Con Rodrigo de la Serna, Nazareno Casero, Lautaro Delgado.
Dirección de Israel Adriano Caetano
Crónica de una Fuga es una película angustiante y tensa que cuenta un capítulo más de la negra historia argentina de los años setenta; es la historia verídica de 4 jóvenes que supieron aprovechar la única oportunidad para escapar de la Mansión Seré, cárcel clandestina de la dictadura militar; caso contrario, como muchos otros, habrían desaparecido sin dejar rastro.
A pesar de que se han hecho muchas películas sobre esta época tenebrosa, Crónica de una Fuga consigue ser una historia diferente, no solo por su valor histórico en sí, sino por su forma narrativa que logra mostrar hechos crueles, sangrientos y miserables desde otro ángulo. Aunque no puede ignorar las torturas físicas y las psicológicas, nos muestra a un grupo de hombres que no sabían si volverían a ver a sus padres, a sus hijos o, simplemente, la luz del sol.
En ese sentido, Crónica de una Fuga, además de ser un aporte del excelente cine argentino contemporáneo al mundo de las artes cinematográficas, es una profunda reflexión de la fugacidad y de la esperanza de la vida; de la crueldad límite a la que es capaz de llegar el ser humano; del miedo, de la soledad y la muerte. La película es una especie de luz y vida en medio de una historia oscura y desalmada.
La película empieza con un texto que nos anuncia lo que ya sabemos: “El 24 de marzo de 1967, las fuerzas armadas argentinas dieron un golpe de estado. En 1985, los jefes militares que gobernaron el país durante siete años fueron juzgados por violaciones a los derechos humanos, en el primer juicio a una dictadura en América Latina. Esta historia está basada en el testimonio de dos víctimas de dicha dictadura”.
Y para mostrar que la película es realmente un testimonio de las víctimas de la dictadura, la posición de la cámara cumple un papel fantástico. La mayor parte del tiempo, ésta está al nivel del suelo, como lo explicaremos más adelante.
La historia nos informa con un letrero que es el 23 de noviembre de 1977. Es un día de lluvia y la primera imagen que aparece es una mancha oscura, en tonos azules. Poco a poco, la imagen empieza a subir; de repente, la imagen sube rápidamente, pero permanece una mancha horizontal en la parte superior de la pantalla. Se ve una casa, se escucha una pregunta y un “sí” sufrido. Enseguida percibimos lo que sucede: estábamos viendo la escena desde el punto de vista de los ojos de un prisionero que está en un auto, en el que lo tienen con los ojos vendados; después de su respuesta, le vuelven a cubrir los ojos y lo golpean fuertemente en la cabeza. Sus agresores, disfrutan la situación.
Los Agentes que trabajaban para los militares |
Inmediatamente estamos en una cancha de fútbol. La lluvia cae, los jugadores corren; sus uniformes están manchados de lodo y uno de los equipos hace un gol. La cámara está en el lado lateral de la cancha y se preocupa por las expresiones del guardameta. Éste ve el arco, luego a los jugadores, y parece que intenta incorporarse; sin embargo (con la cámara ahora de frente al arco), se agacha, en cuclillas, lamentándose por el gol: hay una música tensa y en el momento en que parece tocar el suelo con el rostro, escuchamos los gritos desesperados de una mujer que está en esa misma posición, en la sala de la casa, rodeada por un grupo de individuos que quieren saber dónde vive su hijo (el arquero), al que lo acusan de terrorista porque dicen que él tiene un mimeógrafo. La mujer defiende a su hijo y les informa que no sabe dónde ahora vive. Mientras la conversación fría, por parte del que dirige la interrogación, continúa, la cámara se mueve lentamente y prevalece un ángulo inferior, al nivel del suelo, concentrada en el sufrimiento de la mujer. Se puede ver cómo algunos de los presentes disfrutan la situación. Algunos minutos después, llega a la casa la hija de la mujer que viene de la escuela; los hombres la agarran y le dan un ultimátum a la madre: debe decidir a quién va a sacrificar: a la hija o al “terrorista” del hijo.
El secuestro de Claudio |
A partir de este momento acompañamos la trayectoria de Claudio Tamburrini, un joven, arquero del equipo Almagro. Injustamente es acusado por un conocido de que él tiene un mimeógrafo. Los agentes que trabajan para los militares lo atrapan cuando llega a su casa, lo golpean, le vendan los ojos. Esta escena es dramática porque Claudio, al principio, piensa que le estaban robando; luego, cuando percibe que no son ladrones ni policías los que lo han agarrado, intenta defenderse y, al mismo tiempo, mantener un “tono” de respeto con sus verdugos: el miedo le induce a ello. De los interrogadores, prevalece siempre uno, que está permanentemente fumando. Esta primera interrogación sucede en la casa de Claudio y, como es la característica de la película, la cámara lo enfoca desde el suelo.
Como los agentes de los militares no obtienen lo que buscan, a Claudio lo llevan a la mansión Seré, una casa abandona que fue usada como cárcel clandestina. La cámara se detiene en imágenes demoradas de la casa, siempre desde un ángulo inferior, creando el preámbulo asustador de lo que sucede en el interior de la mansión.
La Mansión Seré |
Y empiezan entonces los 120 días de tortura de Claudio Tamburrini.
Este jugador de un pequeño equipo descubre que fue acusado injustamente y que una forma que los presos han descubierto para sobrevivir a la tortura es decir el primer nombre que se les viene a la cabeza. Y esta acusación cumple un papel psicológico en el comportamiento de los detenidos: crean amistad y luchan para ayudarse entre ellos: una ayuda por mantener su espíritu vivo, la esperanza de poder volver a sus casas, de reencontrarse con sus familiares.
Largas sesiones de tortura nos presenta la película, en un ambiente lúgubre, asustador. Los presos permanecen todo el tiempo tirados en el suelo, con los ojos vendados, tratando a sus torturadores con respeto: “señor”, “gracias”.
Torturas bajo el agua |
"Recen para que dios los escuche" |
Crónica de una Fuga en ningún momento intenta exagerar con estas torturas; al contrario, éstas son necesarias para que entendamos lo que le sucede a cada preso en lo más profundo de cada uno de ellos. Durante toda la película no sabemos si los detenidos son o no culpables de ser “comunistas”, “terroristas”, “revolucionarios”. Lo único que descubrimos es la angustia por querer sobrevivir, por no perder la esperanza y, al mismo tiempo, la crueldad de los torturadores que parece que existen para eso: para torturar. Y este es uno de los puntos positivos de la película: no hay un discurso ideológico-político, a pesar de ser una película “política”. No hay la defensa de una ideología específica ni de una bandera. Es una película de vida, aunque es obvio que al ver a un grupo de hombres jóvenes, tirados en el suelo, sucios, siempre vendados, con los cuerpos cubiertos de llagas y heridas, provoca un sentimiento profundo de rebeldía y angustia contra los tiranos.
Una de las escenas de tortura chocantes sucede cuando los agentes sacan a todos los prisiones de las celdas, con los ojos tapados y los hacen arrodillar en el pasillo. Los obligan a rezar la oración cristiana “Padre Nuestro”, mientras el jefe de los agentes les dice que recen “para que Dios los escuche”. Mientras rezan, uno de los agentes golpea con fuerza a un prisionero una y otra vez, sin que nadie lo detenga y luego, la cámara se distancia y enfoca las escaleras y poco a poco se aleja, mostrando el ambiente tenso, oscuro y, durante unos segundos, vemos en la pared una sombra hasta que la cámara se aleja totalmente.
Las sombras de la mansión Seré |
Este tipo de imagen es crucial en la producción de Crónica de una Fuga. Es saber usar el elemento gráfico con precisión. Las palabras y los golpes y el sensacionalismo no hacen falta para mostrar lo que se debe ser visto.
¿Hasta qué punto un individuo soporta el sufrimiento físico y psicológico?
Los detenidos encontraban la respuesta cada día que pasaba. Dentro de la mansión, se enfrentaban a situaciones totalmente crueles. Por ejemplo, el día 31 los guardias entran a una habitación en la que está Claudio y llaman a Mario. Le piden que se ponga los zapatos y le informan que se va a casa. Le dicen que se porte bien y que les diga a todos que ellos –los agentes- son buena gente. Y le amenazan: “mirá que voy a pasar todas las noches por tu casa a ver si estás. Y contá la verdad”.
Claudio se ilusiona y piensa que también lo van a dejar libre y les dice que él tenía unas zapatillas blancas. Sin embargo, lo esposan enseguida y se burlan de sus ilusiones.
Como es lógico, nadie sabe si Mario realmente volvió a casa.
Después de 120 vías de estar detenido en la mansión Saré, muchos de los cuales pasaron los prisioneros desnudos (y la película los muestra así, desnudos, con los golpes, las heridas, con el sufrimiento en primeros planos, pero sin sensacionalismos), se da la oportunidad y sucede lo que nunca antes había ocurrido: cuatro prisioneros consiguen escapar: Claudio, Guillermo, Gallego y Vasco.
La fuga |
La escena de la fuga se demora más de veinte minutos y es angustiante. Cada segundo que pasa es tenso y no se sabe si todos ellos lo lograrán. Es una noche de lluvia ese 31 de marzo de 1978 cuando consiguen huir desnudos de la casa y corren por las calles del barrio un lugar donde encontrarse, y esperando que la gente que muere me miedo los ayude. Cuando están en las calles buscando refugio y luego, al quitarse las esposas y en otras situaciones de la fuga, la cámara tiembla. Es el miedo. El miedo de estar libres y, al mismo tiempo, el miedo de que los encuentren.
De todos logros de esta película, uno de los mejores y realmente profundos es cuando Guillermo, al caminar por una calle, ve a una mujer que lleva en sus brazos a un bebé. Guillermo los mira, la cámara se aproxima y por unos segundos se detiene en el rostro de la mujer y luego, cuando ésta pasa a su lado, se demora en el rostro de Guillermo...
Es una imagen que habla a gritos que la vida es digna y que hay que respetarla. Una imagen que dice tantas cosas que solo las sabe quien las vivió.
Crónica de una Fuga es una película obligatoria, no solo para los amantes del bueno cine y de películas políticas y dramas y de thriller, sino para todos que debemos recordar que nadie tiene derecho de disponer de las vidas de los otros. La dignidad humana es un derecho que surge cuando un individuo nace y ninguna ideología ni bandera ni religión debe tener la facultad de arrebatársela a nadie.
¡Absolutamente a nadie!
Al final, la película nos cuenta el destino de los cuatro presos que consiguieron huir de la Mansión Saré que después fue incendiada para eliminar todas las evidencias.
La dignidad humana está por encima de todo |
Texto original de Patricio Miguel Trujillo Ortega.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del texto en cualquier miedo sin la autorización escrita del autor.
Crónica de una Fuga:
Nominación y premios:
Ganador del Cóndor de Plata (2006); Mejor Largometraje Argentino (2006); Ganador del Premio ACE; Lima Latin American Film Festival; Nominación Cannes Film Festival; Clarin Entertainment Awards. Nominación Independent Spirit Awards
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