Groβe mädchen weinen nicht – Big Girls don’t cry - Las niñas grandes no
lloran. Drama. 2002. 91 minutos.
Alemania.
Con Ana Maria Mühe, Karoline Herfurth, Josefine
Domes.
Dirección de Maria von Heland.
“A veces, todo apesta
pero hay que seguir adelante”
La vida de los adolescentes no es tan fácil
como parece y, tarde o temprano, ellos intentan solucionar todos los problemas
que tienen; solo que no se puede
solucionar todo; no obstante, cuando se llega a esta verdad, muchas cosas
buenas y malas se han quedado en el camino. Algunas solucionadas, y otras, más
complicadas aún de lo que estaban al principio.
Y frente a esta realidad de la vida,
prácticamente no se puede hacer nada: cada uno aprende a partir de sus experiencias.
Las niñas grandes no lloran (Big Grils don’t
cry) es una
excelente película alemana que retrata, justamente, esta dificultad de ser
adolescente. Aunque este no es un tema novedoso, la holandesa Maria von Heland,
que escribió y dirigió la película, consigue, no solo ser original, sino crear
una obra de calidad con personajes reales, bien diseñados, evitando
estereotipos y moralismos, ubicados en una Berlín contemporánea, aún con sus
diferencias pos unificación, que impactan porque muestran la ambigüedad que representa
el mundo juvenil: la dureza y la falsa seguridad frente a la fragilidad de la
vida.
Steffi y Kati |
Las niñas grandes no lloran es más que un drama de adolescentes
y/o de adultos: es una obra en la que se conjugan los miedos, las carencias
afectivas, los sueños, la rebeldía, la madurez: elementos que se unen en un
mundo explosivo que, sin control, puede provocar pérdidas irreparables.
De la alegría a la rebeldía.-
Kati y Steffi son dos adolescentes de 17 años
que son inseparables desde cuando se conocieron, a los 4 o 5 años de edad.
Estudian en la misma escuela, en la misma clase, salen juntas a divertirse y
básicamente sus conflictos de adolescentes son los mismos: son jóvenes, les
interesan los chicos, las fiestas y la sexualidad está a flor de piel. Esta última
retratada desde los primeros minutos, cuando ambas están escondidas, espiando a
los chicos del colegio que se bañan desnudos en el vestuario masculino, y ambas
comentan qué es lo que más les agrada de lo que ven. Y más específicamente en
el hábito de Kati de fumar mucho, porque cree que cuanto más lo hace, sus
senos, que son grandes, crecerán menos.
En la escuela, ambas chicas son atrevidas con
la autoridad, representada en el profesor, a quien lo desafía con la mirada, el
tono de voz y la arrogancia. En los primeros minutos, un profesor, que está
explicando la materia, le llama la atención a Steffi porque está conversando y
le pregunta de qué está hablando con su compañera. Ella, de manera mordaz responde
en pocas palabras: “de sexo”. Y en
esa misma clase, cuando el profesor le pide a Kati que se cambie de lugar para
que no converse con su amiga, y como ella no quiere hacerle caso, él le dice: “o lo haces, o te vas de clase”. Sin
pensar dos veces, Kati se levanta, coge sus cigarrillos y se dirige hacia la
puerta.
En sus respectivos hogares, la vida familiar de
ambas muchachas va por caminos diferentes. La madre de Kati es una mujer
religiosa, conservadora, impaciente e intolerante con las actitudes de su hija.
No le gusta que ella se maquille, use ropas pequeñas y que regrese a altas hora
de la noche. Tiene miedo de lo que le pueda pasar algo malo a su hija. Pero
ella no controla sus preocupaciones y pierde la calma con facilidad. “Pareces una ramera” le dice cuando la
ve maquillada y la puerta para el diálogo “madre-hija” está cerrada. El
comportamiento de la madre es casi histérico porque quiere tener el control
total del hogar, mas no consigue hacerlo. Hay dos escenas, una cómica y otra
dramática que muestran esta situación.
Kati y su familia |
En la primera, Kati se pone a rezar con su
hermana menor mientras se escuchan los gritos histéricos de sus padres que
están peleando. La oración termina: “ y
haz que se divorcien lo más rápido posible”. La otra situación es cuando la
madre le quita a Kati todas sus ropas “indecentes”, incluso las que usa ese
momento, a la fuerza, porque cree que de esa manera la está protegiendo “del
mundo”.
Mientras tanto, el hogar de Steffi parece ser
“normal” y feliz. El ambiente que se respira en esa casa parece ser de gran
armonía, con una hija que se relaciona con naturalidad y espontaneidad con sus
padres que, al mismo tiempo, tienen una buena relación entre ellos.
Hasta aquí parece que nos encontramos con una
historia común de adolescentes y los dramas cotidianos a los que estos deben
enfrentarse; y más aún, porque Maria von Heland
empieza la película con una escena con la que parece decirnos precisamente
eso: mientras aparecen en la pantalla los créditos iniciales, vemos a dos
jóvenes que saltan en una cama elástica felices de la vida. Ellas son alegres,
no tienen preocupaciones y parece que la vida es eso. La escena es demorada,
con un bello juego de colores oscuros, en los que predominan muchas veces las sombras.
Sin embargo, Maria von Heland le engaña al
espectador: esa felicidad es más frágil de la que uno puede imaginarse.
De la ira al
descontrol total.-
Las niñas grandes no lloran da un giro drástico cuando las dos
amigas ven al padre de Steffi en una discoteca, abrazando y besando de manera
exagerada a una mujer que no es su esposa.
El padre de Steffi y su amante, Jeanette |
Steffi se siente traicionada y nace en ella un
deseo de venganza. Si ella ya era rebelde por la edad, ahora sus emociones
cobran una fuerza inesperada y la ira que tiene hace que quiera vengarse no
solo de su padre, sino también de la amante de esta. Y al querer vengarse,
pierde la noción de sus acciones, se deja dominar por las emociones
descontroladas y su rabia cae en la hija de la amante de su padre, Tessa, una
joven que aspira a ser cantante.
A pesar de que Kati le aconseja a no hacerlo,
Steffi le trata a Tessa como si ella fuera la culpable del fracaso matrimonial
de sus padres. De esta manera, no le importa lo que le pueda pasar a Tessa y la
envía a la “boca del león”. La actitud de Steffi es de pura maldad y no se
arrepiente, incluso cuando se entera de que Tessa hubiera podido ser violada y
asesinada.
Kati, Steffi y Tessa |
Además, Steffi se pierde en los laberintos de
un mundo nocturno donde no hay noción de valores, responsabilidades y límites
sociales y humanos. Ella se desmorona hasta llegar a las últimas consecuencias.
Aquí es interesante mencionar cómo la escena
inicial de la película nos engaña como espectadores. Decíamos al principio que
dicha escena nos daba la idea de que Las niñas grandes no lloran sería
una película superficial. En medio de la historia, después que Steffi piensa
que ha cumplido su venganza, la vemos a ella y a su amiga Kati viendo una
película de cuando ambas eran niñas, muy pequeñas. Una época de amor total e
inocencia pura. Solo ellas y el espectador sabe lo que realmente está
sucediendo, porque inmediatamente viene la dura realidad, la separación de sus
padres y cómo ella pierde la dignidad humana y el sentido de la vida. Ella se
arrastra hasta que la última fuerza se le agota.
Tessa: de inocente a víctima |
Steffi ya no es una “ángel”, como su padre solía decirle. Steffi le grita a este: “no me llames ángel” cuando descubre que
esa misma palabra la utilizaba para hablar con Tessa, su enemiga natural,
aunque ella nunca le haya hecho nada malo. Con esta expresión, se rompe la
confianza y termina el amor dulce e infantil; al mismo tiempo, es el inicio de
la separación del mundo del adulto porque cuando Steffi cae, sus padres,
justamente aquellos que deberían estar a su lado, no saben nada de ella porque
ellos, también como adultos, no han madurado como deberían haberlo hecho.
Kati y Steffi |
De esta manera, al presenciar el drama de la
joven de diecisiete años, hay una crítica implícita sobre la irresponsabilidad
de los adultos y la participación de estos en la construcción del carácter de
los jóvenes.
Las escenas de la decadencia de Steffi son
fuertes, no porque la película sea explícita (se la ve consumir alcohol,
drogarse, arrastrarse por el suelo, en relaciones sexuales –insinuaciones) sino
porque se muestra con realismo cómo una joven que, aparentemente tiene todo a
su favor, pierde la vida en un instante y no se puede hacer nada para ayudarla,
principalmente porque ella misma no quiere ser ayudada.
La trascendencia de
Yvonne.-
Yvonne es uno de los personajes secundarios que
cumple un papel importante en Las niñas grandes no lloran a pesar
de que su participación es mínima; sin embargo, su presencia es el punto de
partida para presentar algunos de los principales problemas.
Yvonne es compañero de clases de Kati y Steffi
y tiene fama de ser una mujer “fácil” con los muchachos de la escuela. Ella
decide irse a París para escapar de su casa, porque dice que su padre la
maltrata con violencia y su madre no hace nada para defenderla. Para conseguir
dinero, Ella va a filmar un video pornográfico con un hombre. Lo único que
tiene que hacer es desnudarse y dejar que la filme. Pero el problema es que
ella desaparece y la policía empieza a buscarla. Nadie sabe nada de ella, con
excepción de Steffi, que sabe el secreto porque la propia Yvonne le contó.
Kati y su obsesión por fumar |
Steffi y Carlos |
La desaparición de Yvonne abre a la discusión
diversos puntos de vista. Los mencionamos de manera aleatoria, sin decir que
uno sea más importante que otro. Por un lado está la violencia familiar. No se
sabe si realmente Yvonne sufre dicha violencia, pues no hay elementos que confirmen
la autenticidad de sus palabras. Por otro lado está la “mala fama” de la chica
y la actitud cruel con la que los jóvenes adolescentes se comportan cuando
quieren perjudicar a alguien. O, lo que es peor aún, sin querer ser moralistas,
la indiferencia que ellos muestran cuando la policía empieza a buscarla y va a
la escuela para intentar descubrir si alguien sabe algo de ella. Además, aunque
no es un tema que se lo trata directamente, está implícita la cuestión de la
pornografía y la red que atrapa a las jóvenes –ingenuas o no- que simplemente intentan o escapar de sus
problemas o ganar dinero con facilidad.
Tessa y Carlos |
Aunque no la hemos mencionado mucho, Kati es el
personaje que lleva el peso de la película. En ella está la “obligación” de
mantener el equilibrio en ese mundo que no lo puede controlar; ese mundo que “apesta” y que está cayéndose a pedazos.
Por un lado, como ya lo mencionamos, está su familia desequilibrada; por otro
lado, sus propios problemas, primero con la traición de su enamorado, Jochen y
luego con el descubrimiento de nuevas posibilidades cuando conoce a Kalus, un
joven fotógrafo del cual se enamora. Y no podemos dejar de lado el papel que
cumple en la venganza de Steffi contra Tessa.
Kati conoce al fotógrafo Klaus |
La venganza no tiene retorno |
Kati es un personaje fascinante no porque sea
la “sensata” de la película mientras que su amiga Steffi “se pierde”, lo que
nos daría la falsa impresión de que Las niñas grandes no lloran es el
contraste de opuestos moralistas, sino porque a pesar de que vive en un mundo
conflictivo, y participa en la decadencia de su amiga, encuentra fuerzas, en
ella misma, para intentar salir adelante e impulsar la reconstrucción de su
amiga.
Steffi, su padre y Carlos |
Las niñas grandes no lloran |
Este drama de Maria von Heland no es una obra
moralista ni un drama más de adolescentes contemporáneos. Es una película que
habla de la madurez de la adolescencia, de las creencias y de las dudas;
retrata con bastante fidelidad el drama de nuestra sociedad en lo que los
“límites” parecen desaparecer.
Técnicamente la película está bien hecha. El
guion es dinámico; los diálogos son ágiles y la fotografía es buena. La
historia está contada de manera lineal y los personajes, como dijimos
anteriormente, son reales y creíbles con la actuación impecable de Ana Maria
Mühe y Karoline Herfurth que continuarían teniendo éxito en el cine alemán.
Texto original de
Patricio Miguel Trujillo Ortega.
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