Con Melissa
Leo y Misty Upham.
Dirección
de Courtney Hunt.
Courtney
Hunt escribe y dirige Frozen River (Río helado), una película
dura y fría, como su título ya nos induce a pensar, pero con un toque profundo
que nos hace ver y descubrir que en medio de las adversidades de la vida, el
ser humano aún puede encontrar un modo de superarse y de ayudar a los demás.
Río helado, que tuvo mucho éxito en el
Festival de Cine de Sundance y que
acumuló diversos premios en importantes festivales internacionales de cine, a
pesar de que nos muestra un lado pocas veces visto en la pantalla grande sobre
las minorías sociales y étnicas de los Estados Unidos, no es una película
amargada aunque está ambientada en un medio desolado en el que parece que las
ilusiones de la vida han desaparecido; al contrario, a pesar de la tensión
constante que el espectador siente a cada acción cotidiana de alto riesgo al
que se meten sus protagonistas, hay un toque de luz que nace de la esperanza y
de los sueños del ser humano que lucha para no estar solo, para salir del abandonado.
Río helado es una película que nos muestra sin
adornos ni muchas palabras de consuelo el lado decadente de una sociedad que
lucha por sobrevivir de diferentes maneras; sin embargo, la película no es
melodramática y no utiliza un lenguaje ni para conmovernos con llantos y
palabras innecesarias, ni para convencernos de ninguna ideología. Es una obra
que retrata el drama de personas de diferentes culturas que se ven obligadas a
convivir en una frontera frágil de relaciones humanas.
La historia
está narrada linealmente y con una sencillez cinematográfica tan grande que la
película se transforma en una gran obra. No se recurre a efectos especiales o
escenas espectaculares para conseguir su propósito. Eso sí hay que destacar la
calidad fotográfica y la precisión de planos generales cuando el río St.
Lawrence se transforma en personaje y los planos medios que ayudan a resaltar
el drama de las protagonistas.
Los personajes-.
La historia
de Río
helado sucede en una zona poco poblada en el estado de Nueva York en la
frontera entre Estados Unidos y Canadá, y cuenta la historia de dos mujeres
que, a pesar de que tienen vidas desiguales y de que pertenecen a culturas
diferentes , tienen un punto en común: desean recuperar y salvar a sus
respectivas familias que están inmersas en un medio hostil en el que es fácil
perder la esperanza.
Ray es una madre de dos hijos, Ricky de
5 años y T.J. de 15. Su esposo la ha abandonado una vez más, solo que esta vez
él ha huido llevándose más de tres mil dólares, dinero que ellos usarían para pagar
la compra de una nueva casa pre-fabricada. Ray está desesperada, no solo porque
la casa en la que ella y sus hijos viven está vieja y en pésimas condiciones,
sino porque está a punto de perder el dinero que pagó como entrada por la nueva
casa; por otro lado, no quiere destruir las ilusiones del hijo menor con la
nueva casa.
Ray es una
mujer fuerte que intenta mantener unidos los dos mundos en los que viven sus
hijos. Ricky es el niño inocente que se ilusiona con la casa nueva, que espera
con ansiedad los regalos de navidad. Él no comprende el problema por el que
pasa su familia. En contraste, T.J. es un adolescente que tiene rabia de su
madre porque cree que ella es la culpable de que su padre los haya abandonado;
al mismo tiempo, desea contribuir en la reconstrucción del hogar, algo que su
madre no le permite que haga porque ella piensa que él debe preocuparse por los
estudios. Por otro lado, T.J. le guarda mucho rencor a su padre porque entiende
que él los ha dejado en una situación precaria.
La
presencia de los dos muchachos ayuda a mantener el equilibrio en la familia. El
ambiente que les rodea a ambos no es fácil, por ejemplo, se levantan temprano
para ir a la escuela; tienen un desayuno de pésima calidad (todos los días
toman colas con cangui); ven cómo su madre cuenta las monedas –las pocas que le
sobran- que les da para que almuercen en la escuela. A pesar de esto, ellos
intentan ser un hogar, mantenerse unidos como una familia y es eso lo que le da
las fuerzas a Ray. Sin sus hijos, tal vez otra sería la historia.
Frozen River - T.J. |
Mientras
tanto, Lila es una joven mujer de la tribu de los Mohawk que vive sola
en un remolque. Ella es viuda y su hijo, cuando recién nació, fue robado por su
suegra. Lila es una mujer dura, fría y su único deseo es recuperar a su hijo,
aunque sabe que no tiene condiciones de hacerlo por lo que no hace nada para
conseguirlo. Ella se limita a sobrevivir, por eso se dedica, cuando la
oportunidad se le presenta, a transportar de Canadá a Estados Unidos a
inmigrantes ilegales en la cajuela de un auto. Lila es una mujer inexpresiva.
Su rostro está marcado por la desconfianza, la amargura y la soledad y estos
sentimientos que le rodean están ilustrados con sus actitudes y el lugar en el
que vive, aislada de todos.
Los conflictos.-
Ray y Lila
se conocen de una manera desagradable y como ambas han pasado por momentos muy
difíciles en la vida, no tienen miedo de enfrentarse mutuamente. Lila no se
acobarda cuando Ray la amenaza con un revólver y esta tampoco duda en lanzarse
contra Lila para recuperar lo que le pertenece. Ambas son polos opuestos, pues
mientras Lila ha perdido todas las esperanzas, Ray se esfuerza para no
perderlas y es en ese conflicto en que las dos mujeres encuentran una manera de
ayudarse.
Aunque hay
una hostilidad mutua, Ray decide unirse a Lila en el negocio de transportar
inmigrantes ilegales por el río St. Lawrence que en esa época del año está
congelado, pues es la única oportunidad que ella tiene para ganar en pocos días
el dinero necesario para no perder su casa.
Esta relación
comercial entre Ray y Lila es la oportunidad para conocer los diversos
conflictos en lo que, no solo ellas, sino también los personajes secundarios
–inmigrantes, policía, traficantes- están involucrados, pues todos forman parte
del mismo entorno.
A pesar de
que la presencia de los inmigrantes ilegales es un tema
delicado por su repercusión tanto social como política, Río helado no profundiza
este tema, aunque es verdad que en algún momento Ray da a conocer lo que piensa
de ellos, por ejemplo cuando dice que por lo menos ellos deberían aprender a
hablar inglés o, cuando se refiere a una pareja de pakistaníes, dice que no
sabe si son terroristas o no. Lo que se percibe con relación a los inmigrantes,
es cómo estas personas han perdido su condición de vida y su dignidad humana.
Son tratados como mercancía y los traficantes aparecen como personas
insensibles y calculistas. Lila se comporta de esa manera, así como Ray aprende
a ser de esa forma, única forma de sobrevivencia que le resta.
Y el tema
de los inmigrantes nos trae a colación otro tema que se lo menciona de manera
corta, pero directa: el racismo.
Por un lado
Lila no quiere trabajar al principio con Ray porque esta es blanca y a ella no
le gusta trabajar con blancos, sin embargo trabajar con ella tiene una gran
ventaja: está segura de que la policía no les va a parar en medio del camino
cuando Ray maneja el auto porque esta es blanca. Y este hecho se confirma de
diferentes maneras a lo largo de la película, incluso cuando un policía va a la
casa de Ray para advertirle que no tenga ningún tipo de relación con Lila, pues
saben que ella es una “traficante”. El policía cree que eso no es bueno para
Ray. Sin embargo, se percibe que las palabras del policía están impregnadas de
racismo, pues parece que este hombre de la ley no está preocupado tanto por la
ilegalidad de la traficante, sino por la relación de Ray con la mohawk. Lo que
es alarmante, pues se percibe que a pesar de la “convivencia” pacífica de estos
pueblos, estos están separados no solo por el territorio físico, sino también
por la pobreza, los prejuicios y las leyes.
A pesar de
todo lo que hemos dicho hasta ahora, lo que vemos en Río helado es la vida
dura de las personas y la lucha por la sobrevivencia. Y es ahí que entra un
tercer gran conflicto que da calor y de esperanza a la película: el
amor fraternal.
A pesar de
que Ray intenta ser buena madre y evita que sus hijos se involucren en los
problemas que ella, como madre y adulta, debería resolverlos, T.J. se ve
obligado a asumir la responsabilidad de cuidar a su hermano menor, no porque su
madre le obligue a hacerlo, sino porque él lo ama y se da cuenta que su madre
no “tiene tiempo” para hacerlo.
Las escenas
en las que Ricky y T.J. se relacionan no dejan de ser duras como casi toda la
película, pero la preocupación de T.J. por su hermano menor hace que la
película nos dé un poco de alivio en ese clima constante de tensión. El
adolescente de 15 años se ve obligado a madurar antes de la hora y, a pesar de
no ser un muchacho ingenuo y de relacionarse con personas de dudosa reputación,
y de que comete algunas equivocaciones
éticas y legales, sus actitudes trascienden del egoísmo que parece rodear a los
otros personajes y, al proteger a su hermano, también se protege a sí mismo.
En relación
a los hermanos hay que destacar la secuencia en la que T.J. hace todo lo
necesario para que Ricky reciba el regalo de navidad con el que este tanto sueña.
Su hermano está indefenso y la madre de ellos no ha tenido tiempo ni para
enterarse de que la fiesta navideña ha llegado. La familia está separada: ni
Ray sabe lo que les pasa a sus hijos ni ellos saben el futuro que le espera a
su madre.
La esperanza.-
Río helado termina creando un mundo de
esperanza, pero sin perder la coherencia de la historia que nos ha contado: la
lucha por la sobrevivencia.
En este
sentido, el guion está bien hecho pues los personajes no “cambian”
drásticamente de un día para otro, como sucede en muchas películas que acaban
desintegrándose al final de la historia para darle al público la “falsa
ilusión” del final feliz. Río helado no tiene un final feliz.
Es más, podríamos decir que la historia no termina con la película y nace la
posibilidad de que algo pueda cambiar y, por tanto, algo bueno para todos: T.J.
tiene la oportunidad de aprender, sin falsos moralismos ni conceptos
hipócritas, que si engaña a las personas su vida puede ir por otros caminos;
Lila tiene la gran chance de aprender a ser madre y solo dependerá de ella; Ray
tendrá que pagar una pena... y, de esta manera, la historia continuará y el
espectador no sabrá el destino que le tocará vivir a cada uno de los
personajes.
La escena
que mejor representa esta esperanza es cuando T.J. finalmente consigue arreglar
el columpio que ha querido arreglarlo desde el principio para que su hermano
pueda jugar. El rostro de Ricky, así como el del hijo de Lila, nos dan esa
esperanza de que haya un futuro mejor aunque, como ya lo hemos dicho, no
sabemos cómo este será.
Texto original de Patricio Miguel Trujillo Ortega.
Está prohibida la reproducción total o parcial
del texto sin la autorización escrita del autor.
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