O filme que assistimos...

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Patricio Miguel Trujillo Ortega


10 de maio de 2012

The Breakfast Club


The Breakfast Club, 1985. 97 minutos. Drama. EEUU.

Con: Emilio Estevez, Paul Gleason, Anthony Michael Hall, Molly Ringwald, Ally Shedy.

Dirección: John Hughes.

Este año he visto (2012) por primera vez The Breakfast Club y uno de los primeros pensamientos que se me ocurrieron cuando terminé de verla fue que a pesar de que es una película de “adolescentes y colegiales” es tan actual como lo fue hace casi treinta años.

¿Por qué un filme hecho para adolescentes con un grupo de jóvenes artistas famosos en su época ha conseguido sobrevivir en un mercado que está harto y cansado de películas con adolescentes que no cuentan más que historias absurdas, poco creíbles, totalmente previsibles y, en la gran mayoría de los casos, grotescas?
Préambulo de la explosión interna de los jóvenes
Veamos algunas posibles respuestas.

La primera es que los conflictos que viven los adolescentes, a pesar de la gran diferencia de la sociedad de los años ochenta con la actual, nunca “saldrán de moda”. Los jóvenes buscan su espacio y su identidad tanto en la familia como en su sociedad –léase, colegio. Además, los problemas que “viven” los afectan con tal intensidad que no se dan cuenta que muchos de esos “problemas” no significarán nada en un futuro. Y en este sentido John Hughes consiguió captar el problema de los jóvenes con diálogos profundos, maduros, irónicos y realistas.

Segundo, porque a pesar de que The Breakfast Club es una película de los años ochenta y trabaja con los estereotipos de la época, sus personajes son universales. Los cinco protagonistas representan a los más diversos estilos de vida y no hay joven que no consiga identificarse con alguno de ellos; por otro lado, las “máscaras sociales” caerán violentamente, provocando un dolor agudo y una dura conclusión: todos tienen algo en común: quieren ser ellos mismos.
Claire y su padre
El tercer punto, e interesante desde nuestra posición geográfica, es que la película retrata también un sistema educativo (estadounidense) que no tiene nada que ver con el nuestro (América Latina) en la forma en que se dan las clases, se relacionan los alumnos con sus maestros, los jóvenes con sus padres, las formas de castigo; no obstante, tanto jóvenes como adultos pueden identificarse fácilmente con sus protagonistas o, caso contrario, tratar de comprenderlos  y encontrar una respuesta y, de esa forma, hallar los puntos en común de un sistema educativo que “finge” entender lo que le sucede al joven.

La historia.

The Breakfast Club cuenta una historia que transcurre en nueve horas el sábado 24 de marzo de 1984 en la Escuela Secundaria Shermer, más específicamente: en la biblioteca de la escuela. A pesar de que es una historia lineal y que el noventa por ciento del tiempo sucede en un solo espacio físico con cinco personajes es una película ágil. Fluye sin ningún tipo de trabas; los diálogos son dinámicos y aunque no hay ninguna experiencia cinematográfica especial, el lenguaje fílmico es preciso con muchos primeros planos y con el movimiento de la cámara que ayuda a mantener la agilidad de la historia.
La llegada de Bender
Cinco estudiantes tienen que cumplir una “detención” el sábado desde las siete de la mañana hasta las cinco de la tarde; mas, como ese día no hay clases, la escuela está desierta y deben permanecer en la biblioteca, sin dormirse y sin conversar; además, deben escribir un ensayo que el profesor que les vigila les ha ordenado que lo hicieran.
Nueve horas de detención un sábado por la mañana: The Breakfast Club
Los cinco muchachos no se conocen entre ellos; cada uno pertenece a un grupo diferente de la escuela y desde el primer instante hay un ambiente de hostilidad y de provocaciones; al mismo tiempo, el profesor que los vigila permanece en su sala, aburrido y sin saber cómo pasar el tiempo y solo se hace presente cuando escucha que algo pasa en la biblioteca.

Por tanto, los cinco jóvenes que permanecen solos, sin la interferencia del “profesor-adulto” se ven obligados a convivir y, como no pueden estar todo el tiempo en constante tensión, poco a poco las “máscaras” y las “armas” empiezan a caer y se inicia un proceso de conocimiento que no es fácil. Hay momentos de risa, principalmente cuando deben desafiarle al “adulto” (profesor), pero hay muchos momentos de dolor y lágrimas y de soledad cuando no consiguen esconder más los problemas que viven y que, hasta ese momento, ninguno de ellos se hubiera imaginado que su compañero podría tener.

Al final, los problemas continúan presentes en sus vidas y no hay el “final feliz” que se podría esperar; sin embargo, hay una luz de esperanza que ellos empiezan a descubrir y, como la película termina, no sabemos si lo que ellos compartieron tiene alguna consecuencia positiva en sus vidas; no obstante, ellos han vivido una experiencia de conocimiento, como es la vida. ¿Qué es lo que harán con ese “conocimiento”? Dependerá de las opciones que haga cada uno de ellos.
Bender: el desafío constante: una máscara que no siempre cae
Por eso, podemos decir que The Breakfast Club es una película de descubrimiento.

Pero, ¿quiénes son esos jóvenes y qué estereotipos representan?

Los personajes.

A los personajes se los presenta de una manera simbólica a través de estereotipos  y, en medio de ese camino de descubrimiento, adquirirán nombre propio y sus reales características.

The Breakfast Club empieza con una escena simbólica que es una especie de preámbulo: aparece un texto de David Bowie que dice: “Y estos niños a los que les escupen mientras tratan de cambiar sus mundos están inmunes a sus consultas. Son muy conscientes de lo que están viviendo”. De repente, la escena explota en mil pedazos como si fuera un vidrio que se rompiera y vemos la fachada de la escuela.
"Y estos niños a los que les escupen mientras tratan de cambiar sus mundos están inmunes a sus consultas. Son muy conscientes de lo que están viviendo"
"¿Qué le importa a Ud? Ud. nos ve como Ud. quiere vernos"
Faltan unos minutos para las siete de la mañana y mientras escuchamos una voz en off, la cámara muestra una serie de imágenes de la escuela: armarios de alumnos, el comedor, los corredores limpios, basura en las escaleras, textos escritos en las paredes, carteles pegados en los corredores, etc. Las imágenes están sincronizadas con la voz en off que dice:

Escuela Secundaria Shermer, Shermer, Illinois, 60062. Estimado Sr. Vernon. Reconocemos que debimos sacrificar un sábado en detención por lo que sea que hayamos hecho. Y lo que hicimos estuvo mal. Pero creemos que está loco al pedir un ensayo contándole quiénes creemos que somos. ¿Qué le importa a Ud.? Ud. nos ve como Ud. quiere vernos: en los términos más simples: las definiciones más convenientes. Nos ve como un cerebro, un atleta, una chiflada, una princesa y un criminal. ¿Correcto? Así nos vimos nosotros esta mañana, a las 7:00. Teníamos el cerebro lavado”.

El texto muestra lo que sienten los protagonistas: a nadie en la escuela le importa de verdad lo que a ellos les pasa. Deben cumplir un castigo porque hay que cumplirlo y así mandan las normas de la escuela. Ellos saben que al final del castigo, nada habrá cambiado en relación a la escuela; sin embargo, hay un indicio de que ellos han descubierto algo sobre ellos: no son lo que el profesor piensa, por eso, el texto del ensayo, al final de la película difiere del primero:
El profesor se complace en castigarle dos meses a Brendan. El "triunfador" se dejó engatusar fácilmente.
“Estimado Sr. Vermon: reconocemos que debimos sacrificar todo un sábado en detención por lo que sea que hicimos mal pero está loco en pedirnos un ensayo contándole quiénes creemos que somos cuando Ud. nos ve como quiere vernos en los términos más simples y las definiciones más convenientes. Pero descubrimos que cada uno de nosotros es un cerebro, un atleta, una chiflada, una princesa y un criminal. ¿Eso contesta su pregunta? Sinceramente suyos, The Breakfast Club.”

Luego de la voz en off, llegan los estudiantes de acuerdo a lo que se piensa de ellos en la escuela:
·        La princesa de la escuela” se llama Claire. Llega en un carro BMW y le dice a su padre que no cree que él no la haya podido sacar del problema. Su padre le dice: “faltar a clase para ir de compras no te hace defectuosa”. Se percibe en seguida que la relación “padre-hija” es superficial.
·        El cerebro”, Brian, está en el coche con su madre que está disgustada y le pregunta: “¿Esta es la primera o la última vez?” y le pide al hijo que estudie mientras esté ahí. Parece que Brian ha cometido su primer error como estudiante y no hay comprensión para tal hecho.
·        El atleta”, Andrew Clark, está en una camioneta con su padre. Este le dice que cuando él fue joven también se metió en líos y que eso no está mal, excepto cuando “te atrapan” y le exige al hijo que no pierda las oportunidades que se le presentan en la vida.
·        “La chiflada”, Allison y “el criminal”, Bender, llegan la mismo tiempo. “El criminal” camina por el campo verde del colegio, con un abrigo grande, gafas y se mete frente a un auto azul, obligándolo a frenar a raya. Continúa su camino sin regresar a ver, mostrando indiferencia y arrogancia. Mientras tanto, del asiento de atrás del auto sale una muchacha, de pelo largo, abultado, con una chompa gruesa y cuando empieza a acercarse a la ventana de adelante, el auto parte rápido y ella se queda ahí, mirando. Parece que está “sola”.
Claire
Andrew
Allison

Rompiendo máscaras.

El primero contacto de los alumnos entre ellos mismos es de indiferencia. Nadie se hace caso y se ríen de la chiflada que permanece con la cabeza apoyada en la mesa. Mientras el profesor les da las informaciones para aguantar las nueve horas de castigo, principalmente en relación al ensayo que deben escribir porque “tal vez así aprendan algo de sí mismos”, según sus palabras, Bender le provoca al profesor y luego a los demás compañeros.

Son minutos tensos en los que aparecen los prejuicios que tienen de ellos mismos. Andrew, el atleta, se enfrenta a Bender y le pide que se calle: “Sabes, Bender, tú ni siquiera cuentas. Si desaparecieras, no habría ninguna diferencia. Daría lo mismo si no existieras”. Piensan que Bender es un cobarde. “Tienes miedo de que no te acepten, por eso pisoteas a los otros”.
"Tienes miedo de que te acepten, por eso pisoteas a los otros"
Esta reacción contra Bender es porque durante los primeros minutos él no respeta a ninguno de sus colegas. Se burla y los maltrata con las palabras, con los gestos. Bender está en un enfrentamiento constante contra todos y tiene siempre una respuesta para cualquier cuestionamiento que le hagan

Una de las escenas claves en esta primera parte de la película es el enfrentamiento de Bender con el profesor. Bender cierra la puerta de la biblioteca y se roba uno de los tornillos para que esta no pueda permanecer abierta. Cuando el profesor le exige que devuelva el tornillo, Bender se burla del profesor y este cae en la “trampa” de Bender y, al caer, quien gana es el alumno. El profesor le da otro sábado de detención y Bender, a pesar de que no le gusta lo que le está pasando, le vuelve a insultar al profesor. Al final de la discusión, el profesor se va feliz porque Bender ya está de detención ocho sábados consecutivos: “Ya eres mío, Bender”, le dice y sale de la sala amenazando a los demás: “La próxima vez que entre aplastaré sus cráneos”.
El castigo se ha convertido en un aburrimiento total
El profesor no percibe que el derrotado es él mismo: un poco de imaginación: ¿qué tipo de profesor quiere estar ocho sábados consecutivos en la escuela, sin hacer nada, a no ser fingir que cuida a los “detenidos”? ¿Qué vida tiene este profesor? ¿Su orgullo, su arrogancia es más importante que su propia vida? Si hablamos de madurez, podemos decir que tanto este profesor como el alumno están en un mismo grado de inmadurez, siendo que la del profesor es la más preocupante porque se ha dejado manipular.

Otra escena importante sucede en el minuto 21. El reloj marca las siete y cuarenta y cinco. Hay cinco primeros planos que muestra lo que cada alumno está haciendo. Mientras el profesor permanece en su sala, aburrido, perdiendo el tiempo, los alumnos están igual que él: aburridos, cumpliendo una detención que no les sirve para nada. Los primeros planos muestran a Bender fumando y jugando con los fósforos, fingiendo que toca una guitarra. Claire está apoyada en el pupitre, pensando y sonriendo con lo que está soñando; Allison está dibujando y apretándose el dedo con un hilo hasta que este se queda morado; Brian tiene ganas de orinar y Andrew, el atleta, juega con el cordón de su chaqueta, tirándolo de un lado a otro. Solo se escucha el ritmo de una música instrumental. Poco a poco los alumnos van durmiéndose. Después de los desafíos violentos al principio del castigo, llega el cansancio, el aburrimiento.
Bender se burla de la familia de Brian
Bender pierde las fuerzas cuando tiene que verse a sí mismo
A partir de entonces se dan diferentes intervalos en que Brian, Claire, Andrew y Allison confidencian con sus colegas algunos de los problemas. Al principio, no lo hacen por iniciativa propia sino porque todos caen en las provocaciones de Bender quien es, realmente, el protagonista de The Breakfast Club. Aparentemente, él no tiene nada que perder con la imagen que le gusta presentarse: cínico, burlón, grosero, antisocial, aunque la verdad es que él es observador y conoce a los que le rodean; sin embargo, esas características nada convencionales y que provocan el rechazo de todos sirven como elemento eje para que sus colegas de detención, poco a poco, dejen caer sus máscaras y, en la medida en que estas caen, se derrumban las del propio Bender.

Así, él se burla del nombre de Claire y, aunque ella es delgada, pronostica que nació para ser gorda. La ve como una chica sin futuro, a no ser cumplir un papel social como “esposa” de alguien. Se burla de la virginidad de ella y también de la Brian; al mismo tiempo, ironiza la supuesta “familia perfecta” de Brian, comparándola con una “familia falsa” de propaganda de televisión.

Las escenas crueles de Bender no se detienen y, sin que él lo desee, se encuentra de repente gritando lo que le pasa de verdad y, así, descubrimos que el padre de Bender lo trata de “estúpido, imbécil, eres un bueno para nada; maldito, mal nacido, infeliz, idiota”. Esta revelación sorprende a todos y aunque Andrews cree que es simplemente una imagen inventada por Bender, las marcas de cigarrillos en sus brazos parecen demostrar lo contrario. Al final, Bender, quien ha dicho que es el más honesto de todos, empieza a destruir las cosas que le rodean, hasta que la fuerza se le va.

En fin, revelaciones como las de Claire, por ejemplo, al hablar de sus padres (“Mi mamá dijo que sí, pero mi papá dijo que no le hiciera caso. Porque si contradigo a mi madre, mi padre dice que está bien. Es un asunto monstruoso sin fin y es muy molesto... Si tuviera que elegir entre mi papá y mi mamá, me iría a vivir con mi hermano... A ninguno de los dos le importo un bledo. Me usan para desquitarse”) y las que van confesando los demás muchachos muestran el conflicto en que viven los jóvenes; la incapacidad que sienten de comunicarse con los adultos e, incluso, con ellos mismos, pues necesitan intentar vivir con sus máscaras las que, aparentemente, les protege en esa difícil tarea que es integrarse a la sociedad en el mundo de los jóvenes.
Las revelaciones surgen poco a poco y las máscaras han caído por completo: "¿Somos amigos?"

Por eso, hay que resaltar la sorprendente pregunta de Brian al final, después que han pasado por los más diversos enfrentamientos que les ha hecho llorar y reír. Él quiere saber qué les ocurrirá el próximo lunes, cuando estén juntos nuevamente, pero rodeados de sus otros compañeros. ¿Son realmente amigos?

Otra escena importante es cuando los jóvenes están sentados en el suelo, en círculo, compartiendo libremente sus pensamientos, sus frustraciones, sus preocupaciones; y todos descubren que tiene algún tipo de resentimiento con sus padres; entonces, Allison se pregunta: “¿Seremos como nuestros padres?” La respuesta es: “No”, “Jamás”, pero Allison cree que es inevitable, que simplemente las cosas suceden porque “cuando creces, tu corazón muere”.

Es una visión agónica la que estos jóvenes tienen de una sociedad que no sabe como equilibrar emocionalmente las relaciones adultos (padres - maestros) – jóvenes (hijos - alumnos) y, como muestra, vamos a describir una de las pocas escenas en la que los jóvenes comparten una experiencia directa con el profesor (léase, adulto). Es una escena fuerte que muestra plenamente no el conflicto generacional, sino la incapacidad de una sociedad en comunicarse, algo que hay meditar mucho en tiempos actuales:

El profesor sale de su sala para secarse el pantalón, pues se le regó café. Mientras tanto, los chicos se escapan de la biblioteca y empiezan a caminar por los corredores de la escuela. Es una escena alegre, con pocas palabras, con tomadas rápidas, con movimientos de la cámara graciosos, como lo hace al enfocar solo los pies de los muchachos al caminar por los pasillos de la escuela. Después de haber andado en un laberinto de corredores y al no poder regresar a la biblioteca sin que el profesor los descubra (en una escena cargada de simbolismo: los muchachos se frenan al final de un corredor y una puerta con rejas les cierra el paso), Bender se “sacrifica” para que los cuatro chicos restantes puedan ir a la biblioteca. Cuando el profesor le atrapa a Bender, sin saber que los demás también habían salido de la biblioteca, lo lleva a una habitación y, antes de dejarlo encerrado, le amenaza:

Es la última vez, Bender. Es la última vez que me haces quedar mal delante de esos muchachos. ¿Me escuchas? Gano 31.000 dólares al año y tengo una casa y no voy a echarlo por la borda por un cretino como tú. Pero algún día, viejo, algún día, cuando te marches y hayas olvidado este lugar, cuando ellos se hayan olvidado de ti y estés envuelto en tu propia vida patética, voy a estar ahí. Así es. Y te reventaré a golpes. Te haré caer la verga en la tierra”.
“¿Es una amenaza?”- pregunta Brendan.
“¿Y qué vas a hacer al respecto? ¿Crees que alguien te creerá a ti? ¿Crees que alguien aceptará tu palabra por encima de la mía? Soy un hombre respetado aquí. Me aman. Soy un tipo genial. Tú eres una bolsa de mierda. Y todos lo saben”.
No hay un final feliz, pero sí una luz de esperanza
The Breakfast Club es una película profunda, pero no es pesada ni amargada. Como se dijo al principio, es dinámica, ágil; el tiempo pasa velozmente y no hay respuestas prefabricadas a los conflictos de los protagonistas. Es una película que aún tiene mucho que aportar y por eso ha sobrevivido a los años, como pocas películas de “colegiales” consiguen hacerlo.

Texto original de Patricio Miguel Trujillo Ortega.

Queda prohibida la reproducción parcial o total de texto en cualquier medio sin la autorización escrita del autor.

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