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Patricio Miguel Trujillo Ortega


13 de dezembro de 2011

Hanna

Hanna, 2011, Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, 111 minutos. Acción

Con Saoirse Ronan, Eric Bana, Cate Blanchett

Dirección: Joe Wright

¿Qué podemos esperar de una película de acción en la que la protagonista es una joven fría, que no duda en apretar el gatillo y matar a su enemigo sin ninguna dificultad?
 
El cine está lleno de películas de mujeres fatales y poderosas que, con el pasar de los tiempos, además de ser asesinas fantásticas, son sexys y siempre usan lo mínimo de ropa, no por la (in)comodidad provocativa de realizar sus hazañas con éstas, sino por la necesidad de seducir al público superficialmente por la “pobreza” de dichos personajes; a pesar de que este estereotipo domina el cine contemporáneo, Hanna rompe este modelo y nos presenta un personaje complejo y rico al mismo tiempo; un personaje que, junto con la narración cinematográfica (principalmente fotográfica), hace que valga la pena ver esta película.

¿Quién es Hanna?

Es una joven adolescente de unos diecisiete años que vive desde pequeña con su “padre”, Erik Heller, en una cabaña rústica, sin ninguna de las comodidades tecnológicas de la actualidad, en medio de un bosque en algún lugar frío y distante de Finlandia, aislada totalmente del mundo.

Es ahí que ella vive desde que su padre, un ex-agente estadounidense, acusado injustamente de haber asesinado a Johanna Zadeck, la madre de Hanna, se escondió con el único objetivo de preparar a la niña para que fuera capaz de matar a Marissa Wiegler, otra agente estadounidense que tenía un programa científico secreto en Polonia con el objetivo de crear el soldado perfecto: un individuo que resistiera, que no tuviera pena, que no se cansara.

Erik y Hanna
Para ese programa, Erik había reclutado a Johanna en una clínica de abortos, así como lo había hecho con otras mujeres; mas, cuando Hanna tenía dos años, Marissa cerró el programa y ambos eliminaron a las mujeres que habían participado en él, menos a Johanna, protegida por Erik, hasta que finalmente Marissa la asesinó en una emboscada.

Desde esa época, el único contacto de Hanna con el mundo es a través de Erik, quien la educa con mucha firmeza y disciplina para que sea fuerte, resistente, lista y pueda cumplir con su misión: matar a Marissa Wiegler.
 
La educación de Hanna la vemos durante los primeros veinte minutos de la película y la mejor forma de hacerlo es describir detalladamente lo que sucede:
Marissa Wiegler
 Hanna, escondida atrás de un árbol con un arco y una flecha, le apunta a un reno; después de disparar la flecha, corre atrás del animal que huye herido hasta que se le agotan las fuerzas y cae en medio del hielo. Hanna se acerca al animal y, al verlo herido, le dice: “Te fallé el corazón” y, de un tiro, lo mata.

Inmediatamente, ella empieza a destriparlo con las manos y, en ese momento, sigilosamente se acerca su padre y la ataca, haciéndole notar que ella estaba distraída y que, justamente eso, le puede costar la vida. Como respuesta, Hanna reacciona y lucha contra su padre hasta ser vencida por él y quedarse tumbada en el suelo.
El entrenamiento de Hanna
Después que regresa a su casa arrastrando el animal muerto, hay una serie de escenas rápidas que muestran que su entrenamiento no sólo es físico, sino también lingüístico (Hanna debe hablar varios idiomas); sin embargo, lo más importante del entrenamiento es que tiene que aprender a “adaptarse o morir”; por eso, insistentemente, Erik le hace preguntas sobre quién es ella, donde estudia, donde vive, quienes son sus mejores amigas, pues Hanna debe saber qué responder en el momento adecuado, pues “siempre debe estar lista” para sobrevivir.

No obstante, a Hanna le gustaría saber otras cosas, como por ejemplo, cómo es siente la música; sin embargo, Erik insiste en decirle que ella tiene en la cabaña todo lo necesario. La muchacha no discute al respecto con su padre, aunque es obvio que no está satisfecha con sus palabras.

La misión de Hanna y su realización.

Después de mucho entrenamiento, Hanna piensa que está lista para matar a Marissa Wiegler; entonces, Erik desentierra un equipo para que ella lo prenda cuando crea que está realmente preparada para enfrentarse a su enemiga, ya que después que lo haga, Marissa los localizará y los engranajes del sistema que ella controla no podrán ser  detenidos.

La estrategia de Erik y Hanna es muy sencilla: él se va de la cabaña y ahí se queda ella, sola, esperando el ataque inevitable de Marissa. Mientras lo espera, ella continúa su preparación física hasta que, finalmente, llegan los soldados para capturar a Erik (Marissa hasta ese momento desconoce el paradero de Hanna).
  
Hanna huye de la base militar
Aunque no lo vemos, Hanna mata a los primeros soldados que entran a la cabaña y cuando llegan los demás, ellos piensan que ha sido Erik el asesino y que ha podido escapar. Hanna se deja capturar y la llevan a una base militar secreta en medio del desierto de Marruecos donde la examinan psicológica y físicamente, mientras ella espera encontrarse con Marisa para poder matarla.

Los médicos en el laboratorio descubren que ella es “anormal” y cuando Hanna asesina fríamente a una mujer que finge ser Marissa, al huir por los túneles de la base, acaba encontrando los resultados de los exámenes que le han hecho; a pesar de que no comprende el significado de los papeles, se los lleva y, al hacerlo, cambiará por completo el destino de su “destino” y el de los demás.

Hanna en el laboratorio
Como estamos insistiendo, Hanna es una joven preparada para matar. Su padre se preocupó todos los días en educarla con ese objetivo y de alimentar su odio hacia Marissa Wiegler; además, ella es el producto de manipulaciones con el ADN, razón por la que le clasifican como “anormal”. En la película no se entra en detalles sobre las transformaciones genéticas; no se las explica y tampoco sabemos hasta qué punto esas características influyen en ella.

Sin embargo, hay dos adjetivos que califican muy bien lo que Hanna es: salvaje e inocente.

Salvaje desde su propia presencia física hasta la forma como reacciona frente al mundo. Mientras vive con su padre en la cabaña, está despeinada, desarreglada y usa ropas rústicas. Después de huir de la base militar, aunque se cambia de ropa, la presencia de su rostro y de su cabello es la misma. Sus ojos son fríos, duros. Cundo debe matar, no duda un solo instante y cada uno de sus actos son precisos. Mata a los que se ponen delante de su camino y corre velozmente con el rostro manchado de gotas de sangre, sin preocuparse por este hecho.

Además, vemos su “instinto” a flor de piel en tres situaciones que vive intensamente.

Adaptarse o Morir
La primera es cuando está entrenando en el bosque. Un día escucha un ruido y al levantar la vista ve pasar un avión. Ella grita tan fuerte y se emociona tanto, que parece que nunca antes lo había visto y corre a la cabaña a contarle a Erik lo que acaba de pasar. Es una niña reaccionando ante lo desconocido.

La segunda situación que caracteriza este salvajismo de Hanna es cuando conoce a Sophie, una muchacha “alocada”, y a la familia de ésta que están de vacaciones en Marruecos. Una noche, Sophie la convence para que salgan con unos chicos. Cuando Hanna está sola con uno de los muchachos y éste intenta aproximarse para besarla, ella lo golpea ferozmente como si estuviera siendo atacada por alguno de sus enemigos.

Por último, la situación más obvia de este espíritu de “salvajismo” de Hanna lo encontramos en el hotel de Marruecos. Siguiendo el lema que tanto Erik como ella misma lo han repetido muchas veces: “adaptarse o morir”, al salir del desierto, luego de haber escapado de la base militar, consigue que el dueño de un hotel modesto le dé una habitación para que pase la noche, pues Hanna, que piensa haber matado a Marissa, necesita ir a Alemania a encontrarse con Erik.

En un primer instante, Hanna se sorprende con las luces fosforescentes, con la televisión y con todo lo que ella nunca había visto en su vida; sin embargo, cuando percibe que no puede controlar los ruidos del viejo ventilador de techo, de la tetera eléctrica, de la televisión, de las luces fosforescentes, se desespera, se agustia y trata de apagar todo con el control remoto, tal como vio que el dueño del hotel lo hizo con la televisión. Al no conseguirlo, huye desesperada y con miedo del cuarto del hotel.


No obstante, el “salvajismo” de Hanna está totalmente unido a su inocencia. En el fondo, ella es una joven inocente que está aprendiendo a conocer el mundo.

El odio, la frialdad y la disciplina rígida con la que ha crecido, no han matado por completo su inocencia y así lo percibimos a lo largo de la película. Podemos mencionar por lo menos tres ejemplos claros de esta inocencia: cuando va a dormir en la cabaña, Hanna saca un libro viejo y se pone a hojearlo. Es un libro ilustrado de los cuentos de hadas de los Hermanos Grimm.

Cuando escucha por primera vez la música, Hanna se emociona y trata de “intelectualizarla”, pues recuerda lo que su padre le había dicho al respecto de ella.

También percibimos su inocencia al responder con respuestas directas a las preguntas directas que le hacen las personas que no están involucradas con el mundo que ella vive. La madre de Sohpie le pregunta de qué murió su madre y Hanna le responde: “de tres balas”. El dueño del hotel le pregunta de dónde es y ella le dice: “del bosque”.

Pero el mayor ejemplo de inocencia es su amistad con Sophie.

Sophie es una joven “alocada” que ve el mundo de una forma confusa gracias a la educación extremamente liberal que le dan sus padres. Sophie le ofrece a Hanna su amistad y ella se emociona. Es algo para lo que no estaba preparada, pero ella sabe responder a la nueva exigencia y disfruta de los momentos que está con su nueva amiga; mas, al mismo tiempo, se siente responsable para proteger a la familia de Sophie para que no les sucede nada, pues sabe que la están persiguiendo y que amigos corren peligro.

Mas, entre este estado de “salvajismo” e “inocencia”, hay algo mucho más profundo que marca definitivamente la personalidad fuerte de la protagonista de la película.

Marissa
Cuando Hanna descubre que Erik no es su padre y que ella es “anormal”, le reclama a Erik: “no me preparaste para eso”. La reacción violenta de Hanna es coherente con la edad de la muchacha y la forma en que reaccionan generalmente los jóvenes al descubrir verdades que no saben cómo “digerirlas”. Ella pelea violentamente con Erik, lo vence y lo abandona: ella quiere descubrir quién es ella e, incluso, más adelante, cuando está frente a frente con Marissa, dice claramente que ya no quiere ser como ella es.

Hanna quiere descubrir y construir su propio mundo para ser ella misma. Claro que para hacerlo, tendrá que acabar con el mundo que le rodea, razón por la cual no quiere escuchar ninguna de las explicaciones que Erik intenta darle.

Acción y lirismo: dos elementos antagónicos magníficamente mezclados a través de la fotografía y la música.

Una característica en Hanna es el movimiento de la cámara que cumple un papel fundamental en las escenas de acción, así como la fotografía de primeros planos que aproxima al espectador a los detalles de la historia. Estos dos elementos consiguen crear escenas líricas magníficas y, con las de acción, huye de los estereotipos.

La primera escena de Hanna es un ejemplo de lo que se verá a lo largo de la película: se ve a la protagonista escondida atrás de un árbol, con un arco y una flecha, apuntándole a un reno. La cámara muestra los bellísimos ojos azules de la joven en un primer plano; cuando ella persigue al animal, por un momento sus ojos son la cámara y acompañamos parte de la persecución a través de ellos.

Después que Erik derrota a Hanna en la lucha al principio de la película, la cámara nos muestra a la muchacha tirada en el suelo, con el arco cerca de ella y el reno, destripado, manchando la nieve. La escena de la derrota de la chica y del animal es bellísima así como todas las escenas que suceden en esa región fría y de una naturaleza magnífica.

Predominan los primeros planos cuando Hanna está entrenando. La cámara se preocupa por los detalles: los pies, las manos, el pelo despeinado. Las escenas son rápidas. Una atrás de otra. De igual forma, los primeros planos de los pies de Marissa cuando camina.

Pero lo mejor de los primeros planos es la noche en que Hanna y Sophie conversan sobre la amistad dentro de una carpa en un campamento. El ambiente es de un color amarillo-rojo. Mientras las dos chicas conversan, la cámara enfoca solo partes del rostro de Hanna, de la mano, del brazo, de los dedos, del brazalete que Shopie le da. Son imágenes intimistas que muestran la profundidad de la conversación de las dos muchachas, principalmente para Hanna, por eso es interesante percibir que la cámara está siempre enfocándola, acostada, como ella.

Hanna
Una escena muy hermosa, también, de primer plano es cuando Hanna consigue escapar de la base militar. Primero hay una imagen de ella, saliendo del túnel, luego la cámara se distancia para mostrar dónde está y luego se aproxima otra vez, creando un efecto especial para la siguiente secuencia de la historia.
Hanna consigue huir de la base militar
 Además de los primeros planos, el movimiento de la cámara es fantástico. Hay escenas en las que ella gira en círculo de trescientos sesenta grados de izquierda a derecha y de arriba a abajo, sin olvidarnos de aquellas secuencias en las que cámara no se detiene para nada.

Las situaciones que podemos destacar son: cuando Hanna huye por los túneles de la base secreta, la cámara se mueve de arriba a abajo, en círculo, creando una sensación dinámica y de tensión; a eso, hay que añadir la precisa banda sonora en esa escena de persecución.

Cuando Erik llega a Berlín y los hombres de Marissa le atacan en la entrada del metro, la cámara gira alrededor de él y podemos acompañar cada movimiento de la lucha. No hay cortes en la acción. Es una secuencia perfecta de movimiento. La misma sensación se da cuando Marissa se reúne con los militares para discutir sobre Erik. La cámara se mueve alrededor de la mesa de la reunión. Es una máquina que está en movimiento.

Pero de todas las escenas de lucha, la mejor es cuando los hombres contratados por Marissa persiguen a Hanna en un puerto. La cámara no se detiene en ningún momento. Esta pasa rápidamente de un personaje a otro, sin cortes, acompañando cada uno de los movimientos de los involucrados en la lucha, consiguiendo de esta forma que el espectador pueda ver lo que los personajes están viviendo; es decir, el espectador está dentro de la acción. Cada rincón, cada acto, cada elemento juega un papel importante durante esa lucha. La cámara solo se detendrá un momento, y es justamente cuando Sophie corre peligro. A pesar de la recomendación de que no la siguiera, Sophie la siguió y eso la puso en peligro cuando Hanna lucha contra tres hombres que solo se detendrán cuando estén muertos.
Resumiendo, el movimiento de la cámara juega un papel importante en la película y la fotografía es de alta calidad; además, la música se transforma en un personaje que acompaña a Hanna como si fuera un altavoz a través del cual podemos escuchar el interior de ella así como de los otros personajes.

Para finalizar:

Hay dos asuntos que no podemos dejar de mencionar en Hanna.

Uno de ellos, y del cual hablaremos superficialmente porque es digno de hacer un análisis mucho más profundo, son los cuentos de hadas de los hermanos Grimm.
 
Este tema aparece a lo largo de la película como un “leimotiv” que nos ayuda a entender la “inocencia” de Hanna, así como la “maldad” de la “madrastra”. Vamos a llamarle a Marissa de “madrastra”, pues es la que creó el programa científico que se aprovechaba de madres solteras para intentar crear el soldado perfecto y, después, sin explicaciones para la historia de la película –tampoco hace falta-, lo canceló y empezó a destruir lo que había creado. Además, Marissa está obsesionada de una forma enfermiza por Hanna. Cuando sabe de su existencia, tiene la necesidad de revivir el pasado y el impulso de matarla, después de todo su orgullo está en juego. Cuando ella asesinó a la madre de la niña, ésta le dijo antes de morir: nunca será tuya.

Y Marissa sabe que no debe perder. Más que el programa y los secretos escondidos en la caja fuerte atrás de su armario de zapatos, de donde se destacan unos zapatos verdes, está la necesidad de acabar lo que empezó y lo que le atormenta: Hanna, y más aún, cuando descubre que “salió mucho mejor de lo planeado”.

Como dijimos hace algún momento, Hanna tiene un libro de los Hermanos Grimm en la cabaña y lo mira mientras intenta dormir. A lo largo de la película, descubrimos que era este el libro que ella leía (o miraba, pues es un libro solo de dibujos) mientras iba en el carro con su madre y Erik cuando Marissa los ataca y mata a su madre.

Además, Hanna y Erik tendrían que encontrarse, después de matar a Marissa, en la casa de Wilheilm Grimm, un amigo de Erik. La casa está basada en los cuentos de los autores alemanes y está en medio de un parque temático en ruinas. Es como si la fantasía y la realidad se unieran en un solo lugar: los peligros acechan a la niña y ella tiene que vencerlos si quiere vivir. Por otro lado, en esta casa hay una de las escenas en que la cámara se muere en forma circular de arriba abajo mientras Hanna camina.

Cabe añadir, sin entrar en detalles psicológicos más profundos al respecto, Hanna se enfrenta finalmente a Marissa en un túnel del parque en forma de boca de lobo. Uno de los tantos lobos que rondan los cuentos de hadas infantiles. Marissa está parada, apuntándole a Hanna; la cámara, ubicada atrás de la joven, muestra una escena subjetiva y simbólica.

El segundo elemento que no podemos dejar de hablar es lo que consideramos estereotipos y caricaturas. Por más interesante que es Hanna y, a pesar de la belleza fotográfica y de la riqueza que es el personaje de Hanna, la película no consigue escapar de algunos estereotipos, principalmente en lo que se refiere a la exageración. El más destacado de estos es cuando Hanna consigue escapar de los túneles de la base secreta agarrándose a la parte inferior de los vehículos militares que pasan velozmente por encima de ella. Esta escena ya la hemos visto en miles y miles de películas y, honestamente, es mucha ciencia ficción.

Y dentro de este segundo elemento, hay que hablar un poco, muy poco, sobre la caracterización de Marissa. Ella parece más un personaje que salió de las historias de cómics que han sido adaptados al cine en los últimos años. Mujeres frías e inexpresivas que tienen el poder en sus manos. Incluso el maquillaje y la poca expresividad de su rostro nos ayuda a confundir a Marissa con personajes de este tipo de películas.

Para finalizar, podemos decir que Hanna es una buena película con un lenguaje cinematográfico de primera calidad. La historia es bastante coherente y la actuación de Saroise Ronan como Hanna es simplemente perfecta.

¡Vale la pena!

Texto original de Patricio Miguel Trujillo Ortega.

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