Con: Javier Lombardo, Antonio Benedictis, Javiera Bravo, Aníbal Maldonado, Julia Solomonoff.
Dirección: Carlos Sorín.
Historias Mínimas es una película sensible y profunda; es un homenaje a la vida, a la solidaridad y a la búsqueda del ser humano que hay dentro de cada uno de nosotros.
Es una película tan sencilla y, al mismo tiempo, tan poderosa que nos ayuda a comprender que la vida no está llena solamente de héroes y grandes aventuras estereotipadas que, muchas veces, nos condicionan a soñar en cosas que solo existen en las películas; sino que la vida es construida, paso a paso, con pequeñas acciones que nos llevan de la mano, según sean nuestras decisiones, al encuentro con nosotros mismos.
Historias Mínimas está ambientada en la Patagonia austral (Provincia de Santa Cruz) donde los caminos se extienden sin fin y la única compañía, a veces, es el viento frío y las distancias que separan a sus habitantes de los grandes centros urbanos y hacen que vivan sus pequeñas grandes aventuras: sus propias vidas.
Pero, ¿qué nos cuentan las Historias Mínimas?
Tres personajes viajan solitarios por las rutas de la Patagonia atrás de sus necesidades. Dos parten del pequeño poblado de Fitz Roy hacia la ciudad de San Julián; el tercero tiene el mismo destino aunque viene desde otros pagos. Sin embargo, los tres tienen algo en común: aunque están solos, el recorrido lo hacen con la amistad y la solidaridad de la gente sencilla, que es la única forma de vivir en esa inmensa región austral.
La película comienza con el examen de vista de un hombre mayor quien, al percibir que no podrá continuar manejando, le pregunta al oftalmólogo: “¿Qué voy a hacer, doctor?” Esta no es una simple pregunta de un anciano que no podrá renovar su licencia de conducir; es la pregunta que miles y miles de personas se hacen cuando piensan que alguien o algo se interpone entre ellos y la vida. “¿Qué vamos a hacer ahora?”
Con el fondo musical de una excelente banda sonora de Nicolás Sorín, vemos inmediatamente el pueblo –y esta es una característica en la fotografía de la película: los planos generales de la región, además de ser bonitos, forman parte de la esencia de los personajes- y los pasos rápidos de una persona que sigue los rieles del ferrocarril. Es una amiga de María Flores que le lleva una magnífica noticia: en el canal de televisión de San Julián han mencionado el nombre de ella como finalista de esa semana para participar en el programa Casino Multicolor. Si ella quiere ganar un premio, debe partir inmediatamente a la ciudad que está a 300 kilómetros.
María Flores |
María Flores es casada pero su esposo ha viajado y ella no sabe qué hacer. Tiene una hija pequeña y vive en una casa vieja y prestada donde no hay energía eléctrica. María Flores es pobre y muy tímida. Pero la amiga que le lleva la noticia le incentiva y le apoya para que viaje. Juntas van a la tienda Ramos Generales California para llamar por teléfono al canal de televisión e informarse de los detalles. En la tienda, la esposa del dueño las ayuda con sinceridad y está feliz de la gran chance que tiene María Flores, quien debe partir, a pesar de todos sus miedos, ese mismo día si quiere ganar uno de los posibles premios: una multiprocesadora, un estuche de maquillaje o un viaje a Brasil para dos personas.
Don Justo y Malacara |
En ese mismo local, conocemos a Don Justo. Un anciano de ochenta años que mira melancólicamente, mientras toma su mate, la carretera por donde pasan los camiones. Está sentado y usa un par de botas nuevas que le regalaron unos holandeses. El pasajero de un ómnibus, que se detiene unos instantes en el local, le cuenta que ha visto en la ciudad de San Julián al Malacara, el perro de don Justo que se perdió hace tres años. Don Justo, entonces, tiene la necesidad de ir a buscarlo, sea como sea pero no recibe el apoyo de su hijo, el dueño actual de Ramos Generales California. Al contrario, lo llama de “loco” y los deseos de su padre le son indiferentes.
Julia y Don Justo |
En una escena muy bonita, con un juego fotográfico magnífico de primeros planos y tomas generales (el rostro de don Justo, las botas, la chapa de la puerta, la caja registradora, una cajita de música, el rodapié), vemos a don Justo que se levanta de la cama y sale escondido con su bastón y con su termo para tomar mate para ir a buscar al Malacara, que está a 300 kilómetros de Fitz Roy.
A lo largo del camino, don Justo se encuentra con personas que están dispuestas a ayudarlo. Primero, una chica simpática que se llama Julia y es bióloga. Ella se detiene en la carretera y le da un aventón; más tarde, encuentra la ayuda de don Roberto, el tercer viajero solitario y, finalmente, cuando está en San Julián, recibe el auxilio de Fermín, un correntino que vigila un galpón donde había sido visto el Malacara.
Fermín |
Fermín es un personaje fuerte y decisivo para que don Justo encuentro al perro. Además de la hospitalidad que le ofrece en el galpón, donde hay un grupo de correntinos guitarreros que realizan un asado al ritmo de chamamé en medio del frío de la noche, le da lo que el hijo de don Justo no quiso ofrecerle: comprensión y amor.
Don Justo tiene la necesidad de encontrar al Malacara, pues como le dijo a Julia, el perro no se perdió sino que le abandonó; por tanto, don Justo necesita que el perro le perdone porque “es el único que sabe quién soy”. Después de una vida de trabajo y de entrega, don Justo está solo y lo único que le queda es la memoria y, como le dice a Julia: “es lo que pienso llevarme a la tumba”.
Don Roberto es el tercer personaje que corre por la carretera atrás de un sueño. Tiene 40 años y está divorciado. Su matrimonio fracasó por los constantes viajes, pues él es vendedor y la mayor parte de su vida la pasa en las carreteras. Trata de ser optimista y cree que hay que ser creativos en todas las situaciones. Su filosofía es: “El mundo cambió. Si no avanzamos, retrocedemos”. Ese día es el más importante de su vida. Él está enamorado de una cliente que es viuda y que tiene un hijo que se llama René. Como es cumpleaños de éste, ha encargado una torta en forma de pelota para René y durante su recorrido hasta llegar a San Julián su preocupación es que la torta esté perfecta. Él quiere sorprenderle a la mujer, pues tiene la esperanza de que algo pueda suceder entre los dos.
Don Justo |
A pesar del positivismo de don Roberto y de las magníficas relaciones que establece con la gente con la se encuentra durante su viaje, él es vulnerable al miedo, a la tristeza y a la soledad. Hace todo lo posible para que la torta de René sea perfecta; sin embargo, al llegar a la casa de la viuda y comprobar que ella no está, la espera con paciencia; mas, cuando la vea acompañada de otro hombre, los celos le devoran y parece que el mundo se acaba. Mas, Roberto no desiste y al día siguiente va a visitarla en su tienda y sale renovado cuando descubre quién es el hombre que le acompañaba y escucha el pedido que ella le hace: que no se olvide de su cumpleaños.
Una de las curiosidades más importantes en la producción de esta película es que solo uno de los actores era actor profesional: Javier Lombardo en su papel de Roberto. Los demás personajes fueron representados por personas “comunes”; sin embargo, sus actuaciones son impecables e Historias Mínimas ganó muchos premios, entre ellos:
- Festival Internacional de la Habana: Segunda Premio Coral.
- Festival 3 Continentes Nantes: Premio Especial del Jurado.
- Premios Clarín: Mejor Película, Mejor Guión, Mejor Música.
- Festival Internacional de San Sebastián: Premio Especial del Jurado
- 43º Festival Internacional de Cine y TV de Cartagena: Premio Especial del Jurado
- Festival Internacional de Films de Fribourg: Grand Prix Le Regard D’Or.
Texto original de Patricio M. Trujillo O.
Está prohibida la reproducción total o parcial el texto sin la autorización escrita el autor.
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