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Patricio Miguel Trujillo Ortega


31 de outubro de 2014

Les Emotifs Anonymes (Tímidos Anónimos)



Les Émotifs Anonymes – Tímidos Anónimos. Comedia. 77 minutos. 2010. Francia-Bélgica.

Con Benoît Poelvoorde, Isabelle Carré.

Dirección de Jean-Pierre Améris.

“Estoy segura que el mundo me pertenece; todos lo sabrán porque confío en mí... y yo confío en mí”.

Con estas palabras empieza Les émotifs anonymes, una comedia francesa interesante y original de principios de esta década, no solo por las características singulares de sus personajes, sino también por la calidad fotográfica, rica en detalles, que hacen de esta película una “deliciosa” obra de arte.

Como el título lo anuncia, los personajes son personas extremamente tímidas que buscan apoyo, ya sea en un grupo de “tímidos anónimos” o con psicólogos, porque la vida cotidiana se les hace difícil; no saben cómo expresar sus emociones y el relacionarse con los demás es una tarea ardua y agotadora. La vida ‘normal’ –si consideramos ‘normal’ la manera en que las personas generalmente se comunican y se relacionan en sociedad- es para ellos algo difícil de llevar a cabo.

Sin embargo, estos ‘tímidos anónimos’ son personas normales que, por alguna razón, no consiguen salir de su ‘caparazón’ –la película no profundiza el origen del problema de los personajes, aunque sutilmente, en algún momento, menciona la posible causa del miedo de los protagonistas. Ellos quieren amar, saber que son amados, pero hay algo que les ‘bloquea’. No son enfermos ni deprimidos; al contrario, son personas con vitalidad y fuerza, que necesitan un “empujón” para vencer sus miedos.
 
Angélique
Les émotifs anonymes no es una simple comedia de amor con personajes singulares, como, para variar, la publicidad de la película nos engaña; es la historia de dos personas que deciden darse la oportunidad de amar y ser amados a su propia manera y, lo más interesante, de reconocer que el mantener una ‘relación’ no es tan fácil como parece a simple vista, por más que se amen. En este sentido, ellos son un poco más realistas, aunque les falta el optimismo para vivir.

Los protagonistas.-

Jean-René, un hombre de unos 30 a 40 años de edad, es extremamente tímido y propietario de una pequeña fábrica de chocolates, de herencia familiar, donde trabajan solo 4 personas. La fábrica está con problemas, pues sus chocolates ya no tienen acogida en el mercado, pues él no ha sabido modernizar sus productos.

Les émotifs anonymes: Angélique y Jean-René
Una de las empleadas se refiere a su patrón de la siguiente manera: “A primera vista, parece feroz; y a segunda, también”. Sin embargo, lo que nadie sabe es que la “bravura” que aparenta con su postura, con su mirada, no es más que una forma de escapar porque, al contrario de lo que parece, es una persona que sufre mucho con sus miedos. Las mujeres le intimidan, pero le gustaría vivir con ellas. Su sueño es enamorarse, no obstante tiene miedo de la intimidad.

Jean-René se consulta con un psicólogo que le recomienda, a lo largo de la película, una serie de ejercicios para que venza su timidez, como por ejemplo que invite a alguien a cenar, que toque a alguien –ya que a él no le gusta dar la mano a nadie; que regale algo a alguien; y así por el estilo. (Estos ejercicios que aparecen en la película, en verdad, son pretextos del guion para hacer que él se involucre físicamente –pues emocionalmente ya lo está- con Angélique, una joven de unos 30 años que frecuenta un grupo de “tímidos anónimos”.

Les émotifs anonymes: el grupo de apoyo de Angélique
La primera impresión que el espectador tiene de ella es suficiente para entender lo complicada que es su vida. Ella está reunida en el grupo de apoyo, y luego de presentarse: “Hola, soy Angélique”, se desmaya debido a la vergüenza que tiene.

Angélique es una chocolatera, con mucha experiencia, pero anónima porque tiene miedo de ser el centro de la atención. Nadie sabe que ella la que fabricaba los mejores de la región, que todos lo atribuían a un “ermitaño” que nadie sabe dónde vive después que murió el propietario de la tienda donde se vendían estos productos.

Angélique busca trabajo en la fábrica de Jean-René y cree que la están contratando para fabricar chocolates, y acepta el trabajo sin saber que el puesto que ella ocupará será el de “vendedora-representante” de la fábrica. Justo ella, que tiene pavor de hablar con las personas, se ve obligada a tratar de convencer a que compren un producto que ha perdido el prestigio en el mercado.
 
Angélique y el chocolate del "ermitaño"
Pero Angélique es tan tímida para decir lo que siente, que acaba aceptando el trabajo para el que no está capacitada y, como tiene miedo de expresarse y de que la conozcan, miente a los demás y a sí misma: “Vender es mi razón de vivir. Estoy muy contenta”.

Para comprender bien a Angélique, no hay que olvidarse lo que ella les dice a sus compañeros del grupo de apoyo: “cuando me observaban, cuando yo era el centro de las atenciones, me sentía perdida”.

Los conflictos.-

La película se centraliza en la relación ‘natural’ que se da entre Angélique y Jean-René, dos tímidos que se enamoran y no saben cómo conducir sus emociones, sus necesidades y sus frustraciones. No es por nada que en una de las escenas más importantes de la película, la canción escogida para crear el ambiente apropiado es “Crazy Love” de Paul Anka.

Esta relación se da desde dos puntos de vista que no están intrínsecamente relacionados, pues uno no depende del otro. El primero, es la oportunidad que ambos tienen de romper sus barreras y aprender a relacionarse con las personas; el segundo, sin Angélique, Jean-René no tiene condiciones de continuar en el mercado del chocolate.

La relación de ambos provoca una serie de situaciones divertidas, aunque los problemas de ellos sean serios. Jean-Pierre Améris encuentra la manera de sacar provecho del drama de los protagonistas para presentarle al público una historia de lucha y de miedo, pero al mismo tiempo, de sensibilidad, de amistad, de solidaridad y, principalmente, una manera de tratar de entender el comportamiento de los “tímidos”, sin prejuicios.

Angélique en el restaurante
No podemos ni debemos esperar un análisis profundo de los conflictos ni soluciones drásticas en Les émotifs anonymes, puesto que es una película ligera, aunque no llega a ser superficial. Es original al presentar las diferentes manías de Angélique y Jean-René y la manera cómo ellos encuentran para resolver sus problemas en los momentos de mayor crisis; soluciones que, fuera de la pantalla grande, tal vez no tengan sentido. Y eso es justamente lo que hace que esta película tenga esa particularidad agradable.

Podemos destacar tres escenas, en orden cronológico, que muestran la complejidad de la relación de Angélique y Jean-René, no solo en sus individualidades, sino también como posible futura pareja.

La primera, es la entrevista de trabajo de Angélique. El espectador ya sabe de su problema, pero no sabe nada de Jean-René. Al principio parece que la entrevista se desarrolla a la perfección, cuando de repente, al tocar el teléfono en su oficina, Jean-René pierde el control de la situación. No sabe qué hacer. El ambiente se queda tenso porque lo imprevisto rompe el esquema que él se había trazado. Entonces, para salir del aprieto, le contrata a Angélique sin saber quién es ella, para qué sirve y, sin siquiera informarle cuál será su puesto de trabajo. A pesar de eso, dirá a sus otros empleados que “ella es perfecta” para el puesto.

Es lógico que gracias a esta “confusión” la película se desarrolla de una manera original y espontánea pues los personajes no saben qué esperar de los otros; cada uno actúa sin saber lo que el otro quiere de él y, principalmente, sin tomar la iniciativa que tendría que ser del “otro”: una iniciativa que se demora en llegar y, como toda espera tiene un límite, provoca las reacciones menos previstas y las soluciones más originales.


La segunda escena que queremos destacar es cuando Angélique se encuentra con Jean-René en un restaurante. Ya han transcurrido casi 20 minutos de la película y hasta ese momento ella no sabe el nombre de su patrón. Al llegar al restaurante, él, en lugar de ir a la mesa, va al baño y deja ahí, escondido, un maletín donde guarda camisas para irse cambiando, poco a poco, conforme se siente incómodo durante la cita.

Sin querer entrar en muchos detalles, hay que destacar la jocosidad de los diálogos. Angélique, que ha preparado una lista de posibles temas para conversar, le dice a Jean-René que le gusta la pintura inglesa. Él se sorprende de que haya pintura en Inglaterra. Ella entonces intenta descubrir si a él le gustan los carros y le pregunta por el tipo de auto que él tiene. Jean-René responde que cree que su auto es francés...

Como podemos darnos cuenta, incluso hablar de temas cotidianos y superficiales les resulta difícil a ambos.
La tercera escena que no podemos dejarla de pasar es cuando ambos viajan al Salón del Chocolate y descubren que en el hotel tendrán que compartir la misma habitación, donde solo hay una cama. Durante cuatro minutos el espectador se ríe con gentileza de las artimañas que ambos usan para no estar juntos en la habitación. Se dan el lujo de caminar bajo una fuerte lluvia, como si no pasara nada, con tal de alargar el tiempo y evitar lo inevitable.

Les Emotifs Anonymes.-

La película es sencilla y divertida, no solo por la historia original y la complejidad de los protagonistas, sino que hay que destacar la calidad artística de los actores, pues aunque hay algunos personajes secundarios que interactúan con los dos súper tímidos, la responsabilidad de la obra está en las manos de Isabelle Carré (Angélique) y Benoît Poelvoorde (Jean-René). Ellos se lucen en la actuación.
Les émotifs anonymes
Además es necesario resaltar algunas características de la obra, como el uso de los planos. Todas las veces que se quiere destacar lo que sucede con y/entre los protagonistas, hay una transición constante de planos medios a primeros planos. Pocas veces se utiliza el plano general y, este aparece, principalmente, para transmitir la “liberación” de las ansiedades de los personajes, como podemos verlo al principio de la obra, cuando Angélique se dirige a la fábrica de chocolates; o cuando Jean-René le besa a Angélique en la calle y ella se va saltando de felicidad; o más aún, cuando ella camina cantando una canción de autoconfianza, al estilo de los musicales clásicos.
Les Emotifs Anonymes
Les Emotifs Anonymes
Por otro lado, el humor es una constante a lo largo de Les Emotifs Anonymes con la participación pequeña, pero precisa, de los personajes secundarios, como son las divertidas de los integrantes del grupo de apoyo de los tímidos anónimos. Esas historias y/o actitudes sirven para completar el cuadro de manías de los protagonistas. De esa manera, el espectador percibe que Angélique y Jean-René no son personas raras. Forman parte de un grupo numeroso que está a nuestro lado. Tenemos la historia de la mujer que se presenta como Mimi. Ella dice que todo está bien e, inmediatamente, se pone a llorar. Luego pide permiso y se va. O aquella otra mujer que tiene el terrible problema de que nunca consigue decir ‘no’. Entonces, acaba haciendo todo lo que le piden, incluso lo que ella no quiere; de esta manera, ella se acuesta con todos los hombres que le proponen algo. Y para no alargarnos más, hay una escena divertida cuando Angélique está repartiendo entre sus amigos tímidos algunos chocolates. Mientras lo hace, no deja de hablar y así, no se da cuenta que a uno de ellos no le da ni un chocolate. Gracias al plano general, hábilmente usado, percibimos la angustia de este individuo que levanta tímidamente la mano, pero no se atreve ni a pedir ni a coger un chocolate.

Vale la pena ver esta película que es una muestra de cómo se puede hacer cine de buena calidad, con recursos de buen gusto y con una historia sencilla y cotidiana. Es una obra que tuvo éxito y la actriz principal ganó el premio de mejor actriz en el Cabourg Romantic Film Festival (2011), fue nominado como mejor actriz en el César Awards, France (2011). El director, Jean-Pierre Améris ganó el Magritte Award en 2012.
Les Emotifs Anonymes
Texto original de Patricio Miguel Trujillo Ortega.

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