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Patricio Miguel Trujillo Ortega


31 de janeiro de 2013

Full Metal Jacket - Nacido para matar



Full Metal Jacket – Nacido para matar, Drama, Guerra. 116 minutos, 1987. Estados Unidos.

Con: Matthew Modine, Adam Baldwin, Wincent D’Onofrio, Dorian Harewood, Arliss Howard, Lee Ermey.

Dirección: Stanley Kubrick.

La estupidez y las terribles consecuencias de la guerra son temas que están presentes en el cine desde los inicios de este arte; se han hecho buenas y malas películas con los objetivos más diversos: defender una ideología, justificar los asesinatos, ganar dinero con el sensacionalismo, hacer llorar al público con historias melodramáticas...

En fin, podríamos enumerar una lista grande de las razones por las que se producen y por las que tienen éxito este género cinematográfico; sin embargo, vamos a recordar una de las mejores películas de guerra que trató el tema tabú de la guerra del Vietnam desde un punto de vista diferente.

Nacido para matar de Kubrick apareció en 1987 no para mostrarnos los horrores que suceden en la guerra, sino para “denunciar” la crueldad con la que los “marines” estadounidenses son entrenados para matar. Un entrenamiento en el que la dignidad humana es pisoteada con el solo objetivo de que cada uno de los soldados se transforme en una máquina de asesinar. No obstante, esas máquinas de matar son hombres y hay una frágil línea en la que la humanidad del individuo podría ser rescatada.
Nacido para matar de Kubrick
A pesar del gran éxito económico y de crítica que tuvo esta película, quedó un poco ofuscada – para aquellos que viven de estadísticas y piensan que el Oscar es sinónimo de excelencia (sabemos que, como todos los premios, no es así pues hay muchos criterios subjetivos e “intereses” al escoger las mejores películas del año) – porque un año antes apareció Platton (1986), otra gran película que mostró lo que hasta ese momento Hollywood no había querido mostrar (los soldados estadounidenses no eran los grandes héroes de la guerra Vietnam como defendían las producciones de los años setenta).

Nacido para matar se inspiró en la novela de Gustav Hasford, The Short-Timers, y aunque las críticas siempre dicen que la película está dividida en dos partes, nosotros creemos que está divida en tres.

La degradación humana

La primera parte dura aproximadamente cuarenta y cinco minutos y es tensa, persevera, aguda y cruel. Son cuarenta y cinco minutos que pasan rápido. Las escenas se suceden una atrás de otra, con muchos primeros planos y tomas generales. Con la primera escena, el director le prepara al espectador para lo que va a suceder: un mundo donde las palabras y las acciones sirven para humillar y degradar al recluta que no tiene el derecho de defenderse. En la primera escena aparecen los rostros, uno después de otro, de los reclutas a los que les están raspando la cabeza. Los movimientos de la máquina son duros, rápidos y precisos.
Nacido para matar
Los nuevos reclutas están en el centro de entrenamiento de Parris Island y van a ser transformados en “auténticos” marines, listos para combatir en Vietnam. Según el sargento Hartman, responsable por el entrenamiento, ellos no valen nada como individuos, solo como “marines” porque lo que perdura es la institución. Por tanto, Hartman utiliza todas las técnicas posibles para hacerlos sentir insignificantes como personas; durante el entrenamiento, los insulta todo el tiempo (todas las frases del sargento están llenas de los peores improperios), los golpea arbitrariamente, les da apodos humillantes y se burla con crueldad de cualquier defecto de ellos. Los marines no pueden reaccionar y se ven obligados a aceptar pasivamente la denigración a la que son sometidos.

Podemos decir que en esta primera parte no hay diálogos y sí un “monólogo constante de terror” del sargento Hartman, pues su voz es la que domina todo el tiempo y solo en muy pocos segundos los reclutas pueden hablar. No importan sus sentimientos y no consiguen comunicarse entre ellos. Cuando hablan o hacen algo sin la autorización,  sufren las consecuencias de la ira del sargento, quien desde el primer día ya les advierte que siempre tendrán que usar la palabra “señor” antes y después de hablar: “Señor, sí, señor; señor, no, señor”.
Bufón y el sargmento Hartman: ¡Señor, sí, señor!
Ellos solo pueden obedecer: no se les permite pensar ni sentir.

Esa es la imagen que tiene Hartman sobre cómo deben ser los marines para que estén preparados para matar.

Bufón y Patoso
Además del sargento, hay dos personajes principales en esta primera parte. El recluta Bufón, que es el principal, y Patoso, en quien está centrado el drama de los primeros cuarenta y cinco minutos.

Bufón es un joven que sueña en “ser el primer chico de su barrio en tener una muerte vietnamita certificada”. Es burlón, sarcástico y vive intensamente la dualidad entre matar y vivir, entre la guerra y la paz. La escena más importante de Bufón en la primera parte es cuando Hartman lo designa como jefe del pelotón porque le gustó la claridad con la que habló. Bufón se niega a creer en el personaje de la Virgen María y cuando el sargento se enfurece y le exige una explicación, Bufón le dice que, sea cual sea la respuesta que él le dé, el sargento lo golpeará de igual forma. Bufón, como jefe del pelotón no tiene ningún derecho especial y recibe los mismos tratos que sus otros compañeros.

Patoso es quien ejemplifica la transformación que sufren los jóvenes reclutas en ese duro proceso al que los somete el sargento Hartman. Él es gordo, alto, inseguro, tímido y cuando el sargento lo encara, él sonríe como consecuencia de su inseguridad, pero parece que se está burlando. Por esto, Hartman empieza a humillarlo de una forma cruel, tratándolo como si fuera un enfermo mental. Hay varias escenas que muestran esta situación dolorosa a la que se le somete. Podemos mencionar dos: en una de ellas él tiene que permanecer sentado, chupándose el dedo como si fuera un bebé mientras los reclutas hacen flexiones de pecho. En otra escena, Patoso marcha en último lugar en el pelotón con el dedo en la boca, nuevamente como si fuera un bebé, y con los pantalones caídos, lo que le impide de ir al ritmo de sus compañeros.

Esta situación no provoca risas en el espectador pues las escenas son duras y no hay ningún tipo de humor. Se ve la incapacidad que tienen los jóvenes de defenderse: son vulnerables al autoritarismo de la institución militar que solo quiere “marines” que sean capaces de destruir al enemigo, sin ningún otro tipo de emoción.

La situación de Patoso es tan crítica que Hartman, no por compasión sino como una forma más de humillarlo, le designa a Bufón como responsable de Patoso. Entonces, él tiene que enseñarle a hacer todo: se lo ve cómo le enseña a lustrar las botas, a limpiar el arma, a vestirse, a hacer los ejercicios físicos. Las pocas veces que ambos conversan, se ve a un Bufón “humano”: delicado, dedicado y paciente.
Nacido para matar
Sin embargo, esta situación llega a su momento más tenso cuando Bufón tiene que vencer su “debilidad humana” para sobrevivir entre los reclutas: en una inspección de rutina, el sargento Hartman descubre que Patoso ha escondido un dulce en su equipaje y que come fuera del horario regular. Entonces, Hartman decide castigarle al pelotón, porque les acusa de que no han sido capaces de enseñarle las reglas a Patoso. Por tanto, el sargento le obliga a Patoso a que se coma el dulce mientras les castiga a sus compañeros. Esta acción provoca la ruptura entre Patoso y el resto del pelotón; por tanto, una noche el pelotón decide darle una lección a Patoso y Bufón se ve obligado a participar en el suceso.
El pelotón es castigado frente a Patoso
Patoso está durmiendo en la litera cuando Bufón, con una toalla, le tapa la boca con fuerza; al mismo tiempo, dos compañeros lo inmovilizan con fuerza, usando una cobija, mientras tanto, todos los integrantes del pelotón, inclusive Bufón, le golpean con mucha fuerza en la barriga con un pedazo de jabón envuelta en una toalla. Solo se escuchan los quejidos desesperados de Patoso que no puede defenderse y los golpes crueles de sus compañeros.

Como consecuencia de eso, Patoso cambia totalmente y se vuelve más introvertido. Empieza a hacer las actividades mucho mejor, desarrolla una habilidad extraordinaria para disparar y pierde el sentido total de la vida. Por eso, la primera parte finaliza con el asesinato de Hartman y el suicidio de Patoso.
Patoso perdió el sentido de su vida
Vale la pena resaltar en esta primera parte, un trecho del “creo del fusilero” que los reclutas deben recitarlo: “Este es mi fusil; hay otros muchos pero este es el mío. Mi fusil es mi mejor amigo y es mi vida; tengo que dominarlo igual que me domino a mí mismo. Sin mí, mi fusil no sirve, sin mi fusil, yo tampoco sirvo. Tengo que acertar con mi fusil; tengo que disparar al enemigo que quiere matarme; tengo que darle antes de que me dé a mí. Lo haré....”

Patoso y Bufón
El “credo del fusilero” es un resumen de lo que se espera de los marines y para eso deben perder por completo cualquier rasgo de su humanidad.

El credo del fusilero
Segunda parte.

La segunda parte de Nacido para matar dura pocos minutos y la historia sucede en Vietnam, a donde Bufón ha ido como corresponsal de guerra de los marines y trabaja en el periódico militar Barras y Estrellas.

Esta segunda parte, que dura pocos minutos, sirve para que conozcamos cuál es la situación de Bufón, quien aún no ha ido al campo de batalla y se dedica a su trabajo, como dice su jefe, que es manipular la opinión pública, inventando noticias falsas, que es lo que “el público” quiere saber: soldados norvietnamitas que desertan, la reconstrucción del país con la ayuda de los soldados estadounidense, combates victoriosos, etc.
Bufón y Rompetechos en Vietnam
El Bufón que vemos aquí es irónico, sarcástico y se burla de todo. Las escenas que muestran son de las reuniones con su jefe y los otros integrantes del periódico, paseos por la calle donde ve a una prostituta, con quien regatea el precio, cómo le roban a su compañero de trabajo la cámara de fotos, y la visión que tiene de Vietnam se resume en la siguiente frase: “Estamos aquí para ayudarles y cuando pueden, nos joden”. Es una visión estrecha de lo que sucede y que tomará otra dimensión en la tercera parte de la película.

La dualidad: nacido para matar vs paz y amor.

Bufón usa en su uniforme el símbolo hippie de paz y amor al mismo tiempo que en su casco está escrito: nacido para matar.

Esta es la dualidad no sólo de él, sino lo que Kubrick nos deja al final de la película: los marines son entrenados para que sean crueles, fríos, precisos y que, de alguna forma u otra, disfruten cumpliendo con su obligación: matar al enemigo; sin embargo, hay algo de “humano” que algunos marines no lo pierden por completo.
Vaquero al mando del pelotón
Una parte de esta crueldad se ve cuando Bufón, junto con un fotógrafo, Rompetechos, son enviados al frente de batalla para registrar lo que está sucediendo, justo cuando se da la famosa “Ofensiva del Tet” (enero de 1968 y que cambiará el curso de la guerra del Vietnam). Los dos vuelan en un helicóptero en el que está un marine que dispara con su arma a cualquier vietnamita (hombres, mujeres, niños) que aparece, pues todos son sospechosos y, mientras lo hace, cuenta con orgullo la cantidad de muertos que él tiene (más de cien) ya que “todo lo que se mueve es un vietcong; todo lo que esté quieto es un vietcong disciplinado”.
Fusilero matando a cualquier vietnamita
En el frente de batalla, Bufón intenta localizar a su antiguo compañero de instrucción, el Vaquero. Durante una serie de escenas acompañamos la situación en la que viven los marines en relación a su trabajo que están cumpliendo. Una de estas escenas, verdaderamente grotesca, es cuando los soldados están sentados en el suelo y cada uno pronuncia una serie de palabras ante los cadáveres; incluso, hay un soldado del vietcong muerto, sentado, como si estuviera fumando, del cual se burlan. Es una escena que muestra el sentir de los soldados en relación a sus enemigos, a sus creencias y a la propia a la muerte.

Después de una serie de eventos militares, el pelotón, ahora bajo el mando del Vaquero, pues su superior ha muerto, se equivoca de dirección y cae en una emboscada. Un francotirador, estratégicamente, les ha cerrado el paso en una serie de edificios en ruinas y elimina a un soldado. El Vaquero solicita ayuda por radio, pero no le atienden a su pedido y otro soldado intenta ayudar al compañero caído. Los minutos que viven ese instante son angustiantes pues, por un lado Vaquero intenta salvar la vida de todos y quiere retroceder, pero por otro lado no sabe cómo rescatar a los dos soldados caídos.
Nacido para matar - Paz y amor: la dualidad de Bufón
A pesar de los cuidados, la situación del pelotón es de extremo peligro frente a la posición privilegiada del francotirador quien, con un disparo preciso alcanza a Vaquero, que muere entre espasmo en los brazos de Bufón.

Finalmente Bufón ve la muerte, que tanto quería ver, en sus propias manos.

La acción continúa hasta que Animal localiza el lugar exacto donde está el francotirador, que es una mujer, y Bufón y Rompetechos consiguen llegar a lugar preciso donde ella está. Bufón intenta matarla, pero su arma no le funciona y Rompetechos le hiere mortalmente a la francotiradora, que no muere y pide, en su lengua, que la maten, pues está sufriendo mucho.

Este es el momento crucial del Bufón. Lo volvemos a ver en la dualidad. Él quiere que le maten a la mujer para que no sufra, pero los otros soldados quieren dejarla tirada en el suelo, herida, sangrando, para que muera sufriendo, después de todo ella mató a tres soldados. Bufón se ve obligado a tomar una decisión y se transforma, finalmente en el primer chico de su barrio en tener una muerte vietnamita certificada.

Pero cabe formular una vez más la pregunta: ¿lo mató por compasión o por venganza?

Nacido para matar es una película obligatoria que le seduce al espectador, inclusive a aquel que no le gusta el cine bélico, puesta esta obra de Kubrick, cinematográficamente es de excelente calidad y, filosóficamente, es una denuncia que no pierde su vigencia en los días de hoy y que, probablemente, conforme avancen los años, por el camino que vamos, continuará valiendo aunque el frente de batalla sea en otras regiones.

Texto original de Patricio Miguel Trujillo Ortega.

Queda prohibido la reproducción total o parcial del texto en cualquier medio sin la autorización escrita del autor.

Um comentário:

  1. me gustó mucho.
    en lo único que no estoy de acuerdo es que la película está dividida en tres partes. Toda la acción pasa en Hue. En la novela, la tercer parte en Khe San donde es muerto Cowboy.

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