Gigante. Drama. 85 minutos. 2009. Uruguay.
Con: Horacio Camandulle y Leonor Svarcas
Dirección: Adrián Biniez.
Gigante es una de esas películas latinoamericanas que
nos sorprende por su sencillez y su calidad cinematográfica y, principalmente,
por la manera en que retrata las fantasías y los sueños de la gente común, lo
que la hace, como su propio nombre lo dice: una gran película.
Gigante es la historia de Jara, un hombre extremadamente
tímido que ya pasa de los treinta años y que, de repente, se enamora de una
joven mujer a la que no conoce y nace en él un deseo profundo de estar con
ella, pero no es capaz de hablar con ella.
Aparentemente la propuesta inicial del tema nos
remite a un hombre conflictivo, incapaz de relacionarse con otros adultos, lo
que podría llevarle a cometer algún acto irracional; no obstante, la película,
de una manera sensible, nos presenta a un hombre-niño que tiene una necesidad
“gigante” de amar y de ser amado.
Y una de los aspectos más interesantes de la
película, es que el final “está abierto”; es decir, el espectador tendrá que sacar
sus propias conclusiones.
Los conflictos de la timidez de Jara.
Jara es un hombre muy alto, es tímido y trabaja
en un supermercado como vigilante atrás de las cámaras de televisión de control
en el turno nocturno. Además, vive solo, es inexpresivo y su vida es monótona y
aburrida. En el trabajo, para no sentir el paso de las horas, hace ruidos con
la boca, duerme y resuelve crucigramas; en la hora de la comida, apenas
participa de las conversaciones de sus colegas porque está leyendo un libro; en
su casa, permanece acostado en el sofá viendo la televisión. Esta rutina solo
la rompe cuando trabaja en una discoteca como guardia y cuando está con su
sobrino, un niño de unos diez años con quien se entretiene con videos jugos y,
a veces, jugando como si él mismo fuera “un niño”.
Las empleadas de la limpieza empiezan su trabajo |
Jara: un trabajo y una vida aburrida y monótona |
La vida de Jara es pacata hasta que una noche
ve a una de las empleadas de la limpieza que, al caminar de espaldas mientras
limpia uno de los corredores del supermercado, se choca contra una torre de
papel higiénico y derrumba todo al suelo. Él se ríe del accidente y ve que
Rojas, un supervisor, se acerca a la muchacha y le da una bronca. Se percibe
por la imagen que hay algún tipo de amenaza; entonces, Jara se “solidariza” con
la chica, le llama por teléfono a la recepcionista y le dice que a Rojas lo
buscan en otro lugar del supermercado. De esta manera, él “salva” a la muchacha
de la difícil situación en la que se encuentra.
Julia y el accidente del papel higiénico |
A la noche siguiente, Jara ve a la muchacha nuevamente
a través de las cámaras y empieza ese momento a “seguirla” paso a paso por el
supermercado. Por donde ella va, él está presente, prestando atención a cada
uno de las cosas que ella hace; a pesar de eso, él se mantiene distante
físicamente. Él tiene miedo de aproximarse; sin embargo, esa misma noche, al
salir del trabajo, Jara ve a la chica en la calle y la sigue hasta cuando ella entra
en un bus y se va. De esta manera, se inicia el calvario del amor platónico de
Jara.
El amor platónico y sus problemas.
Jara se enamora de la empleada de limpieza pero
no se atreve a conversar con ella; su timidez es tan grande que prefiere
permanecer sentado frente a la televisión en la sala de control, mirándola;
inclusive, llega a consumirse de celos cuando ve que otras personas conversan
con ella.
Desde el principio está establecida la
contradicción en la personalidad de Jara. Físicamente es un hombre que puede intimidar
a las personas, pues es muy alto y corpulento; sin embargo, su timidez es tan
fuerte que habla poco, su tono de voz es bajo y es educado con las personas. Él
podría acercarse a la muchacha y conversar con ella; sin embargo opta por
seguirla, de forma escondida, todas las noches, después del trabajo y de esta
forma llega a saber lo que ella hace, lo que le gusta, donde vive, etc.
Cada madrugada, Jara descubre algo nuevo de Julia
y así se dan algunas escenas divertidas y peligrosas que demuestran los rasgos
de la personalidad de este hombre que vive el drama de amar y de no saber cómo
acercarse a la persona que tanto le gusta.
Como ejemplo, podemos citar un caso cómico y uno
violento. En el primero, Jara descubre una mañana que la muchacha va a un
gimnasio donde practica kárate. Él entonces regresa a su casa y empieza a
ejercitarse físicamente, levantando pesas. Más adelante descubre que a ella le
gusta el rock pesado y él empieza a oír ese tipo de música. Se percibe,
entonces, que él intenta tener, de cualquier forma, cosas en común con Julia.
Es como si de esa forma él estuviera más cerca de ella.
Estas escenas no son propiamente cómicas, pero
ayudan a bajar la tensión de Jara y dejan un asunto pendiente: el grado de
madurez de él. Su comportamiento no es de un adulto maduro y sí de un joven
inseguro.
Pero Jara también se acerca a un punto extremo,
por tanto, peligroso, en el que puede saltar esa línea invisible que divide la
pasión y la locura; es el momento en que la sanidad del protagonista corre
peligro y su comportamiento le podría afectar tanto a él como a Julia, quien
aún no sabe nada de la existencia de Jara.
Una noche, la muchacha camina por las calles y
al pasar al lado de un taxi, el taxista le piropea de una forma muy grosera.
Julia continúa caminando sin hacerle
caso al chofer, pero como Jara la está siguiendo, escucha lo que el taxista le
dijo y, al pasar al lado de este, sin detenerse, le da un golpe fortísimo en la
cabeza, golpeándole la cara en el volante del auto. Jara continúa caminando
como si nada hubiera pasado, mientras se escucha el ruido de la bocina del auto
porque, aparentemente, el taxista se quedó inconsciente.
Jara se convierte así, en un “ángel protector”
peligroso que, si se deja dominar por los celos, las consecuencias pueden ser
fatales no solo para él, sino también para Julia.
Gigante, ¿un drama romántico?
Desde cualquier punto de vista, Gigante
es el drama de Jara que está enamorado de Julia y no consigue acercarse a ella
por su dificultad de relacionarse con las personas; sin embargo, hay una serie
de matices a lo largo de la película que ayudan a suavizar el tono dramático y
le dan un toque “romántico”. Por ejemplo, el lío en que se mete para descubrir
el nombre de la “muchacha de la limpieza”; o cuando le regalo, anónimamente, un
cactus, dejándolo en medio del corredor que ella limpia todas las noches.
Sin embargo, la pregunta que aún no ha sido respondida
es: ¿quién es Julia?
Sobre Julia y otros elementos.
Lo único que se sabe de ella es que es una de
las muchachas de limpieza del supermercado del turno nocturno y que, más
adelante, será de una de las que son demitidas. Los otros detalles de la vida
de Julia y de sus gustos los sabemos a través de los ojos de Jara.
Jara se esconde cuando la ve entrar en el bar donde él trabaja |
Cada día que Jara le sigue a Julia, el
espectador conoce algo de ella, pero de una forma subjetiva, después de todo
son los ojos de él que nos cuentan la historia. Es interesante mencionar que
Julia solo habla una sola vez en toda la película y su frase, no nos da ninguna
información especial sobre ella.
El recurso que el director utiliza para
presentarnos a Julia lo podemos ver con todos los detalles en el minuto 58
cuando ella tiene una cita con un hombre en una pizzería. El espectador no sabe
quién es el individuo, por qué están ahí, qué tipo de relación tienen ambos y,
por tanto, Jara tampoco lo sabe. Hay dos cámaras en la escena: la primera es la
que muestra el local, lo que sucede, pero se mantiene distante. Es una cámara
que no aporta detalles, al contrario, crea ese ambiente de suspense que tanto
le atormenta a Jara. La segunda cámara es los ojos de Jara, que nos muestran
los detalles tal como él los ve. Por medio de esta “cámara”, sentimos las
angustias y las necesidades que él tiene en relación a Julia y, como él, no
sabemos nada de que sucede en realidad.
Jara ve a Julia con su cita |
Este recurso es permanente a lo largo de la
película que es dinámica, lo que permite que ni la falta de diálogos ni las secuencias
largas en que Jara le sigue a Julia por las calles de Montevideo, hagan de Gigante una película aburrida o parada; al
contrario, es muy ágil gracias a los cambios constantes de cámaras, de ángulos
y del tipo de tomadas. Hay muchos primeros planos que se van alternando con
planos generales, con planos de conjunto y de detalle.
Cuatro escenas claves de el Gigante.
Vamos a mencionar, en orden cronológico, cuatro
escenas claves: la primera sucede en el minuto cuatro, cuando Jara acaba de
llegar al supermercado y se cruza en el corredor con los empleados de limpieza.
Él pasa al lado de Julia y no la ve, así como tampoco ella. Esta escena rápida,
de un par de segundos, ya coloca frente a frente a los protagonistas de la película,
resaltando el hecho de que Julia nunca le verá a Jara, a no ser que él tome la
iniciativa.
Jara y Julia caminan sin verse y sin conocerse |
La segunda escena que destacamos dura seis
minutos. Jara sigue a Julia por las calles de Montevideo y conocemos algunos
aspectos de la rutina de la muchacha, así como del comportamiento de Jara.
Primero Julia va a una tienda, un Cyber,
para usar internet. Jara también entra al mismo lugar y le espía, escondiéndose,
para que ella no lo vea. Luego la muchacha sale a la calle y Jara está
nuevamente atrás de ella. La chica se detiene en la vereda y se pone a jugar
con un perro de una mujer que pasa por el lugar y Jara, sin tener donde
esconderse, se detiene frente a un quisco de revistas y acaba comprando una
revista mientras espera que el tiempo pase. Lo interesante de la compra, es que
Jara se ve obligado a fingir que sabe de qué se trata la revista, “Todo Tejido”, cuando en verdad no tiene
idea de nada. Se ve obligado a improvisar para no perder de vista a Julia.
Jara espía a Julia en el Cyber. |
Jara se esconde para que Julia no lo vea |
Esta escena es dinámica y prevalecen los
primeros planos y en profundidad. El cambio de encuadre es rápido, dinámico y
lo único que se escuchan son los ruidos de la calle y, los diálogos de Jara con
el vendedor del quisco y el atendiente del Cyber.
La tercera escena que consideramos importante dura
casi seis minutos y ocurre después de la primera media hora de la película. En
esta conocemos algunas facetas de Julia y Jara se ve obligado a romper algunas
ideas preconcebidas sobre Julia. Él la sigue hasta un cine y cuando entra, no
sabe a qué sala ella fue. Entonces, él se dirige a la Sala 3 donde están
pasando una película que se llama “Salto
al amor”. Al descubrir que ella no está ahí, entra a la Sala 2 donde pasan
la película “Mutante”. La cámara
permanece estática, frente a la Julia y desde ahí vemos las actitudes de Jara,
que se ha sentado unos tres fileras atrás de ella, y las reacciones de Julia
mientras ve la película. La escena es dinámica a pesar de que ocurre en un
espacio pequeño, cerrado y oscuro. Es gracioso, por otra parte, descubrir que
Julia no es “romántica” como Jara se había imaginado.
La cuarta escena que hay que mencionar y que
ejemplifica la fragilidad de la personalidad de Jara sucede después de que
Julia encuentra el cactus en el corredor. Ella le muestra a un colega y se van
caminando por los pasillos del supermercado. Jara los mira y empieza a sentirse
celoso cuando los ve que conversan, que él la toma de la mano y, más aún,
cuando no consigue, algunos segundos después, descubrir dónde están. Por más
que los busca con las cámaras, no los encuentra. Entonces, él abandona su
puesto y empieza a buscarlos. De repente, escucha unos gemidos de placer y se
imagina que es Julia teniendo relaciones sexuales. Al escuchar unos ruidos, se
esconde y no ve que Julia sale por otro lugar de donde vienen los gemidos. Jara,
entonces, muy descontrolado acciona el detector de fuego que provoca que sea
suspendido de su trabajo.
"Gigante" |
Gigante ganó tres premios, incluido el Oso de Plata en el 59 Internationale Filmfestpiele Berlin; obtuvo el Premio de la Crítica,
Mejor Actor y Mejor Guion en el Festival de
Gramado (Brasil); ganó el Cóndor de
Plata en 2011 como Mejor Película Iberoamericana (Asociación de Cronistas
Cinematográficos de Argentina)
Texto original de
Patricio Miguel Trujillo Ortega.
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