At Middleton. Comedia. 100 minutos. 2013. USA.
Con Andy Garcia y Vera Farmiga.
Dirección de Adam Rodgers.
¿Un día puede cambiar el destino de dos
personas?
At Middleton intenta, no dar una respuesta a esta pregunta,
sino que ofrece la posibilidad de que en cualquier momento alguien puede
cambiar su “autodestino”, aunque lo hace de una manera que no agrada a todos
los públicos, principalmente aquellos que se han acostumbrado a las comedias de
amor con final extrema y exageradamente empalagoso.
A pesar de que At Middleton es una
comedia de amor, es mejor verla por el tono agridulce de sus dos personajes
principales que toman conciencia del vacío de sus vidas matrimoniales y, por
tanto, de las pocas expectativas que tienen de superarse en un mundo en el que,
aparentemente, todo está bien porque se han acomodado, de manera pasiva, a una
situación que les da estabilidad “física”.
Es verdad que esta pequeña película provoca
muchas risadas por las confusiones en las que se meten dos adultos de media
edad en un universo de jóvenes de veinte años; no es que ellos estén
reencontrando su espíritu juvenil, sino que tienen la oportunidad de, por un
momento, romper los estereotipos sociales a los que el adulto se ve sometido y,
continúan comportándose como adultos, pero con un poco menos de seriedad.
Son estas situaciones cómicas las que han
provocado una serie de críticas negativas por parte de un gran sector de
“críticos”; creemos que esas notas son exageradas y, tal vez se deban a que esos
detractores serios se hayan acostumbrado a comedias con “final feliz”, beso,
casamiento y una gran familia alrededor de la pareja; por tanto, hay cierta “decepción”
–anunciado cuando los personajes nos traen a la memoria la película de Deneuve:
Los
paraguas de Cherburgo – al enfrentarnos a un fin en el que no sabemos
el destino final de los personajes.
Pero es ahí donde, para nosotros, radica la
riqueza de At Middleton.
Los personajes.-
George y Edith son dos adultos que se conocen
de la manera menos agradable en los estacionamientos de la universidad
Middleton. Cada uno de ellos ha ido a la universidad para acompañar a sus
respectivos hijos (Conrad y Audrey) en el tour que ofrece la institución a los próximos
nuevos alumnos. Así como ellos, están llegando otras familias que tienen
grandes expectativas en el futuro de sus hijos.
At Middleton: Edith y George |
Edith es el lado opuesto de George: es alegre,
espontánea y no respeta los límites que las personas o instituciones intentan
colocar. Ella habla mucha, interrumpe a la gente y se deja llevar por el
impulso. Con su hija Audrey parece tener una buena relación; no obstante, esa
misma espontaneidad de Edith perjudica que pueda aproximarse y entender mejor a
su hija, que es una joven demasiado determinada, ambiciosa y nerviosa para su
edad.
Cuando George y Edith se conocen, hay una
chispa entre ambos, aunque cada uno reacciona de manera diferente, siguiendo,
como es lógico, el patrón de las comedias de amor: se detestan en un principio
porque se descubren a sí mismos en los defectos del otro: la meticulosidad y la
nula espontaneidad de George y el impulso exagerado de Edith.
El vacío de la relación.-
En medio del tour guiado a los futuros
estudiantes de la universidad, Edith le convence a George a abandonar el paseo
y a hacer su propio “tour” por el campus universitario.
La película se divide entonces en dos segmentos
muy diferentes. Las “aventuras” cómicas de los padres que les lleva al
“autodescubrimiento” de cómo son sus relaciones familiares o, mejor dicho,
conyugales. Y el descubrimiento, dulce para uno y amargo para otro, de Conrad y
Audrey: ambos abren los ojos con relación a su futuro universitario.
Algunos comentarios que he leído sobre At
Middleton intentan “infantilizar” el comportamiento de George y Edith
cuando empiezan su “aventura” al recorrer la universidad, y por eso creen que la película pierde fuerza;
sin embargo, no comporto esa opinión porque el comportamiento de ambos, primero
es coherente con la personalidad que cada uno demuestra desde el primer
momento; segundo, aunque ambos están casados y desde el principio se percibe
que se ‘gustan’, siguiendo el lema trillado de que los ‘opuestos se atraen’,
desde un principio, una vez más, se nota que ‘la pasión’ que sienten no se
concretizará porque ambos tienen que resolver sus propios fracasos con sus
respectivos cónyuges. En otras palabras, no hay el tan desgastado y repetitivo:
me casé, fracasé, me enamoré, me divorcié y me casé nuevamente.
Vale destacar que de las travesuras que George
y Edith durante la película, las dos más importantes, y las menos cómicas, por
cierto. La primera es cuando aparecen en una clase de teatro y la profesor, al
verlos escondidos, los invita a participar. Frente a frente, ambos se sientan
en una mesa y, para la sorpresa de los alumnos, de la profesora, y de ellos
mismos, al mostrar cómo podrían improvisar un diálogo, improvisan un análisis
profundo de sus respectivas relaciones familiares y, principalmente, de sus
verdaderos sentimientos, donde ninguno de los dos puede esconder el vacío y la
amargura que les rodea: algo que en ningún otro momento hubieran podido aceptar.
Ese es el momento más importante de At
Middleton, desde la perspectiva de George y Edith.
La otra escena clave que complementa la
anterior, es cuando ellos suben a una torre de la universidad y George debe
enfrentar el miedo a la altura. Ese miedo es una metáfora del verdadero miedo
que tiene, cuando se trata de relacionarse con las personas. También el miedo a
salir de su vida encorsetada; y claro, no podemos olvidarnos del miedo de
Edith, un miedo disfrazado de espontaneidad.
Esta visión profunda de la relación de George y
Edith transcurre de manera ágil y rápida con una buena dosis de humor. El
espectador no tiene tiempo para profundizar en los temas que se presentan, ya
que después de todo es una comedia; no obstante, poco a poco se dejan sueltos los
elementos que ayudan a entender a los personajes, aunque nunca sepamos su
historia completa. La verdad es que At Middleton no nos da la
oportunidad de conocer a Geroge y Edith de manera profunda: es como si se
quisiera que el espectador encontrara un espejo donde mirarse, tan solo por
unos instantes. Y este es otro de los puntos positivos de la película, pues si
la historia volviera al pasado o nos adelantara un porvenir, se caería en el
común denominador.
Como lo habíamos dicho anteriormente, Conrad y
Audrey también sufren, como personajes secundarios, durante el tour en la
universidad. Un Conrad de pocas palabras, con casi ninguna expectativa de la
universidad, descubre que la oportunidad que él quería, se le presenta y debe aprovechar
la oportunidad para seguir adelante, tanto personal como profesionalmente. Por
otro lado, Audrey, que desde el principio aparece como una joven que tiene el
control sobre las situaciones, descubre que en la vida no se puede ser
simplemente ambicioso e ir atrás de esa ambición, sin prestar atención a las
pequeñas cosas que nos rodean y que nos ayudan a crecer como personas.
At Middleton y la propaganda engañosa.-
Ese doble sentido de transformación del que
estamos hablando, el de los adultos y de los jóvenes, solo puede suceder en la
universidad Middleton, por eso aprovechamos para criticar de manera
impiedosa lo absurdo y ridículo de los títulos que le han dado a esta película
en español y portugués (Amor al
atardecer, Um novo amor, etc) porque de esta manera las distribuidoras
venden una idea equivocada y, de hecho, le condicionan al público a ver algo
que no existe. Porque At Middleton es mucho más que una
comedia de amor: esas son dos palabras muy vagas y pequeñas para esta pequeña
película que lanza un poco de esperanza en aquellos que se identifican con los
personajes.
Para finalizar, es necesario mencionar que At
Middleton es una película alegre y divertida, a pesar de las tensiones
que se presentan en la relación George/Edith versus Cónyuges ausentes. George y
Edith aprovechan el día para romper las máscaras con las que se han
acostumbrado a vivir; de hecho, George llega a olvidarse de sus anteojos en la
universidad. Edith intenta que George no sean tan “cuadrado”, pero no está
preparada para comprenderlo, después que él consigue “salir” de sus propios
esquemas.
La imagen (fotografía) es muy buena y la
película es colorida, en la que predomina el verde (de la naturaleza) y
transmite una sensación de optimismo. Sin embargo, queremos destacar una de las imágenes, al principio de la película, que puede pasar desapercibida; no obstante, solo al final nos damos cuenta de su simbología. La carretera se extiende, no hay ningún vehículo, y parece que el asfalto sube y baja. Parece una imagen de lo que sucede con George y Edith y, principalmente, con lo que ellos van a encontrar al final del día, cuando descubren que podría haber una posibilidad de una nueva relación, pero no vemos lo que viene y lo que se va.
Es verdad que algunas de las situaciones cómicas son poco originales, como cuando George y Edith consiguen escapar de los guardias de la universidad que los buscan porque se han robado (prestado) un par de bicicletas. Que los guardias aparezcan como “tontos” es uno de los puntos débiles de la película, y algo característico, en general, de las comedias de amor; no obstante, eso no le quita puntos positivos. Tantos puntos positivos en que el Boston Film Festival 2013 ganaron como mejor actor y actriz Andy Garcia y Vera Farmiga con At Middleton y, en el Montréal World Film Festival 2013, Adam Rodgers fue nominadl al Golden Zenith.
Es verdad que algunas de las situaciones cómicas son poco originales, como cuando George y Edith consiguen escapar de los guardias de la universidad que los buscan porque se han robado (prestado) un par de bicicletas. Que los guardias aparezcan como “tontos” es uno de los puntos débiles de la película, y algo característico, en general, de las comedias de amor; no obstante, eso no le quita puntos positivos. Tantos puntos positivos en que el Boston Film Festival 2013 ganaron como mejor actor y actriz Andy Garcia y Vera Farmiga con At Middleton y, en el Montréal World Film Festival 2013, Adam Rodgers fue nominadl al Golden Zenith.
Texto original de
Patricio Miguel Trujillo Ortega.
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