Jeune & Jolie. (Joven y bella). 2013.
Franca. Drama. 93 minutos.
Con Marine Vacth.
Dirección de François Ozon.
François Ozon presentó en el Festival de Cannes
de 2013 su Jeune & Jolie (Joven y bella), una película que le deja al
espectador con más interrogantes que respuestas. Es una película inteligente
porque el público se ve obligado a seguir los pasos de la joven y bellísima
Isabelle, pero sin llegar a saber quién es ella, qué quiere y a dónde va; y,
aunque al principio podemos sentirnos perdidos, nos adecuamos enseguida a ese
‘juego’ propuesto por Ozon: en la vida no siempre habrá la respuesta que tanto
queremos.
¿Se trata de la prostitución?.-
La prostitución no es un tema nada novedoso en
el cine, sin embargo Ozon nos presenta como si así lo fuera porque nos ofrece
una película innovadora en su propio concepto, distanciándose de manera abrupta
de tantas otras que han tratado este tema desde las más variadas ópticas: unas,
con aciertos; otras, ya olvidadas, principalmente aquellas que han sido
elaboradas con la receta mágica: “basada en hechos reales”, para impresionar al
público y despertar el morbo en éste.
Joven y bella de Ozon no nos cuenta la típica historia de
una muchacha que decide prostituirse para rellenar alguna carencia, sea afectiva,
psíquica o económica. Al contrario: es la historia de una joven de diecisiete
años que decide prostituirse, simplemente por el hecho de hacerlo: nadie sabe
lo que le motiva a prostituirse. Tal vez ni siquiera ella misma lo sepa.
Y esta es la originalidad de Ozon: nos presenta
un tema polémico en su dimensión psicosocial, pero no ofrece ninguna respuesta.
No hay interés en hacerlo, incluso porque la protagonista tiene una vida
normal, dentro de lo que podemos llamar ‘normal’ en una sociedad estereotipada:
una madre que la cuida (aunque sus padres están divorciados, ella,
aparentemente, no tiene problemas de relación con ninguno de ellos); una
familia que sabe convivir con los ‘problemas’ cotidianos; un buen colegio; una
situación económica decente y estable. Entonces, si alguien busca la típica
respuesta de por qué una joven se prostituye, no la va a encontrar en Joven
y bella, como la halla por ejemplo, en otra buena producción francesa Mes Chères Études (2010).
Isabelle: una voz de silencio.-
Isabelle, en general, es inexpresiva y desea
perder la virginidad. Su primera relación sexual es con un joven alemán, un
turista al que conoce en la playa donde ella está de vacaciones con su familia.
Esta primera relación sexual no le provoca ninguna satisfacción. Tal vez por la
propia torpeza del joven, que está pensando más en él que en ambos; de
cualquier forma, este u otro comentario es subjetivo, pues Isabelle no dice
nada de lo que piensa al respecto. Ella simplemente tiene su primera relación
sexual de una manera mecánica. Solo mucho después, cuando ya ha adquirido
bastante experiencia prostituyéndose en secreto, le comentará a una de sus
amigas del colegio, que está queriendo perder la virginidad, que la primera
relación sexual no es precisamente la mejor. Esta es la única ocasión en que
ella opina sobre el asunto.
Una colega e Isabelle |
Isabelle es una joven enigmática: nadie sabe lo
que ella quiere, lo que busca o lo que le motiva. Su hermano menor es el que
más interactúa con ella, porque está curioso por la sexualidad, tanto la de su
hermana como la de él mismo; sin embargo, ella consigue mantener la distancia.
Isabelle y su hermano en la playa |
La mayor parte del tiempo, Isabelle permanece
en silencio y, cuando hay algún problema, se encierra en sí misma. Como por
ejemplo, cuando su madre descubre que se está prostituyendo y le agrede verbal
y físicamente, no se defiende. No dice nada. Lo mismo sucede cuando es
interrogada por la policía. Responde bien a las preguntas obvias que no
implican nada personal. Pero si se trata de algo más, ella es una tumba.
Isabelle controla sus emociones y el espectador,
durante la primera parte de la película, intenta descubrir qué le pasó. El por
qué de la prostitución, pero todos los esfuerzos son inútiles. Ella no
transmite nada de sí; sin embargo, como prostituta, evoluciona y podemos ver
cómo de sus primeras citas a las últimas, ha adquirido la facilidad de expresarse
a la perfección con el cuerpo. No nos referimos al sexo propiamente dicho, sino
que ella se siente bien con lo que está haciendo y su rostro pasa a ser
extremamente expresivo durante el acto sexual, algo que no sucede cuando está
con las personas de su vida cotidiana.
Isabelle, camino al hotel donde se prostituye |
A partir de esto se puede formular una serie de
hipótesis, pero todas no pasarían de eso: hipótesis, porque Ozon, además, nos
cuenta una historia fragmentada, en cuatro partes, como lo veremos abajo, que
no ayuda a hilvanar el proceso porque el que transcurre la vida de Isabelle. No
obstante, no hay que caer en el error ingenuo de pensar que la protagonista
tiene algún problema “psicológico” que la impida mostrar sus reacciones, pues
ella es una persona ‘normal’ que se relaciona con las personas sin dificultad,
solo que no deja que nadie sepa lo que hay de íntimo en su propio mundo: frente
a los demás asume un papel pasivo, mientras su vida, en sí, es activa, dinámica
y creativa.
Por todo esto, podemos decir que Isabelle es
una voz de silencio. Aunque pueda parecer que está perdida, sabemos que no lo
está. Ella está buscando algo para sí misma y ha decidido en algún momento que los
demás no entran en “su” historia.
Las cuatro estaciones.-
Ozon divide la película en cuatro momentos de
la vida de Isabelle, simbólicamente relacionados con las estaciones del año.
Aunque Joven y bella es una historia única, las cuatro estaciones
tienen cortes abruptos que al principio le pueden desorientar al espectador; no
obstante, cuando éste ya se ha dado cuenta cuál es la propuesta del director,
es más fácil seguir la historia, aunque se conozcan los detalles de la
evolución de Isabelle. Es más, ni siquiera hace faltar querer conocerlos pues,
al final de la película, como hemos dicho a lo largo de estas páginas, solo encontraremos
silencio.
Joven y bella empieza en el verano. Es la estación más fácil de entender. Isabelle está en
la playa y el momento coincide con su despertar sexual y la necesidad que ella
tiene de perder la virginidad. Además, en este momento ella toma una decisión
que, definitivamente, marcará su comportamiento posterior: se desprende de las
emociones. Después de haber tenido su relación sexual con “el alemán”, ello no
solo que decide ignorarlo, sino que lo expulsa definitivamente de su vida. Es
como si fuera solo un hecho que le acaeció, como un punto de partida del que
hay la necesidad de guardar un recuerdo.
Isabelle y el alemán |
La escena clave, en este momento, a nuestro
modo de ver, es cuando la familia de Isabelle termina sus vacaciones y regresan
a la ciudad. Mientras se van por la carretera, el auto de la familia pasa al
lado del “alemán” y ella ni “se mosquea”. Su reacción – o mejor dicho, su falta
de reacción – ya es una señal de su personalidad y de este rompimiento
emocional. Lo que le pasó, pasó y se acabó. Sin embargo, es interesante
resaltar que las “emociones” del verano el espectador la mira, principalmente,
a través del hermano de Isabelle, quien está interesado en saber sobre la vida
sexual de su hermana y le incentiva a que conozca al alemán. Esta curiosidad
del hermano la descubrimos desde la primera escena de la película.
Isabele y el alemán |
El otoño se caracteriza por la vida doble
que lleva. Isabelle transita entre su vida como hija y estudiante, y los trajes
formales que usa en el hotel donde se prostituye. Es una mujer elegante, pero
fría. Vemos como ella crece como prostituta, pero el público se queda con
aquella sensación vaga porque no sabe – y nunca lo sabrá – qué le motivó a
prostituirse. Este segundo segmento de la historia se caracteriza por el
constante silencio de Isabelle. Ella hace lo que está haciendo, pero no hay
palabras y su mirada es distante. Esta estación es rica en escenas de buen
gusto en las que no se abusa ni de lo sensual ni de lo erótico. Ozon tiene
mucho cuidado para no desvirtuar el tema de su película con el manejo de las
imágenes. Él consigue provocar lo suficiente.
Una de las escenas claves del otoño es cuando
ella regresa a su casa y entra en su habitación, para enseguida guardar el
dinero que ha ganado (300 euros por cita) en una bolsa. Esta está llena de
billetes y es entonces que el espectador percibe que Isabelle no se prostituye
por una necesidad económica. Hay algo más profundo en su comportamiento. Parece
que a ella no le importa ni le interesa el dinero, aunque no deja de cobrar el
valor que ella se ha impuesto hacerlo.
El invierno se caracteriza por la muerte y, por
tanto, con el secreto revelado. Aquí el guion da un giro interesante. La
historia de Isabelle pasa a ser contada, de alguna manera, por su madre y el
conflicto que surge en la familia al saber que la joven de diecisiete años ha
decidido prostituirse por su propia voluntad, sin que nadie la haya llevado por
‘ese camino’. En esta parte de la historia, Isabelle se vuelve más introspectiva, a tal punto que no
se defiende de ninguna de las acusaciones que le hace su madre. Es más pasiva.
Isabelle y el invierno |
La escena que queremos destacar del invierno es
cuando Isabelle está en la sala, sentada en el sofá, en posición fetal, sin
defenderse de los ataques de furia de su madre: ha decidido permanecer en
silencio y ensimismada.
Finalmente llega la primavera. La transición entre el invierno y la primavera es la más
difícil de entender. Aparece en medio de la historia un enamorado, que ha
pasado la noche en la casa de Isabelle y su familia. Y de repente, ella decide,
con una frialdad impresionante, terminar la relación y dejar que este amor se
vaya porque ella, nuevamente, ha decidido prostituirse.
Isabelle y la decisión de prostituirse |
Palabras finales.-
Además de la estructura que hemos mencionado,
hay que destacar el papel que cumple la banda sonora en Joven y bella. Ozon optó
por guiar la evolución de su personaje con las antiguas canciones de Françoise
Hardy (para quien no la conoce, cantante de gran éxito mundial en los años
sesenta y setenta), como la que dice “La
niña que tú conociste ya no existe más”. Aunque este recurso no sea del
agrado de todos, podemos entenderlo como la voz interior de Isabelle: ese
pensamiento que lo buscamos, inútilmente, a lo largo de la película.
Isabele y su madre |
Joven y bella es una reflexión sin respuestas sobre la
madurez. Ozon no intenta transmitir ninguna “moral” ni juicios de valores.
Aunque su estilo no le guste a todos, no cabe duda de que esta película es un
aporte importante al cine contemporáneo y una manera original de narrar en una
época en que parece que todos tenemos respuestas para todo.
Texto original de
Patricio M. Trujillo O.
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