Con Daniel Brühl, Julia Jentsch, Stipe Erceg,
Burghart Klaussner.
Dirección de Hans Weingartner.
¿Quién no se sintió alguna vez insatisfecho con
el “sistema” en el que vivimos?
¿Hasta qué punto estamos dispuestos a hacer
algo para cambiar “ese” sistema que nos parece injusto?
Como es obvio, estas preguntas son retóricas y
no vale la pena gastar labia en discursos filosóficos al respecto; sin embargo,
estas mismas preguntas aún nos incomodan porque vivimos en una sociedad en la
que, aparentemente para unos, y explícita para otros, el grupo que debería ser
“rebelde” por naturaleza vive en la apatía porque está rodeado de productos que
no necesita, pero los consume porque cree que no puede vivir sin ellos.
Y ese aquí donde entra Los Educadores, una
excelente película alemana que hace una reflexión sobre el conflicto natural
que se da entre los que aún sueñan en querer cambiar el mundo y aquellos que
saben que sus sueños han muerto. Es una película en la que se mezclan las más
variadas emociones: la ilusión, la utopía, la apatía, el miedo, el conformismo,
la esperanza, la rabia, la impotencia, la preponderancia: un conjunto de
emociones versus “el poder” que nos sofoca y nos vuelve (in)conformistas.
Por tanto, Los Educadores es una película que
trata, en esencia, de la capacidad de creer que podemos o no cambiar, no solo
la sociedad, sino a las personas. Está ambientada en la Alemania próspera del
siglo XXI que representa a la sociedad donde los ideales de otras eras han sido
sofocados por el consumismo y la ambición materialista; los jóvenes,
subversivos y revolucionarios se han olvidado del sueño de querer una “sociedad
justa y equilibrada” porque estos sueños ahora se sacian en un centro
comercial, donde hoy se consume, como un producto más, lo que antes era un
símbolo de lucha.
No hay que confundir lo que acabamos de decir
como si Los Educadores fuera una película de “izquierda” o de
“derecha”. Al contrario, la propuesta es mucho más amplia y profunda que una
ideología tan simplista: es una película profunda para reflexionar y de
descubrir el real sentido de lo que significa la dignidad humana.
Los años de abundancia han pasado, el original en alemán, es el
título-lema de la película que está centrada, en un primer momento en tres
personajes jóvenes: Jan (Daniel
Brühl), su amigo Peter (Stipe Erceg)
y la enamorada de este último, Jule
(Julia Jentsch). En la mitad de la historia, esta se amplía para incluir en el
círculo a un hombre maduro, Hardenberg
(Burghart Klaussner). Los cuatro personajes, sin querer caer en los
estereotipos y resumirlos de una manera superficial, representan cuatro pilares
de la sociedad: Jan, el idealismo
puro; Peter, una lucha entre el
idealismo y el oportunismo; Jule, la
víctima que se ve obligada a pagar un precio altísimo por un segundo de
descuido; y, finalmente, Hardenberg:
el conformismo y el statu quo.
Peter, Jule, Jan |
Empecemos por Jule quien, a pesar de no ser la
“protagonista” inicial, se transforma en uno de los centros del conflicto del
“momento histórico” que retrata la película, pues es a partir de ella que el
destino de los protagonistas tomará un giro inesperado.
Jule, la enamorada de Peter, tiene una deuda de
97.000 euros. Trabaja como camarera en un restaurante y acaba de ser notificada
de que debe abandonar el departamento donde vive, pues tiene problemas para
pagar el alquiler. Las primeras preguntas que nos hacemos son: ¿cómo una
muchacha tan joven puede tener una deuda tan grande? ¿Cómo puede vivir
decentemente si carga un peso tan grande y no tiene condiciones de pagar esa
cantidad de dinero? ¿Tiene que cumplir con su responsabilidad y pagar lo que
debe?
Las respuestas pueden parecen lógicas
dependiendo de “la verdad” con las que las veamos; sin embargo, estas mismas
respuestas muestran un problema social y humano mucho más profundo que el
económico: ¿Jule tiene que vivir con ese peso, aunque tenga que destruirse para
cumplir con su “obligación económica”?
Antes de continuar con Jule, volvamos al
principio.
Jan y Peter son dos jóvenes que no están
satisfechos con el statu quo de la sociedad. Ellos no están cuestionando solo la
“desigualdad económica y social” de la sociedad occidental, sino las
consecuencias éticas y morales de esta. Por tanto, ambos amigos protestan
pacíficamente contra la opulencia de la sociedad y, al mismo tiempo, contra la
apatía general de las personas que permite que esa desigualdad crezca, a pesar
de que se vive en una “democracia”, con “libertad” y “respetando” el derecho de
todos.
Peter e Hardenberg |
La manera de los jóvenes de protestar es
invadiendo casas de lujo cuando sus dueños están ausentes; sin embargo, en
lugar de robar, como lo harían los delincuentes comunes, ellos desordenan las
casas. Colocan los muebles y todo lo que pueden en los lugares más absurdos y,
al final, dejan un recado: “los años de
abundancia han pasado”. El objetivo de Jan y Peter es “asustar” a los
ricos; que tengan miedo; que no se sientan seguros a pesar de la seguridad
extrema en la que viven, para que se pongan a pensar en las consecuencias
sociales y morales que hay en la sociedad gracias al “lujo” innecesario con el
que ellos viven.
Hemos dicho al principio que Jan
representa el idealismo puro y Peter,
una lucha entre el idealismo y el oportunismo. La escena que muestra esta forma
de ser de los protagonistas es cuando Jan descubre que, en una de las
invasiones, su amigo ha robado un reloj de lujo. A él no le gusta la actitud de
Peter y le recrimina por ese comportamiento; sin embargo, este, de una manera
simplona, intentando convencer a su amigo con labia y palabras de buenas
intenciones, defiende su hecho y afirma que está dispuesto a darle la mitad de
lo que consiga por el reloj. Pero Jan no se impresiona con las palabras de su
amigo y mientras dirige la furgoneta por la calles de la ciudad, le quita el
reloj y lo tira por la ventana.
Los días de abundancia han acabado |
Como podemos ver, Jan es el idealista. Para él, es importante lo que hacen y no se permite
que se “corrompa” su modo de pensar y de actuar de ninguna forma. Intenta de
todas las maneras posibles ser coherente con lo que defiende; mientras tanto,
Peter, que comparte los mismos ideales, no se deja llevar simplemente por
estos. Hay algo en su manera de ver las cosas que le permite caer en la
“tentación”. Tal vez, sin querer decir lo que pretende mostrarnos Hans
Weingartner, con esta escena vemos que el idealismo tiene sus puntos débiles.
De alguna manera, es el preámbulo de que sucederá más adelante.
La justicia es justa, ¿pero es moral?
Cuando Peter viaja a España de vacaciones, Jan,
a pedido de su amigo, le ayuda a Jule a pintar el departamento donde ella vive
que, por decisión de la justicia, tiene que devolverlo, pues se atrasa
constantemente en los pagos. La relación entre ambos nunca pasó de un simple
saludo y, gracias al trabajo, empiezan a conocerse y Jan se entera de cuál es
el problema de Jule. Ella, hace un tiempo, se chocó contra un auto Mercedes
Benz y lo destruyó por completo. Como la culpa fue de ella – y ella lo reconoce
– está obligada a pagar por el auto destruido y, hasta la fecha, debe 97.000
euros.
Los educadores |
La justicia se ha cumplido, ¿pero a qué precio?
A Jan le parece absurdo que Jule tenga que trabajar y vivir en esa situación
tensa y angustiante para pagar los daños del auto – de un hombre rico - que,
para el dueño, probablemente no significa nada. La escena entre Jule y Jan es
clave para entender los ideales que representa Jan y, al mismo tiempo, el
comportamiento pasivo de Jule que no tiene condiciones de vivir decentemente y
se ve sometida a perder su dignidad como ser humano para pagar una deuda que,
legalmente, tiene que pagarla; mas, ¿moralmente es correcto que la pague a ese
costo?
¿Cómo puede sobrevivir Jule con una deuda tan
grande si no tiene las condiciones mínimas necesarias para vivir con dignidad?
En la sociedad de consumo y de ostentación,
¿cuántas miles de Jule existen?
¿Cuántas personas se ven sometidas a la brutalidad de un capitalismo salvaje
que ignora al ser humano?
Manifestación contra el consumismo y sus consecuencias |
A partir de esta reflexión, Jan le cuenta Jule
lo que él y Peter hacen en las mansiones de los millonarios. Jule se emociona
y, en un impulso, hace que Jan invada una mansión que él ha estado observando
desde hace algún tiempo, pues por coincidencia es la propiedad de Hardenberg, el hombre al que ella le
debe un Mercedes Benz. Sin embargo, unos días más tarde, cuando Peter ha
regresado de sus vacaciones, sin que este sepa nada de lo que ha hecho su amigo
y su novia, Jule y Jan se ven obligados a regresar a la mansión para buscar el
celular de ella que lo había perdido mientras dejaban la casa patas para arriba.
Enseguida la película toma un giro inesperado y
los jóvenes idealistas descubren el otro lado del idealismo.
Hardenberg llega a su casa cuando Jan y Jule se
preparan para salir y reconoce a Jule; Jan le golpea a Hardenberg y, enseguida, los
jóvenes, desesperados, le piden ayuda a Peter. En medio de la crisis, deciden
secuestrar al millonario y llevarlo a las montañas, a la cabaña de un tío de
Jule, mientras piensan qué harán.
Jan y Jule |
A partir de este momento la película pierde en
acción, pero gana en profundidad. Con diálogos precisos y personajes bien
construidos, Los Educadores hace una
reflexión sobre el idealismo, el cambio de la sociedad, las luchas
individuales, la prosperidad, la riqueza y el cambio individual.
Durante los días que transcurren en las
montañas, los tres jóvenes conviven con Hardenberg y descubren que este, cuando
era joven, era uno de los tantos inconformistas
de los años setenta que intentaron cambiar el mundo; sin embargo, cuando tuvo
que asumir responsabilidades, el inconformismo perdió fuerza y, en el
momento menos pensado, ya formaba parte del sistema que tanto rechazaba antes.
Esta transformación se dio sin que él se diera cuenta de lo que sucedía; cada
paso que daba para tener una posición en la sociedad, significaba olvidarse de
lo que antes aspiraba; sin embargo, cuando percibe en lo que se ha
transformado, justifica sus acciones y, ese pasado idealista, no es más que un
pasado.
¿Por qué se da esta transformación?
Es difícil encontrar la respuesta y durante los
días que transcurren en la montaña, en diálogos profundos y constantes, los
jóvenes le cuestionan a Hardenberg. Jule le dice: No tiene tiempo libre para navegar en su yate, ¿pero por qué siempre
quiere algo más? Hardenberg se justifica: Vivimos en una democracia; no tengo por qué justificarme. En otro
momento Hardenberg utiliza el discurso capitalista: Muchos tienen las mismas oportunidades, pero no se dan cuenta y
continúa hablando de las horas a las que se dedica a trabajar. Entonces Jule le
recuerda que, por ejemplo, en el sudeste asiático hay mucha gente que trabaja
hasta trece horas por día y no gana ni treinta euros al mes.
Los educadores |
Al mismo tiempo, la segunda parte de la
película sirve para que los jóvenes tengan que resolver sus propios problemas
de relación, principalmente cuando Peter percibe que se ha formado un triángulo
amoroso.
Una de las escenas más importantes de la
película es cuando Peter descubre que hay algo más que una simple amistad entre
Jan y Jule. Al mismo tiempo, ellos no dejan de reflexionar sobre lo que están
haciendo y el siguiente paso que deben dar. No pueden permanecer más tiempo en
la montaña, aislados; deben tomar una decisión. La escena es una secuencia de
escenas que se da mientras escuchamos el
Hallelujah. Una combinación perfecta
de imágenes con el mensaje de los Educadores.
Los educadores |
Otra escena clave es cuando los educadores le dejan un mensaje a
Hardenberg, después de haberlo liberado, de que hay personas que nunca cambian.
Y este es uno de los mensajes de la película: ¿es posible que las personas cambien de
verdad?
Los Educadores, que ganó diversos premios
internacionales de cine como el Bavarian
Filmes Awards y fue nominada en muchos otros, como el de Cannes, es una película obligatoria.
Texto original de
Patricio Miguel Trujillo Ortega
Está prohibida la
reproducción total o parcial del texto sin la autorización del autor.