O filme que assistimos...

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Patricio Miguel Trujillo Ortega


21 de outubro de 2011

Mi Mejor Enemigo


Mi Mejor Enemigo, 2005, Drama, Chile-Argentina, 100 minutos.

Con Miguel Dedovich, Jorge Roman, Erto Pantoja, Nicolás Saavedra, Felipe Baun.

Dirección: Alex Bowen.

Mi Mejor Enemigo nos cuenta la aventura de un grupo de soldados chilenos que, abandonados y perdidos en la extensa región yerma de la Patagonia, caminan con la misión de montar un “nido provisorio en la frontera” y matar por lo menos a 5 soldados argentinos.

Mi Mejor Enemigo es una película que nos hace reflexionar no solo sobre lo absurdo de la guerra, sino también de lo frágil que son las relaciones humanas; nos habla de la soledad y la pequeñez del ser humano; y, aunque parece que ese no quiere ser su objetivo, nos muestra hasta dónde podemos llegar con el uso y el abuso de palabras como patria y patriotismo.

Por un momento, cerremos los ojos e imaginémonos la región patagónica: kilómetros y más kilómetros de tierra que parecen no tener fin, donde el viento es el dueño absoluto de una hermosa región en la que el ser humano es pequeño y frágil.
Cada soldado chileno recibe las balas con las que tiene matar a un argentino
Fue en 1978 que Argentina y Chile, dominados por crueles y sanguinarias dictaduras militares, casi inician una guerra por unas islas del canal Beagle (Picton, Lennox y Nueva) que muchos argentinos y chilenos ni siquiera sabían que existían.

Los soldados chilenos empiezan a buscar dónde está la frontera
Mi Mejor Enemigo empieza con una “voz en off” (la del conscripto Rojas que nos acompañará durante toda la historia) que nos cuenta que ese año fue un año difícil; un año en el que la palabra “exilio” empezaba a rodar y en la que muchos amigos simplemente desaparecieron; un año en el que “las cosas no estaban bien en el sur”; un año en que cinco hombres que no sumaban juntos ni 100 años tenían que matar o morir.

Sin embargo, ¿dónde está la frontera?
Caminando en la imensidad de la Patagonia
¿Cómo encontrar una línea imaginaria –que solo en el mapa es clarita- y frágil que puede convertir a hombres desconocidos en amigos y enemigos al mismo tiempo por el simple hecho de tener una bandera diferente?

¿Dónde está la frontera?

Este es el “leimotiv” de Mi Mejor Enemigo: la frontera está en algún lugar y nadie sabe su lugar exacto; hay que encontrarla aunque para eso se tenga que morir.

El perro los acompaña mientras los soldados caminan perdidos
Aunque la película empieza con la presentación del conscripto Rojas –el narrador de la historia- y de la situación crítica que se ve vive en el momento, Mi Mejor Enemigo se inicia propiamente cuando cinco soldados y un sargento del ejército chileno se bajan de un camión y forman una línea para recibir las instrucciones de su misión. Instrucciones que el soldado Orosco las grita con toda la fuerza de sus pulmones, de una sola:
   
Constituirnos como punto avanzado de combate. La primera línea de contención del ataque enemigo. Debemos informar posiciones enemigas y en caso de ataque avisar a la zona de la línea de defensa. Además, después de informar, cada soldado mata por lo menos 5 soldados argentinos y se encomienda a la Virgen del Carmen, patrona de Chile y su glorioso ejército”.

Sin la brújula, no saben por dónde ir: cualquier paso mal dado... una guerra
Antes de este grito de guerra, los jóvenes soldados chilenos son transportados en un camión donde reciben un papel para que cada uno firme su “testamento”. Hay pocas palabras, pero los rostros de los jóvenes conscriptos muestra el miedo de saber que están a un paso de la muerte. Una muerte decida por los generales que están lejos, muy lejos de ahí.

Frío, viento, hambre y soledad... ¿Dónde está la frontera?
La imagen de cuando el camión se aleja y los soldados se quedan solos en la región es impactante porque, además de la pampa gigante, el cielo nublado y la pequeñez de los soldados en medio de la nada, el espectador siente y vive la soledad que les rodea a los soldados.

Definitivamente, ellos están solos frente a un enemigo que no aparece por ningún lado.

Los soldados chilenos le llevan a Mancilla que está herido
Esta es una de las características de la fotografía de Mi Mejor Enemigo: nos muestra lo pequeño que es el hombre en una tierra gigante. Hay muchas escenas generales de la región, las nubes, el viento, el silencio y el paso lento de seis hombres que buscan un alambrado que había sido colocado en 1904.

Durante su largo caminar, los soldados llegan a unos galpones abandonados. La escena es deprimente, pues en medio de la nada y de las  ruinas, ellos caminan con sus armas listas para el combate, con miedo; mas, las dos únicas cosas que consiguen en ese lugar es romper la brújula –lo que define por completo su destino- y encontrar un perro  que a partir de ese momento los acompañará inseparablemente.
Enemigos frente a frente: perdidos y buscando la frontera
Sin la brújula, el grupo se pierde.

Como caminan sin saber si están en territorio chileno o argentino y cualquier paso mal dado podría provocar una guerra, deciden cavar trincheras. El soldado Rojas consigue transmitir el significado de las trincheras: “son para esconderse; nosotros solo queríamos que alguien nos encontrara. Nos estamos enterrando en la pampa”.

Por otro lado, el agua se le está acabando.

Los mejores enemigos en uan foto histórica
Mientras permanecen en las trincheras, los soldados tienen la oportunidad de conocerse; mas, uno de los diálogos realmente interesante en esta parte de la película es cuando se preguntan entre ellos si ya han estado alguna vez en Argentina. El sargento Ferrer les dice que sí ha estado en Argentina y cuando le preguntan cómo es, él responde: “igual que aquí”.

“Igual que aquí”. Son tres palabras muy profundas: ¿qué nos hace diferentes de unos y de otros? El nombre del país y los colores de las banderas, ¿nos pueden separar?

La respuesta del sargento, por otro lado, como que rompe el misterio de lo desconocido porque, tal vez los conscriptos, como mucha más gente, se imaginaban que el otro país sería diferente; pero, ¿en qué son diferentes las personas?

Partido de fútbol en la pampa: chilenos versus argentinos
Además, el sargento dice que en esa región todos son parientes: argentinos y chilenos. Entonces, uno de los soldados dice: “o sea que por eso somos todos del norte; somos del norte para asegurarse que peleáramos”.

Porque si fueran del sur, ¿serían capaces de pelear en una guerra “fratricida”?

Parece que las decisiones que se han tomado para la guerra suceda han sido pensadas fríamente. Aunque Mi Mejor Enemigo no se concentra en este discurso-político-ideológico, no lo podemos ignorar. La película está más preocupada por presentarnos el lado humano de los jóvenes soldados que van a morir por algo que no saben por qué.
El hambre es el mismo para todos, pero argentinos y chilenos insisten en no entenderse
Durante las conversaciones que suceden en la trinchera, hay muchos primeros planos que nos ayudan a conocer mejor a los personajes. Dejan de ser simples militares que marchan a una lucha desesperada y pasan a ser personas que empiezan a compartir sus vidas y que ahora tienen un objetivo en común: sobrevivir.

De repente, la cámara gira lentamente 360 grados y percibimos dónde están: una trinchera en medio de la nada; no obstante, hay una terrible sorpresa: frente a ellos, a tal vez unos cien metros de distancia, hay otro grupo de soldados que también está perdido y en una trinchera, solo que ellos son argentinos: los enemigos a los que deben matar.

El miedo y la desesperación se apoderan de ambos lados. Se levantan, cogen sus armas, las apuntan y se preparan para matarse por el simple hecho de estar frente a frente porque la verdad es otra: ni chilenos ni argentinos saben dónde está la frontera.
Finalmente el chileno acepta comer
 Todos están perdidos y solos.

Pero poco a poco la tensión entre ambos grupos disminuye y empiezan a relacionarse. No es una amistad total la que nace entre ellos, pues tanto del lado chileno como del argentino siempre hay alguien que insiste en que los otros son los enemigos y no pueden hacerse amigos, pues eso sería traicionar a la patria. Insisten en que están en guerra y que a ellos les pueden fusilar por eso. Por otro lado, algún argentino insiste que no hay nada mejor en el mundo que un chileno muerto.
Y todo eso sucede en un lugar tan distante de cualquier ciudad o pueblo. Ellos son los únicos que están ahí y el odio con el que han sido inculcados parece que quiere salir.

No obstante, la necesidad de sobrevivencia es más fuerte. Mancilla, soldado chileno, se había herido la pierna cuando intentaba cazar un conejo y la herida está infectada y ellos no tienen penicilina. Solo los soldados argentinos pueden salvarle la vida.

Y lo salvan.

A partir de ese momento se da una serie de situaciones en la que los enemigos deben dejar de lado sus diferencias y hacerse amigos. No lo hacen totalmente, pues siempre hay alguien que está ahí recordándolos que son enemigos; no obstante, viven momento intensos y divertidos.
Soldados argentinos bailando tango
Una de las situaciones más graciosas que se da en este clima de tensión es cuando ambos bandos deciden trazar una línea imaginaria como frontera entre argentinos y chilenos y lo único que casi provocan es un incendio en la pampa. Rojas, que es nuestro narrador, nos dice que “el viento de la Patagonia se encargó de marcar su propia frontera

Otra situación que sirve para disminuir la tensión es un partido de fútbol que improvisan con una pelota hecha a mano. El juego de fútbol sirve para disminuir la tensión, pues el miedo y, al mismo tiempo, la valentía que deben mostrar porque se les “ha mandado” a la guerra a matar, fluyen libremente durante el juego que es interrumpido cuando pasan a ras de suelo dos aviones.

Sin embargo, hay una escena en este momento de la película que es muy importante y que tiene un significado fundamental:

Tanto los argentinos como los chilenos tienen hambre, están perdidos y no se atreven a retroceder o a avanzar; sin embargo, la situación de los chilenos es la más dramática porque están con el radio dañado y el sargento, antes de que el radio se dañara, a pesar de la herida de Mancilla, siempre informó a sus superiores que no había ninguna novedad.

De repente, cuando están compartiendo un momento de amistad entre enemigos, aparece un ovejero montado en un caballo que conduce su rebaño de ovejas. Lo miran y él los saluda con la mano y les hace un gesto simbólico en el que les dice que se pueden quedar con una oveja.

Soldados chilenos bialando cueca
Ante esta escena nos interrogamos: ¿por qué no le preguntaron quién era, de dónde era y dónde ellos estaban?

El hecho de que no se hiciera esta pregunta es clave para entender lo absurdo de la situación en la que viven esos soldados enemigos: el pastor camina por sus tierras. Cruza la frontera una y otra vez y todas las veces que sean necesarias porque es una región extensa de tierra que para él y sus animales son importantes, llámese como se llame.

El pastor se aleja y se quedan los soldados, frente a frente: enemigos versus enemigos: ¿Tiene sentido mantener la enemistad cuando no se tiene ni qué comer porque “están en guerra” y los van a fusilar por hacer amistad con el enemigo?

¿Y quiénes son esos enemigos?

Son jóvenes que no llegan ni a los veinte años, que han salido de la casa familiar para cumplir la conscripción y a los que les están obligado a jugar de adultos con un arma en la mano mientras los grandes generales están en sus “trincheras” alfombradas y lujosas comandando con mano dura sus respectivos países.

Además, ¿qué van a ganar los soldados si inician la guerra? No saben si será dinero, alguna medalla o algún otro tipo de reconocimiento.

En fin, cuando el pastor y su rebaño se van, todos corren atrás de la oveja y cada grupo quiere llevársela a su lado. Como no se ponen de acuerdo, la dejan amarrada hasta que finalmente el hambre es más fuerte y se ven en la necesidad de compartirla: la oveja es de ellos. No obstante, hay un soldado chileno que prefiere tener hambre a comer con el enemigo.

La escena previa a la comida es muy bonita. La cámara, desde lejos, nos muestra la gigantesca pampa y el cielo azul. Los soldados se acercan al cordero hasta que finalmente deciden compartirlo, mientras lo único que se escucha es el viento.

La fiesta termina... los amigos vuelven a ser enemigos
Con el estómago satisfecho, la alegría vuelve a reinar entre los enemigos que se secan fotos y se provocan con las músicas tradicionales: los argentinos dicen que no hay nada mejor que un tango y los chilenos, la cuenca.

Es muy interesante la escena en la que los jóvenes soldados bailan entre ellos, de la forma más ridícula y apasionada al mismo tiempo, el tango y la cuenca; mas, ese baile es la identidad de lo que ellos son realmente, mucho más importante que el uniforme que están llevando ese momento. Son personas con sueños, pasiones, amores.

Mientras se celebra la alegría de esa nueva amistad, al suboficial argentino le comunican por radio que los ejércitos de ambos países empiezan a movilizarse: la guerra va a empezar.

Entonces, ¿será que ellos podrán matarse?

¿Será que es fácil matar al mejor enemigo que se puede tener?

El suboficial argentino le llama al sargento chileno y le pide que se vayan de ahí con sus hombres. Que aún tienen tiempo de salvarse. Insiste que no ha pasado nada ahí. Pero Ferrer no acepta. Su orgullo y su terquedad son más fuerte y no cede a los pedidos del argentino, quien le dice que no tiene sentido dejar que mueran sus soldados.

La última carta a los familiares... la guerra ha llegado
Como parece que no hay otra solución, ambos grupos se preparan para la guerra y los soldados chilenos escriben una carta a sus familiares o “a quien sea” (como les dice Ferrer) y se las entregan al suboficial argentino, para que éste las lleve, caso suceda lo peor.

Rojas confiesa el sentimiento que domina a sus compañeros: “Queríamos llorar, pero no llorábamos. El miedo era demasiado”.

Al final llegan las buenas noticias de que ya no hay guerra. Las tropas se repliegan pero, por culpa del miedo que ha sido el pan de cada día durante semanas y más semanas, esos dos grupos de soldados disparan los únicos tiros que hubo en esa “guerra” y el suboficial argentino es herido y el Chilote, soldado chileno, muere, “el único héroe de una guerra sin historia, de una guerra que no fue”.

La película tiene una escena muy simbólica que resume lo que fueron esos soldados abandonados a su suerte en unas tierras de nadie:

Los jóvenes soldados entran al restaurante donde trabaja Gloria, una muchacha de la que está enamorado Rojas y a quien la conocimos al principio de la película. Él se acerca y la besa; pero Gloria le da una bofetada porque nunca supo nada de él.
La cachetada de Gloria es la indiferencia de todo un país
Esa cachetada simboliza lo que esos soldados recibieron por parte de toda una nación que nunca supo lo que ellos hicieron. La vida continuó en las calles, en los hogares, en todos los lugares, mientras que ellos vivieron semanas y semanas abandonados en una tierra de nadie, luchando por unas islas que ni siquiera sabían que existían, dominados por el miedo, el frío, la soledad y el hambre.

Rojas se sienta en la mesa con sus compañeros, quienes brindan por la memoria del Chilote, mientras llegan a la triste conclusión: ellos ni recibieron “ni un besito, ni un billetito, ni medalla, ni las gracias.” 

Para finalizar, vale escuchar la magnífica banda sonora de la película compuesta por Tobar y Miranda (algo melancólica, suave, casi triste) y la canción con la que finaliza la película.

Mi Mejor Enemigo tuvo cosechó los siguientes premios:

* Premio del Público Mejor Largometraje Chileno Festival Internacional de Cine de Valdivia. Chile (2006)
* Premio del Público, Festival de Cine de Lima. Perú (2005)
* Mejor Película Latinoamericana, Festival de Cine de España y de América Latina de Bruselas. Bélgica (2005)
¿Dónde está la frontera?
* Mención Honrosa del Público. Festival Internacional de Cine Latino de Los Angeles. EEUU (2005)
* Mejor Guión, Festival Internacional de Cine de Cartagena. Colombia (2006)
* Premio del Público. Mejor Largometraje. Rcontres Cinemas Marsella. Francia (2006)
* Premio TVE. Festival de Cine Latinoamericano de Lleyda. España (2006)
* Mejor Película Extranjera. Isoltel Eilat. Israel (2006)

Texto original de Patricio Miguel Trujillo Ortega.

Está prohibida la reproducción total o parcial del texto sin la autorización escrita del autor.

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