del autor.
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